miércoles, 30 de mayo de 2007

ESCRIBIRÉ, QUE SERÁ LO MEJOR.

Hallándome en el mayor embrollo informático de mi existencia, intentaré acertar a escribir cuatro palabras. Varias tardes viendo la vida pasar, encendiendo, abriendo, reiniciando, abriendo, control+alt+supr, control+alt+supr, reiniciando, apagando quitando y poniendo hasta la batería, rezando por momentos. Y así a las 16h, a las 17h, a las 18h, a las 19h, a las 20h, a las 21h, a las…; preciosos minutos estériles.

Hemos comenzado la jornada continua propia del comienzo y el final del curso. Significa que las cinco horas y media lectivas diarias (el miércoles sólo tres; cada clase de una hora) se reducen a cuatro horas (siendo ahora la duración de las clases de cuarenta y cinco minutos). Mi opinión no es favorable a esta organización temporal: las lentas dinámicas de los niños de primer ciclo (sacar libros, recoger, apuntar en la agenda, etc.) hacen inservibles, en mi caso, al 99% estas mini clases. Por ello mi recurrente sensación de ir dejando por el camino multitud de cabos sin atar se agrava terriblemente este mes.

El pobre gato nació a destiempo. Si se hubiera dado un poco de prisa hubiera tenido un gran hogar y una mejor educación. Una vez huérfano, con lombrices en las tripas, conjuntivitis, y unas pocas pulgas, merecía un poco de aprecio. Un par de visitas al veterinario, unos colirios, unas gotas, un poco de atún, sardillas, tortilla, y pienso. Otro par de visitas a Paula, que ya casi lo quiere como para convivir con él, algunos paseos campestres, una pelota y dos ratones de trapo, y el gato ya es un gato fuerte y feliz, con unos preciosos ojos azules, afiladas uñas, e incipientes dientes. Cada tarde algunos niños me lanzan un par de gritos (me encanta este sistema de llamar a una casa), me asomo al balcón y les bajo el gato. Ellos lo pasean, lo marean, lo cansan, y le permiten tomar un poco el sol y el viento. Al rato, según los planes que tengan para la tarde, me lo devuelven. En uno o dos días daré el gato a uno de estos niños, que ahora anda preocupado con las atenciones gatunas que habrá de proporcionarle. Ya ves Jaime, todos contentos.

Hablando de animales, puede leerse en este blog, vía Pablo, que cada día se extinguen en el planeta unas 150 especies animales a causa de la acción humana (a razón de unas 6 especies cada hora). El ritmo destructivo sólo es equiparable a la extinción que supuso el fin, entre otros, de los dinosaurios, hace ya unos cuantos millones de años. El que lea esto sin sentir un escalofrío, o sin sentir cierta repugnancia hacia la especie, o tiene un problema, o lo tengo yo.

Cada vez que paso por las inmediaciones de la Expo maldita me pregunto lo mismo: ¿cómo encuentra en la sostenibilidad, la armonía con el medio, el respeto a la naturaleza, …, sus grandes argumentos, si sólo observo bosques de ribera exterminados, cemento donde había hierba, arbolitos flacos clónicos, miles de farolas que ciegan, un río acogotado por las obras, cientos de plumas, miles de camiones, graveras a pleno rendimiento desinflando las montañas próximas, árboles importados con requerimientos hídricos imposibles (tilos…), …?. Ya se que las palabras políticas van a nada el kilo, pero hombre, algún límite en las palabras desvergonzadas, en las mentiras, en el valetodo, en…, quizá debiera haber. En todo caso, Aquí y aquí se expresan dos personas que, dada su formación, hablan con mejor criterio y conocimiento que yo sobre el entuerto.

Hace poco he volado con el Gurrión hasta la Peña Montañesa, en el Sobrarbe, la montaña y la tierra de José, el abuelo que dio nombre a este blog. Bien se agradece un pequeño aliento pirenaico.

Ctrl.+Alt+Supr. Formatearé el cerebro y reiniciaré el ánimo.

domingo, 27 de mayo de 2007

POPURRÍ ESCOLAR.

Ya está. Decisión tomada para el concurso de traslados a realizar en unos pocos meses. He rellenado varias botellas que serán lanzadas al mar con la esperanza de que, al menos una, llegue a buen puerto. Los criterios para redactar las notas de las botellas han sido variados, pero todos meditados y de noble naturaleza: amor a la novia, amor a la familia, amor a la naturaleza, o deseo de estar cerca de algunos grandes maestros de los que aprender. Puede haber grandes sorpresas. Al agua, ya está.

Me hace gran ilusión mantener contacto con mis alumnos, porque lo serán siempre. Lo hago con algunos a los que simplemente ayude hace ya cinco años a esconder algún trozo de comida en el comedor del Doctor Azúa (esa complicidad que molestaba a algunas mujerzuelas maliciosas). Y lo hago también, claro, con los siguientes alumnos. Envié a Raúl, un gran alumno ansotano, hace poco un cd con cantos de aves que yo tenía por participar en un programa de censos. Él me contesta agradeciéndomelo, contándome algunas peripecias propias de la profusa en anécdotas vida de un niño de once años, y me envía un foto de una abubilla que consiguió captar hace unos días en la tierra donde debí nacer. Me ha hecho tal ilusión que inmediatamente la he colocado aquí para que algunos ornitólogos y amantes de la naturaleza sepan de este niño, ya capaz de admirar, captar, mirar, los pequeños milagros que nos rodean.

También en clave navegante, esta semana los niños de mi clase visitaron el blog de Ricardo, el amable amigo que nos visitó y nos ayudo a descubrir algunas cosas de nuestro entorno. Como nos gustaron algunos de sus artículos, los niños insistieron en dejarle un comentario, que también podéis ver aquí.

Y hablando de blogs, Pablo, mi desagradecido hermano, ha invitado a colaborar en su espacio a algunas personas, obviando completamente cualquier aportación que yo pudiera hacerle. Cría cuervos…

El martes, a las 9:25, hacia la escuela, coincido con un niño y su madre. Hola, ¿qué tal?. José Luis, ayer vimos una máquina con una pala para arrancar árboles. Eso está mal y es triste porque los árboles son importantes para arreglar el cambio climático. La madre ya mira con cara rara al niño y con perplejidad al maestro. Y José Luis, también vimos unas cagarrutas en el campo, cerca de nuestro campamento. Pero no eran de nutria, porque no olían a pescado. La madre mira esta vez perpleja al niño, y atónita al maestro, mientras suspira ay Dios mío. El maestro mira para otro lado.

En clase cada niño plantó el viernes una semilla elegida entre un montón que conseguimos reunir: tomates, calabaza, girasoles, caléndulas, azulejos, …; hastiado de la limitación en el gasto escolar y de algunas malas caras, asumo la compra de asuntos como la tierra, las macetas, algunos dvd’s o libros. Además, nos sorprendemos cada día con el crecimiento de nuestro pequeño pino piñonero, con la capacidad reproductiva de algunas suculentas, o con la sobriedad vital de la uña de gato. Ya lo dijo María, la abuela que nos mostró el Museo Etnográfico Lo Masmut (vayan a verlo), mientras miraba una de estas plantas en la entrada, sobre una roca: “mi madre ya me decía que las personas son como las plantas: unas tienen todo y apenas les da para vivir, mientras que otras, como esta uña de gato, son capaces de aferrarse a la vida en el suelo más estéril imaginado”.

Otro niño de segundo ha concluido En el Reino de la Fantasía, un libro enorme que comenzó tras observar la lectura de su hermano mayor. Le ha costado varios meses, porque, además, consultaba en el diccionario cada palabra no comprendida. El viernes lo llevó a clase, lo mostró, explicó, y lo recomendó a los compañeros. Además, les indicó que la biblioteca alberga otros libritos más flacos y asequibles con las aventuras del ratón Gerónimo Stilton, y se ofreció voluntario para acompañarles y mostrárselos. Este niño es ya un maravilloso lector.

También hace poco se discutió por estos lares la conveniencia del CRIET. Se argumentaban, por una parte, lo apuros de los tutores para cumplir el programa curricular, y se abogaba por incluir en esas semanas de CRIET contenidos ordinarios de cada asignatura para compensar ese agobio posterior. O reducir el tiempo de estancia: dos semanas en vez de tres, …; por otra parte, otros aducían que la estancia en el CRIET suponía un momento único del curso, quizá lo más valioso pedagógicamente hablando, y que bienvenido el apuro curricular mientras la causa sean esas tres semanas de …vida. No hubo gran acuerdo, motivado, creo, porque las posturas surgían de unas concepciones educativas totalmente opuestas.

La exposición Escuelas. El Tiempo Detenido, ya es navegable, ofreciendo y asegurando una singladura plácida, en calma, y con viento totalmente favorable.

jueves, 24 de mayo de 2007

ESCUELA DE TORRE DE ARCAS: LAS ÚLTIMAS MIRADAS.

No sé bien qué ocurre, pero se hacen las tres de la mañana sin que apenas alcance a la mitad de mis obligaciones. Como Víctor propuso (y así gano unos pocos minutos), éste es el artículo escrito para el libro ESCUELAS. EL TIEMPO DETENIDO (es un poco largo para el formato blog, pero confiamos en el gusto lector de nuestro amables visitantes):
El ulular del cárabo avisa del crepúsculo. Son las seis, ya anochece. Unas pocas personas se esmeran en sus últimas labores del día. El pueblo parece detenido. La marcha silenciosa recupera imágenes del cercano, pero tan distante, pasado. Cada paso se escucha al caminar, y su rítmico e hipnótico sonido parece avisar de una inevitable cuenta atrás. Mientras, las oscuras calles recuerdan un tiempo austero, sacrificado, de preocupaciones auténticas.

La escuela, ya esquelética, apenas se deja abrir. El cerrojo, quizá fruto del tormento acumulado por el olvido, se niega a permitir el paso. Algunos cristales están rotos, y una gotera va minando poco a poco la tenacidad de ciertos libros y papeles, testimonio de otro tiempo, que aún se resisten a no servir nunca más.

Las sillas, los pupitres, las estanterías aún llenas de material escolar y las librerías repletas de libros, ayudan a tejer cierta ilusión mental de una escuela viva, con los niños y el maestro en pleno y bullicioso trabajo.

En la pared cuelga inválido el horario de las clases, incapaz de organizar un tiempo que ya no tiene. La tiza, sumisa y obediente, bajo la pizarra; sólo esperando el momento para empezar una nueva lección, el momento de cultivar la sensibilidad, de sembrar interrogantes, de intentar entender una parte del maravilloso mundo.

El sendero parece detenerse aquí, después de haber atravesado tramos sombríos y retorcidos, pero también otros llenos de luz y armonía:1


Los primeros años de posguerra

La brecha terrible, la guerra. Dificultades añadidas a la ya difícil vida. En el pueblo comenzó el tiempo en el que los jamones y los huevos habían de reservarse para pagar la propia vivienda, o para canjearse simplemente por cierto respeto de un bando u otro.

La ausencia de estabilidad y continuidad en el trabajo de la escuela constituyeron dos claves importantes en este período, de modo que fueron muchos los maestros que trabajaron en el pueblo durante un breve tiempo. Entonces, los niños acudían a la escuela de arriba, posterior consultorio médico, y las niñas a la de abajo, antes cementerio y hoy centro multiusos. Compartían algunos momentos de juego en la plaza, pero no estaban especialmente interesados en jugar juntos. De vez en cuando, algún grupo de chicas cogía a algún incauto muchacho y, sujetándolo, le quitaban los pantalones para su eterna vergüenza ante los compañeros.

Frecuentemente, los juegos en el recreo discurrían a la sombra de los soldados, de quienes un “qué niña tan guapa” suponía el mejor de los halagos y la certeza de la envidia de todas las compañeras.

Doña Pilar y Doña Nati fueron dos de las primeras maestras que llegaron al pueblo tras la guerra. Entonces, los dictados, la lección del día, las labores para las chicas, o el cálculo, iban componiendo el mosaico diario de la escuela. Las aspiraciones de las niñas se orientarían hacía las tareas del hogar. No cabía ni el mero pensamiento en un destino diferente, puesto que la propia familia lo valoraba como inadmisible.

Con seguridad, fueron los momentos de mayor dificultad, puesto que la destrucción generada por la lucha, la represión hacia los derrotados, la pobreza, se acompañaban del doble temor a los maquis instalados en las montañas colindantes, por una parte, y de la represión de la guardia civil, por otra, que vigilaba férreamente cualquier tentativa de colaboración con los guerrilleros. Por las noches eran frecuentes los asaltos a las cuadras, a los corrales, o las llamadas furtivas y amenazantes en busca de cualquier alimento. Incluso hubo un tiempo en el que se estableció a los masoveros la obligación de acudir al pueblo para dormir, en un intento de controlar la complicada situación que se vivía en las masías durante las noches. Un par de gallinas o un poco de levadura justificaban el intento de asalto.

Del trabajo ordinario de los maestros formaban parte exigencias como la del Frente de Juventudes de rellenar un parte mensual donde anotar pormenorizadamente asuntos relacionados con el izado de las banderas, las canciones políticas ensayadas (“Oración por los caídos”, “Cara al Sol”), la ubicación de los distintos iconos religiosos y nacionales en la clase (“Crucifijo, retrato del Caudillo, y retrato del Fundador de la Falange”), el respeto y cumplimiento regular de los preceptos políticos de la revista Mandos, o con los escolares persuadidos para su entrada en las Falanges Juveniles de Franco.

En la segunda mitad de la década de los cuarenta, el presupuesto anual de la escuela rondaba las ciento noventa pesetas, que apenas se podían destinar a un par de libros, algunos cuadernillos, papel, tinta, y material para la correspondencia.


Década de los cincuenta: nuevas dificultades

Ya en los años cincuenta, comenzó a distribuirse la “leche de los americanos”. En el recreo cada niño podía tomar su ración correspondiente, junto a una porción de mantequilla. También las familias recibían algunas raciones que incluían leche, queso, y sémola, y que constituían una valiosa ayuda para los desnutridos estómagos de la época. El maestro, que recibía minuciosas instrucciones sobre la conservación o el reparto de los alimentos desde el Servicio Escolar de Alimentación, anotaba escrupulosamente las cantidades diarias gastadas y redactaba un informe cada mes. Por su parte, los niños acudían a la escuela con sus porciones de azúcar y de Cola Cao (los más afortunados), con las que disimular el sabor de la leche en polvo.

Sorprende observar algunos informes enviados a la escuela en los que se manifiestan tallas y pesos de niños de diferentes edades organizados en las categorías “pobres”, “acomodados”, y “pobres con leche”. Estos datos, a su vez, se correlacionan directamente con “mayor rendimiento cultural […] y mejor capacidad para laborar por la grandeza de España”.

En la clase, cada semana dos niños se encargaban de la preparación del alimento: medían las cantidades, calentaban el agua, y repartían a los compañeros su ración. Posteriormente, cogían la olla y la limpiaban en el barranco con el agua que allí manaba. La arena sustituía al jabón. Hablamos de otro mundo.

En ese mundo también vivían Don Ricardo y Doña Micaela. Dos maestros que, tras varios años en la escuela, dejaron su cargo al sufrir extraños acontecimientos. El primero, yerno del escritor Desideri Lombarte, ingresó en prisión por motivos políticos. Mientras, la segunda, que “desarrolla su labor profesional con enseñanza viva, activa y práctica, basada en el amor a Dios, a la Patria, y al prójimo”, decidió seguir el consejo de los misioneros y ordenarse monja, probablemente llamada tanto por su vocación religiosa como por el anhelo de una vida con menos estrecheces. Finalmente, reconsideró la situación y volvió a retomar la profesión, ya en otro pueblo.

La escuela, con casi cuarenta niños y con esta complicada situación, vivió unos años donde ningún profesor quiso ocupar la plaza, por lo que se hicieron cargo de la enseñanza personas bien diversas: el médico, una señora amiga del alcalde, e incluso el mismo cura, recordado por su firme empeño de comprobar la resistencia de la regla contra las palmas de los alumnos despistados.

El analfabetismo centraba gran parte de los esfuerzos pedagógicos, interviniendo en la escuela las Juntas Locales y Provinciales Contra el Analfabetismo: “informa el maestro que no existe ningún analfabeto, siendo la redacción eficiente en cinco alumnos, y pésima en el resto, lo mismo que la lectura, a causa del bilingüismo dialéctico de la localidad”.

La religión católica o la exaltación patriótica encontraban idéntico espacio en la escuela que el lenguaje, la historia, o las ciencias naturales, como constatan algunas preguntas de los Exámenes para el Certificado de Estudios Primarios: “¿En qué milagro de los siguientes intervino directamente la Santísima Virgen?”, “¿Por qué amamos tanto a España?”.

Desde la Inspección Provincial de Enseñanza Primaria de Teruel la maestra recibía órdenes de cualquier naturaleza, como aquéllas en las que se informaba sobre los lugares exactos de la clase en los que colocar el crucifijo y los retratos pertinentes de los santos y los dirigentes: “Por orden del Ilmo. Director General de Enseñanza Primaria tengo el honor de comunicar a V.S. que la colocación de los símbolos ha de hacerse en forma que…”.

El abandono pedagógico encontró solución cuando una persona del pueblo hizo comprender al inspector de educación de Alcañiz la necesidad de un maestro en Torre de Arcas; uno de verdad. Así, comenzaron a desfilar por la escuela un sinfín de maestros, como Don Enrique y Doña Fina, Don Emilio, Don José María, Doña Esther y Doña Paloma, que fueron los encargados de reconducir esos anárquicos años hasta que en 1964 apareció en el pueblo la maestra Doña Mari Nieves Martín.


Doña Mari Nieves y el nuevo edificio escolar

El nuevo edificio escolar acababa de inaugurarse, merced al Plan Nacional de Construcciones Escolares de 1961, y a él ya acudieron niños y niñas agrupados en una misma clase. Era un edificio muy demandado, puesto que desde hacía más de siete años los maestros denunciaban las insoportables condiciones de la escuela femenina, carente de luz e inhabitable por la humedad. Todo el proceso de construcción del edificio (aula y viviendas) costó cuarenta y seis mil pesetas.

Doña Mari Nieves procedía de una familia adinerada extremeña, llegó sola, y permaneció en el pueblo veintisiete años. Su figura acompañó, en varios casos, a distintas generaciones de una misma familia.

La vida seguía siendo austera, sin abundancias de ningún tipo. Era normal acudir cada cierto tiempo a Morella para comprar telas con las que hacer la ropa para todo el año, o sacar adelante con la mismísima leche en polvo americana a los lechones que la cerda no podía amamantar (no era momento para dejar morir varias raciones futuras de comida). Las alpargatas se ponían cada noche cerca del fuego y luego rápidamente en los pies para hacer menos amargo el trance de conciliar el sueño.

Inalterablemente, las clases de la maestra comenzaban con los pertinentes rezos. Los ejercicios memorísticos y el repaso de las lecciones de la Enciclopedia Álvarez representaban la mayor parte del trabajo diario.

Sus alumnos, sin excepción, acudían a la misa de los domingos durante todo el curso. Incluso el día que un rayo carbonizó buena parte de la iglesia y los santos que la habitaban, Doña Mari Nieves improvisó un altar en la clase donde oficiar los actos religiosos. Algunos alumnos mantienen bien vivo ese recuerdo.

Su casa era la segunda planta del edificio escolar. El impredecible destino permite recorrer los pasillos que ella transitó tantos años, contemplar la cocina donde comió en silencio cada día, el cuarto donde soñaba cada noche, observar el salón donde se forjaron sus ideas, donde añoró, y lloró, a los suyos. Algunos cubiertos, pocos muebles lastimados, y un espejo roto son testimonio de ese tiempo.

Por la tarde, al salir de la escuela, solía acudir a alguna casa del pueblo, donde merendaba y pasaba el rato hablando con la familia. Durante el fin de semana, solía viajar a Alcañiz, puesto que allí tenía algunos amigos y aprovechaba para hacer las compras y ocuparse de asuntos de difícil gestión en el pueblo. En ocasiones, también algunas familias eran invitadas a su casa de la playa a cambio del medio de transporte, del que ella carecía.


Los últimos años: nuevos aires y el fin de la escuela

Más de dos décadas transcurrieron hasta que, ya rondando los setenta años, Doña Mari Nieves se jubiló. Este hecho fue muy importante en Torre de Arcas, e incluso, antes de su marcha, se celebró una comida a la que acudieron todos los habitantes del pueblo.

La maestra regresó a su Plasencia natal, pero periódicamente acudía al lugar en el que había dejado la parte más importante de su vida. Como muestra de su vinculación con las familias, el día que celebró su boda, ya jubilada, organizó un autobús que transportó a numerosos vecinos de Torre de Arcas hasta su residencia extremeña. Aún hoy, habiendo transcurrido casi veinte años desde su jubilación, mantiene contacto telefónico con algunas amistades.

Tras su marcha, el futuro de la escuela era ya poco esperanzador: quedaban menos de 10 niños en el aula. Este tiempo supuso un cambio rotundo en la vida de los alumnos, que, de repente, comprobaban confundidos la mirada extraña de la nueva maestra cuando ellos esperaban cada mañana puestos pie el momento para comenzar a rezar, de igual modo que cuando se levantaban raudos ante la entrada de cualquier persona en la clase. Comenzaban a recibir una enseñanza que partía de una filosofía, de una forma de entender el mundo, con pocas semejanzas respecto a la anterior. Especialmente significativas fueron las primeras estancias en los recién creados Centros Rurales de Innovación Educativa de Teruel (CRIET), donde se agolpaban múltiples novedades y se descubría ese nuevo mundo: el aluvión de nuevas amistades, de costumbres tan llamativamente liberales para ellos, las tecnologías disponibles, las excursiones, visitas, talleres, etc.; es decir, todo un universo de compañeros, maestros, contenidos, recursos, maneras de ser y de hacer, casi desconocidos hasta entonces.

El declive de la escuela aún consintió la entrada del centro en la nueva organización del tejido educativo rural: pasó a formar parte del Centro Rural Agrupado Tastavins, junto a Peñarroya de Tastavins, Monroyo, y Fuentespalda. Su previsible cierre añadió mayores dificultades, puesto que ningún maestro solicitaba una plaza próxima a desaparecer. Así, hasta que en el curso 1996-1997, con sólo cuatro niños en edad escolar, se cerró por última vez la puerta de la escuela. El último día…, la última clase…, la última palabra…, las últimas miradas.

La fuente de la que manaba la vida del pueblo se había secado. Ya no habría más gritos de niños ansiosos por entrar o salir, ni miradas curiosas, ni riñas, ni sonrisas, ni complicidad.

Ya es de noche. Huele a naturaleza, brillo de estrellas, silencio, oscuridad. Cerramos la puerta. Quizá el espacio rebosante de vida en otro tiempo, desbordante de anécdotas, de emociones y sentimientos, sea precisamente el lugar capaz de producir, al permanecer callado entre sus paredes y observarlo vacío, la sensación más intensa de desorientación y melancolía, de incomprensión y de tristeza.


1 Para la elaboración del texto se ha utilizado información del archivo municipal de Torre de Arcas, así como de fuentes orales del municipio.

lunes, 21 de mayo de 2007

LUCES Y SOMBRAS. LO DE SIEMPRE.

El viernes fue un buen día. Vimos nuestro escrito en las paredes del Museo Pedagógico de Aragón, y nos ilusionamos con ser parte activa de ese entramado de ilusión, sorpresas, vida, que cada día, poco a poco, va tejiendo la escuela. La felicidad también de encontrarme, de modo demasiado efímero, con Jaime, con el que voy encontrando pequeños, o grandes, proyectos comunes para mantenernos cerca. La felicidad de estar acompañado por Paula, a la que cada día quiero más y mejor, lo que resulta demasiado problemático. Me produce gran sorpresa, y sonrojo, comprobar nuestros nombres y palabras entre las páginas del libro. De todos modos, a modo de confidencia, ayer me gustó un poco más que las otras veces mi escrito. Será por el vestido que ya lleva, y por los acompañantes. Las cuatro de la madrugada no dan para mucho, pero ya disfruté de los textos de Julio Llamazares, Miguel Mena, Mariano Coronas, y Enrique Satué. Sí me produjo pena no poder saludar, o conocer, a algunas personas que no pudieron asistir.

En la escuela, ya sí, mostraré las últimas lucecillas que aún me quedan escondidas a estas alturas. De momento, comenzamos unas muy majas, eso espero, sesiones con la bici, y esta tarde llenaremos la clase de cactus, pinos, sandías, rosales, melones, uña de gato, y tomates.

Pablo me llenó la cámara, la mochila, la funda de la cámara, …, de barro. Hasta sus mecanismos más recónditos. Y nos mantuvo en vilo, a la espera, tres horas. Todo por una foto. La plataforma de presión, los cables, el mecanismo con plastilina, la cámara de veinte duros tunning. Más le valdrá regalarme, al menos, esa primera foto de nuestro tejón comiendo sandía y galletas Chiquilín, o la garduña enfrascada en las sardinillas con tomate.

Llevo tiempo evitando estos temas, pero es que los señores del ladrillo se acercan a mi tierra. Se acercan sin remedio, está rodeada. Que construir 1400 viviendas en un pueblo 400 habitantes sea considerado por el alcalde como aceptable, sostenible, lógico y coherente, pues él verá. Que colocar un campo de golf al lado se entienda como óptimo para el desarrollo del lugar, pues bueno, misterios insondables esconde la ciencia; pero…, que esa superurbanización sea la esperanza de salvación del pueblo, por la población que fijará, no me acaba de convencer. Creo que las personas establecen su residencia en función de aspectos como el trabajo. En todo caso, sí es seguro que el asunto hará ricos a unos cuantos propietarios, a unos cuantos accionistas, a unos cuantos políticos, y, también seguro es que el turismo que se atrae con ese tipo de construcciones de lujo no suele ser el más respetuoso y sensible hacia el maravilloso, milagroso, entorno en el que se hallará esta nueva aberración humana. Seguimos echando cemento en la herencia para nuestros hijos.

jueves, 17 de mayo de 2007

SI AL MENOS ME PRESTARA UNA DE LAS SIETE QUE DISFRUTA...

Un colirio para los ojos, unas pastillas para las pulgas, garrapatas, lombrices, y demás zarandajas parásitas. Leche de vaca, que la de gata está por las nubes, y unas migajas de atún tras las sardinas y las judías blancas con morcilla.

Jaime se parte de risa y aconseja el gaticidio. Yo lo siento por él, una persona sin sentimientos ni sensibilidad.

Los vericuetos de la profesión son inescrutables.

Las sorpresas han ido hoy un poco más lejos. Primero he realizado unas observaciones curiosísimas al microscopio, apenas confesables. Y posteriormente he indagado por sorpresa en la misteriosa psicología humana. Grandes risas internas.

Creo que en un mes formaré parte del tribunal evaluador en la oposición de primaria. Acabar un curso tras nueve meses de solitaria soledad, comiendo solo, cenando solo, pensando solo, riendo solo, sintiéndome solo (esto es lo único importante), no conduce a sentirme contento cuando conozco que estaré otro mes en Teruel capital, a tres horas del hogar familiar más cercano. Transpirenaica y otros ejercicios espirituales al carajo. Además, me da también un poco de risa evaluar algo tras una dilatada experiencia de dos años. Vergüenza, quería decir. Diría al inspector, o quien corresponda, que no me considero capacitado, pero también reiría, supongo. Creo saber que en Cataluña los novatos como yo no pueden ser candidatos para el tribunal de oposición. En todo caso, será curioso pasar por el proceso después de tan poco tiempo, y observar los detalles, injusticias, cansancios, nervios, presidentes de mirada fulminante, …, desde el otro lado. Y claro, no se dude, cargo ya con un pesadísimo sentimiento de responsabilidad.

El viernes viajaremos al Museo Pedagógico de Aragón. Será para nosotros como el día de los buitres para mis alumnos: probablemente uno de los recuerdos más bonitos del curso. Imagino que un poco colorados de vergüenza, con ese sentimiento de farsantes que igual nos acompaña toda la vida. Aunque será una alegría huérfana.

lunes, 14 de mayo de 2007

VAYA, TODO ES MENTIRA. Y LOS OES EXCLAMATIVOS, LAS MIRADAS TRISTES, LOS RECREOS, LAS COMUNIONES, LOS GUSANOS, Y LAS SANTAS LATAS DE MEJILLONES.

Comenzando por lo mundano, hoy hemos sufrido el terrible robo de nuestros gusanos de seda. Unos gusanos que habían viajado conmigo miles de kilómetros por no dejarlos solos dos días y así evitar su muerte por inanición. Gusanos por los que Paula me increpó duramente por hacerles dormir bajo nuestro mismo techo. Esos gusanos han desaparecido. Quedan sus hojas y su caja. Considerando que nuestros gusanos no eran escaladores, ni osados aventureros del espacio exterior, sino que su instinto gusanil les obligaba a permanecer junto a la comida, ¿alguien entiende quién sustrae, y por qué, veinte gusanos de seda?.

Hace unos meses comenté mi sorpresa cuando la mayor parte de los niños de la escuela, creo que todos, no acudieron a las clases el día siguiente, no recuerdo si fueron dos los días, a la conclusión de las fiestas del municipio. Me dio la impresión que los niños tenían que curar los excesos propios de las fiestas adultas. Un extraño reposo infantil. Ayer algunos niños comulgaron, y resulta que buena parte de ellos han guardado también hoy fiesta. Quiero pensar que el esfuerzo espiritual ante la (re)entrada de Dios en sus carnes debió ser mayúsculo, pero observando que la mayor parte de esta celebración gira, en la mayor parte de los niños, en torno a la fiesta y los regalos posteriores, tampoco comprendo qué argumento motiva su no asistencia a las clases de hoy. Discrepo del ejemplo para los niños que subyace en estas curas de reposo tras sus fiestorros, paganos o no.

Hoy he tratado en la escuela una especie de problema que ya resulta recurrente. El asunto tiene que ver con los juegos de los niños en el recreo, y con poder ampliar sus opciones con el material de educación física. La mayor parte de los alumnos suelen jugar a fútbol, lo que excluye sistemáticamente a muchos compañeros no interesados en el asunto, y empobrece un tiempo libre que podía contar con una riqueza mucho mayor. El meollo del asunto, o una parte, tiene relación con la naturaleza de un CRA, con cómo gestionar la necesaria, o legal y oficial, homogeneidad entre los pueblo que lo forman, a la vez que se respetan, o incentivan, las iniciativas y peculiaridades de cada uno de esos pueblos, o de los maestros que allí trabajan. Mi conclusión tras mi breve experiencia dice que se suele apostar por asegurar esa uniformidad en detrimento de los otros aspectos, de forma que muchas iniciativas caen en el olvido en aras de no suponer una nota discordante dentro de la orquesta. Creo que este procedimiento castiga buena parte de las inquietudes de los maestros, y limita extraordinariamente su capacidad de acción. La unidad del CRA me parece estupenda, pero a mí se me ha vendido toda la vida que esto era una manera de rentabilizar recursos materiales, humanos, …, salvar el problema de la despoblación rural, ..., y no una necesidad de hacer en cada pueblo las cosas lo más parecidas posibles.

El jueves acudieron Ricardo (podéis leer su crónica de estos días) y Pablo (espero que también pronto cuente sus sensaciones con los niños) a nuestra clase. Comenzamos la mañana emprendiendo viaje al Más del Buñol, el observatorio de aves necrófagas situado en Valderrobres. El Viaje fue realizado gracias a la ayuda de las familias. Salirme del guión tan claramente, con la excursión, con los invitados, las actividades, …, me tenía preocupado. Ya en el observatorio las primeras exclamaciones de sorpresa de los niños me tranquilizaron. Todo iba bien. Fueron dos horas preciosas donde miraron, escucharon las silenciosas explicaciones de la naturaleza, fotografiaron, y rellenaron su cuaderno de campo. Al salir iniciamos la excursión a una pequeña chopera junto al Matarraña. Comimos, algunos más de lo necesario, y jugamos a toros, y investigadores, y a cuarenta mil cosas más. Ya Ricardo y Pablo eran personajes muy queridos y sufrieron en primera persona la desbordante energía de los niños. Por supuesto, la oportunidad de enseñanza que el lugar deparaba no se desaprovechó, y nuestros invitados nos acercaron a algunos de nuestros vecinos, como el andarríos, el martín pescador, el milano negro, el alcaudón, …, además de mostrarnos la increíble riqueza presente en un trocito de agua (caracolas de río, renacuajos, ditiscos, los insectos que recogen burbujas de aire para respirar bajo el agua, larvas de diferentes especies, …). Todo ello aderezado con el implícito beneficio que supone cualquier salida para lo relacionado con la autonomía personal y las relaciones entre los compañeros. De vuelta, al encuentro de los padres, nuevas sorpresas ante las visitas de algunos animalejos, unos tragos en la fuente, más juegos, y a descansar a casa con un amplísima sonrisa.

El viernes, las primeras dos horas se dedicaron a un señor que vino a hacer unas actividades de catalán. La tercera, de nuevo con nuestros acompañantes, repasamos las fotos del día anterior. Lo hicimos en compañía de los alumnos de tercero, a quienes invitamos. Sirvió para repasar algunas cosas aprendidas, reírnos por algunas imágenes, o volver a admirar algunos grandes milagros. Ricardo se sorprendió de dos cosas: la primera me la reservo, y la segunda tiene que ver con las falsas creencias, mitos, falsedades presentes en las cabezas de los alumnos de tercero: desde sapos que escupen, hasta culebras malas malísimas, casi acercándonos a las ranas que se convierten en princesas. El asunto es ese desconocimiento profundo degeneraba en algunos casos en una actitud violenta desmedida hacia el entorno, con la convicción de tener que aniquilar a todo bicho que asomase el hocico. Ricardo y Pablo se esmeraron en desmontar algunos mitos, pero quedó la triste sensación de no poder luchar con la mayor parte de esas tan arraigadas como infundadas creencias. Aquí sonó la representativa exclamación del niño que gritó “pues vaya, ¡todo lo que sabemos es mentira!. Saquen sus conclusiones.

Por la tarde dos talleres. Con Ricardo taller pajarero, con egagrópilas, plumas, libros, y muchas palabras por el camino. Con Pablo taller microscópico, donde conocieron esa herramienta milagrosa, cómo hacer unas preparaciones, y pudieron observar desde glóbulos rojos, a una sección de pulmón, o unas células vegetales extraídas previamente de una amable cebolla. En suma, una invitación y un acercamiento de los niños a la ciencia, al mundo que les rodea, a la vida. Finalmente, cánticos a los visitantes, fotos, abrazos, besos, promesas de otra visita, y agradecimiento por su generosidad.

La sensación final es realmente positiva, habiendo indagado en una dimensión de la enseñanza aún poco conocida por mí, inestable, pero esperanzadora y llena de posibilidades. Seguramente constituirán parte de los recuerdos que los niños conseguirán guardar de este curso.

Leo La Naturaleza Humana, de J. Mosterín, y Cara a Cara con la Vida, La Mente, y el Universo, de E. Punset. Son dos libros fascinantes, que no hacen sino generarme mayor inquietud, no me dan las respuestas que necesito, pero siento la necesidad de leerlos. Alguna desviación ya enfermiza, quizá.

Hoy en lengua hemos comenzado nuevo tema filosófico: la muerte han elegido. Ya me siento con unas pocas fuerzas, así que no he puesto reparos. He introducido el capítulo, por lo que comenzaremos el tema sobre el que estos niños de mi clase saben exactamente lo mismo que el mayor sabio: nada.

Definitivamente este será un muy mal año, creo que el peor. El año en que algunos momentos de la cena concluían con los comensales callados, cabizbajos, pensativos, con lágrimas reprimidas, y miradas tan tristes como ausentes. Mi madre me dio la bolsa con un poco de fruta, unas pocas latas, y una garra de pollo de las que sólo ella hace. Aunque es un ritual antiguo, creo que ambos pensábamos en ella, en su amor infinito expresado con unas bolsas de macarrones, unas conservas, unas verduras, unas magdalenas, y un sal pronto, llama cuando llegues y cierra bien la puerta. Los sentimientos siguen intactos.

viernes, 11 de mayo de 2007

OTRA SEMANA SE QUEDA ATRÁS.

La clase de primer ciclo de Peñarroya vive estupendos días, con los niños en el mejor momento de forma del año, contentos y felices con la escuela. El curso se nos hará corto. Ricardo y Pablo nos ayudaron a encontrar nuevas lucecitas en la oscuridad. Pronto daré detalles.

Por lo demás, siguen pasando cosas extrañas; por fuera y por dentro.

lunes, 7 de mayo de 2007

APURANDO LAS ÚLTIMAS GOTAS.

Hace unos días unos niños vinieron corriendo a buscarme diciendo que habían encontrado egagrópilas de búho en el patio de la escuela, en pleno partido de fútbol. Yo me reí y no les hice mucho caso, pero me arrastraron hasta allí y con aires triunfales me mostraron esas bolitas de pelo y huesos de una, probable, lechuza. Quedaron orgullosos de sus capacidades de rastreo, pero, sobre todo, quedé, y quedaron felices, por poder descifrar parte del ignorado lenguaje de la naturaleza.

Otra niña me vio leyendo el otro día unos libritos sobre botánica y se mostró interesada por una guía sobre flores de montaña. Hasta el punto que trajo a clase el dinero para que se lo comprase. Este sábado acudí a la librería, tras el monumental atasco de la desmesurada y desfigurada Zaragoza, y le compré el libro. Le incluyo una breve nota consultándole si será capaz en unos cuantos años de admirar en la naturaleza todas las referencias que aparecen en el libro. Quizá descubra un nuevo camino.

El jueves visitaremos el Mas del Buñol, un lugar creado por dos aventureros con ilusión y un espacio único en Europa en el observaremos aves carroñeras a unos pocos metros en completo estado salvaje. Por la tarde comeremos juntos donde podamos y daremos un paseo por la inmediaciones de Valderrobres.

Además, he invitado a dos personas para pasar con nosotros ese día y el siguiente. Pablo vendrá ataviado con su telescopio y su microscopio. Con unas cebollas, un par de escupitajos, y un poco de pan de rana, trataremos de escrutar el universo de lo pequeño, de lo diminuto, la dimensión en la que comienzan las cosas, y los sueños. Un espacio que, como los demás, solemos obviar y despreciar.

Ricardo, por otra parte, es un reputado ornitólogo que trabaja en el centro de interpretación de la naturaleza del Galacho de Juslibol. Por pura afición y afán divulgativo ya ha pasado por algunas escuelas tratando de acercar a los niños algunos pequeños milagros que nos rodean. Vendrá pertrechado con plumas de mil especies, con fotos, y con ganas para salir al campo y compartir con los niños unos momentos de aprendizaje y placer.

La prensa para secar hojas ya está construida. Unas cuantas maderas, tuercas, tornillos, varillas roscadas de acero, …, fueron suficientes para que las manos expertas de mi casero produjeran el instrumento con el que construiremos nuestros herbarios.

Ya tenemos cita con la luna. Se disculpó por su retraso, y prometió cumplir su horario dentro de dos semanas. Entonces volveremos a visitarla, y volveremos a mirar el cielo en busca de algunas respuestas. O simplemente miraremos, sin esperar ya nada.

Ayer visité el cementerio. Una tía de mi madre, una señora vieja, trabajadora, sabia como lo eran antes, sosegadamente me mostró el lugar donde será enterrada. No dentro de mucho, dijo. La miré intentando apropiarme de sus pensamientos. Pasaron unos segundos y comenzamos a caminar alejándonos del lugar. Pregunté a mi abuela, a bisabuelos, a familiares lejanos. Miles de preocupaciones, de momentos, de explosiones de felicidad, de tragedias, de amores, de hijos, de besos y de abrazos, de últimos abrazos como los que ahora doy a Paula, a mis padres y a mi hermano. Todo resumido y concentrado allí.

Sigo mirando el cielo, sigo escuchando a los pájaros, sigo pensando, leyendo, pero todo se ha ido al carajo. La visión ha sido espantosa, y apenas me deja dormir. No sé dónde podré obtener algunas respuestas. Creo que no las hay.

jueves, 3 de mayo de 2007

OTRO, MIENTRAS EL RELOJ LATE IMPERTURBABLE.

¿Qué hacer si, súbitamente, la tristeza rellena cada instante?.

¿Qué hacer si esa citada angustia existencial se convierte en un pinchazo continuo en las entrañas?.

¿Qué hacer si las lágrimas apenas tienen ya fuerza para no derramarse?.

¿Qué hacer si lo que parecía un rumbo claro se torna una visión fantasmagórica, borrosa, agónica?.

En clase hoy hemos tratado algunas noticias profusamente. La verdad es que casi no tengo fuerzas para hacerlo. Son siempre las mismas. Roban, sufren, aparecen, mienten, derrochan, siempre los mismos. Los mismos atropellos, destrozos, extinciones, tragedias de siempre. Y ésto salpicado de otras que cuesta creer ocurran en nuestro mundo de civilizados.

Subía a las tres hacia la escuela, cargado de cacharros como siempre, mientras llovía abundantemente. En ese momento me adelantó con el coche una señora de una niña de la escuela que suele negarme el saludo frecuentemente. Me aparté, pero la gran velocidad que llevaba provocó que me salpicara desde los tobillos hasta las cejas. Supongo que lo haría con buena intención.

Acabo de despedir a las madres tras la última reunión del curso. Me gustaría ver alguna vez a los padres. Hemos tratado cuatro cosas y una excursión pendiente. Observo que (me) resulta imposible poner de acuerdo a las familias cuando tratamos algo un poco alejado de lo normal. Sigue siendo lo más ingrato de mi trabajo. También hemos organizado una rápida exposición para que los niños mostraran a sus familias lo que hemos podido analizar durante el curso relacionado con el medio ambiente: las egagrópilas, algunas fotos, piñas comidas por ardillas, algunos cráneos de mamíferos, algunas garras de aves, unos pocos insectos, serpientes y sus mudas, cuernos, agallas de roble y carrasca, etc. Para ellos ha sido una bonita actividad. Será por mi pesimismo, pero varias caras de asco o indiferencia pronosticaban un complicado trabajo con los niños en torno a su educación natural. No es problema de estas familias, claro está. El problema es de la sociedad. Y no pretendo parecer un visionario profeta agorero; creo que echando un vistazo al panorama todo el mundo puede llegar a similar conclusión.

Cojo la tecla veinte minutos después. Me han visitado siete u ocho niños. Siguen contentos, me piden fotos, acertijos, y hablan de lo bien que estuvieron en el CRIET. Poner toda la ilusión en la escuela me aporta grandes satisfacciones, pero también implica que su ausencia dificulte tremendamente el trabajo.

Cada año, el camino andado, se guarda en un tarro en la correspondiente sección cerebral. Con su etiqueta, su fragancia, sus imágenes, sus sonidos. El curso pasado ansotano pude revisar este tarro antes de que fuera ordenado en su lugar, al acabar el curso, a causa de la intensidad del mismo. Este curso, aún sin acabar, ya empiezo también a vislumbrar las características que tendrá la mezcla. Será una mezcla muy extraña: con grandes zonas claras y con otras muy oscuras. Pero, ante todo, la tristeza será un ingrediente que impregnará toda la receta. Tengo algunas cosas importantes que decir, pero aún debo pensarlas mejor. Quizá deba esperar a ser viejo para contarlas.

martes, 1 de mayo de 2007

ORQUÍDEA Y OTRAS COSAS IMPRONUNCIABLES.