Mi compañero blogero, que ya apenas se digna en llamar cinco minutos a la semana y hacer los reproches oportunos, tiene algunos problemas en cuanto a la idealización de las personas: no le dejan hacerlo. Yo, manteniendo firmemente mi vida al 93% ermitaña, no tengo apenas quien critique estas acciones, por lo que puedo idealizar personas plácidamente, cada día dos o tres si es menester. Ya hace años que idealizamos; sólo se trata de considerar algunas personas que se cruzan en la vida de uno como referencias magníficas en un campo concreto o en la mismísima vida. Al cabo de dos o tres años, generalmente por caminos que se separan, el hechizo idealizante se deshace y vuelta a empezar. Escribo todo esto para simplemente indicar que me encuentro en pleno proceso de idealización (la expresión me evoca a “proceso de repatriación”, o de “ilegalización”, por lo que no es demasiado agradable). En este caso tengo una buena excusa…
Ya hace semanas que ando desconectado completamente de la vida, de blogs (incluso de éste), de reivindicaciones, de zarandajas diversas. Tras sumergirme en distintos asuntos escolares y dudar seriamente de ser capaz de llevarlos a buen puerto, sólo quedaba aplicar el máximo esfuerzo para intentarlo. Al margen de las horas de comida, y del rato diario para el ejercicio físico (éste aún es irrenunciable), todo el tiempo del día lo dedico desde hace ya varias semanas a la escuela. Esta libertad de acción es la cara positiva de la vida ermitaña referida arriba. En todo caso, echo de menos un poco de pausa, una lectura sosegada, y un poco más de tiempo para pensar mejor algunas cosas.
Especialmente feliz me tiene la Educación Física. Una vez que mi labor llegó a límites desastrosos (ya lo nombré por aquí), me comprometí a cambiar el rumbo de la manera que fuera necesaria y ahora, dentro de las incompatibilidades que la tutoría plantea, puedo decir que, de nuevo, es una asignatura con la que estoy disfrutando y a través de la cual los niños están pudiendo vivir, sentir, aprender, aspectos importantes. Se trata ahora de una unidad de aprendizaje de danza que puedo aplicar gracias al proceso emprendido este curso por mis compañeros de Pintacoda.
Y siguiendo con la Educación Física, este fin de semana recibimos la segunda entrega del curso de Alfredo Larraz. En este caso trataba sobre la Expresión Corporal. Para comenzar, diré que si yo fuera de Cretas, fuera maestro de EF, …, y no hubiera asistido, empezaría ya a darme golpes contra la pared. Sirva la broma (que no lo es) para expresar la cantidad de sentimientos, emociones, ganas de trabajar, ganas de aprender y mejorar, amor por la escuela, …, que algunas personas pueden hacer surgir en unas pocas horas, con palabras, vídeos, papeles, estudio y considerable cantidad de experiencia en el zurrón. Durante las dos jornadas vivimos algunos momentos mágicos en la dimensión propia, por medio de algunas actividades, y en lo referente a los niños, al observar algunas producciones realizadas en Jaca (cerca de mi tierra…): les podría nombrar las sillas, las músicas, los paraguas, las manos, Octavio Paz, Miró, los zombies, la Cerillera, etc., pero no me entenderían. Si reúno un poco de tiempo me gustaría escribir de una idea fundamental de todo este asunto: la concepción de la Educación Física que parte de la labor realizada por la escuela francesa a través de autores como P. Parlebas o M. Delaunay. Praxiología, dominios de acción, principios operacionales, competencias motrices, reglas de acción, etc: apenas sé nada, pero viendo cada vez mayor sentido a todo, creo necesario aportar un pequeño grano de arena para su difusión y conocimiento. Un currículum se ha perdido por el camino, pero, mientras, la Educación Física sigue constituyendo en algunos lugares la herramienta que da pie a algunas de las experiencias más maravillosas de la etapa escolar de los niños.
Ya hace semanas que ando desconectado completamente de la vida, de blogs (incluso de éste), de reivindicaciones, de zarandajas diversas. Tras sumergirme en distintos asuntos escolares y dudar seriamente de ser capaz de llevarlos a buen puerto, sólo quedaba aplicar el máximo esfuerzo para intentarlo. Al margen de las horas de comida, y del rato diario para el ejercicio físico (éste aún es irrenunciable), todo el tiempo del día lo dedico desde hace ya varias semanas a la escuela. Esta libertad de acción es la cara positiva de la vida ermitaña referida arriba. En todo caso, echo de menos un poco de pausa, una lectura sosegada, y un poco más de tiempo para pensar mejor algunas cosas.
Especialmente feliz me tiene la Educación Física. Una vez que mi labor llegó a límites desastrosos (ya lo nombré por aquí), me comprometí a cambiar el rumbo de la manera que fuera necesaria y ahora, dentro de las incompatibilidades que la tutoría plantea, puedo decir que, de nuevo, es una asignatura con la que estoy disfrutando y a través de la cual los niños están pudiendo vivir, sentir, aprender, aspectos importantes. Se trata ahora de una unidad de aprendizaje de danza que puedo aplicar gracias al proceso emprendido este curso por mis compañeros de Pintacoda.
Y siguiendo con la Educación Física, este fin de semana recibimos la segunda entrega del curso de Alfredo Larraz. En este caso trataba sobre la Expresión Corporal. Para comenzar, diré que si yo fuera de Cretas, fuera maestro de EF, …, y no hubiera asistido, empezaría ya a darme golpes contra la pared. Sirva la broma (que no lo es) para expresar la cantidad de sentimientos, emociones, ganas de trabajar, ganas de aprender y mejorar, amor por la escuela, …, que algunas personas pueden hacer surgir en unas pocas horas, con palabras, vídeos, papeles, estudio y considerable cantidad de experiencia en el zurrón. Durante las dos jornadas vivimos algunos momentos mágicos en la dimensión propia, por medio de algunas actividades, y en lo referente a los niños, al observar algunas producciones realizadas en Jaca (cerca de mi tierra…): les podría nombrar las sillas, las músicas, los paraguas, las manos, Octavio Paz, Miró, los zombies, la Cerillera, etc., pero no me entenderían. Si reúno un poco de tiempo me gustaría escribir de una idea fundamental de todo este asunto: la concepción de la Educación Física que parte de la labor realizada por la escuela francesa a través de autores como P. Parlebas o M. Delaunay. Praxiología, dominios de acción, principios operacionales, competencias motrices, reglas de acción, etc: apenas sé nada, pero viendo cada vez mayor sentido a todo, creo necesario aportar un pequeño grano de arena para su difusión y conocimiento. Un currículum se ha perdido por el camino, pero, mientras, la Educación Física sigue constituyendo en algunos lugares la herramienta que da pie a algunas de las experiencias más maravillosas de la etapa escolar de los niños.