Cuando escucho y veo a un humorista, un locutor de radio, un actor teatral o, en general, a profesionales que tienen que mostrar siempre un gran entusiasmo y ánimo en su oficio, incluso alegría, pienso en lo difícil que debe resultarles. O tienen una rocosa estabilidad emocional o son capaces de aparcar las interferencias personales negativas cuando su trabajo comienza. Me imagino a un actor en los instantes previos al estreno de una esperada comedia teatral, con el público ávido de carcajadas mientras él piensa en el problema que acaba de sucederle y sobre el que desconoce la solución. Malditas sean sus carcajadas, supongo pensará.
En el acto festivo que suele cerrar el primer trimestre en casi todas las escuelas, planteamos desde el año pasado buscar contenidos que significaran pequeñas ventanas hacia lo que hacemos en el aula. Ornamentado para mostrarlo al público, pero con el objetivo claro de compartir un pedazo de escuela con los espectadores. Pretendemos huir de un acto sin sentido pedagógico, de actuaciones que no tienen nada que ver con el trabajo escolar y que sólo aportar nervios y pérdidas enormes de tiempo en ensayos. Así, la aportación de mi clase consistió en realizar una conferencia sobre el proyecto de colaboración que mantenemos desde el año pasado con la escuela Jean Piaget de Zaragoza. El trabajo final resultó sensacional; los niños hicieron una exposición con nivel sobrado para mostrarse en cualquier jornada de formación para docentes. Las familias les felicitaron por cómo lo hicieron y, especialmente, por el lenguaje lleno de humanismo que transmitieron.
Hoy, día en el que, entre otras cosas, siento muy claramente que mi trabajo en la escuela no tiene el mínimo sentido a la luz del mundo en el que vivimos y en el que vivirán los niños dentro de unos años, compartiré con ustedes las cuatro o cinco ideas que cerraron la exposición de los alumnos:
(…)¿Qué hemos aprendido?
¿Existen personas normales? ¿Qué es lo normal? ¿quién dice qué es lo normal?
Las dificultades especiales muchas veces desarrollan cualidades especiales como la fortaleza o la sensibilidad.
En todas las personas podemos mirar una parte buena, fuerte, o una parte mala, débil. Nosotros decidimos qué mirar.
Una sonrisa, un abrazo, un gesto, pueden comunicar asuntos muy importantes. (...)
Que tengan buen fin de semana. Algunos ya esperamos que dos mil doce acabe pronto.