Existe un lugar donde, tras quince minutos de pedaleo y una breve escalada, es posible apartarse de la ciudad, contemplar un horizonte limpio, escuchar decenas de aves afanadas en la tarea reproductora, y encontrarse con el silencio de la mera contemplación. También permite el asombro de sentir como ruido de fondo el murmullo metálico que surge de la urbe y en el que diariamente estamos inmersos. Y allí colgado, mecido por el vuelo de unos y otros, van pasando los minutos y las horas.
Tres imágenes para el fin de semana:
El humilde gorrión
El soberbio, y aún lejano, halcón
Y la belleza de la amapola
El soberbio, y aún lejano, halcón
Y la belleza de la amapola