domingo, 8 de marzo de 2009

DE CUANDO LAS LETRAS COLGANTES SIGNIFICAN EL ENCOGIMIENTO DE ÓRGANOS VITALES EN LO CONCERNIENTE A LAS EMOCIONES Y LOS SENTIMIENTOS.

De vuelta a la escritura. A continuación, unas líneas de hace unas semanas escritas en oscura disposición:

Estoy en la cama. Sobre mi cabeza, en el techo, descansa una gran P. P no de pena, ni de pulga, ni de pino: P de Paula. Lleva allí casi diez años, cabeza abajo, y nos volvemos a encontrar. Maldito encuentro. También vuelvo a encontrar a viejos habitantes del barrio: los hombres de cara granate que se dirigen al bar para recibir su dosis diaria de alcohol y nicotina, la señora del portal contiguo a quien su marido pegaba, los tipos de mi edad que atormentaban a sus compañeros de clase en mis primeros años de escuela. Caras que estaban aletargadas en mi memoria y que ahora reaparecen con las arrugas y el pesar que añaden diez años de existencia pesada y difícil. Caras viejas, tristes y cansadas.

Palabras Sencillas desapareció hace ya unos días, y siento de nuevo la necesidad de encadenar pensamientos en forma de palabras escritas. Ya no son palabras sencillas porque, si las palabras explican el mundo (el de fuera y el de dentro), apenas puedo explicar nada, y si algo puedo contar será en forma de palabras surgidas en un nacimiento laberíntico, tortuoso, dubitativo hasta el extremo. Serán, más bien, las palabras de un marciano, las de un caminante que queda asombrado ante cada nuevo elemento que surge en su camino y que ninguna explicación puede expresar. Serán también las palabras de un maestro que nada enseña; un maestro farsante, que acabó, sin saber demasiado bien cómo, en clases ante un ciento de niños y que esforzadamente consigue sembrar un par de dudas y estimular algunas inquietudes.

Ahora pausa, puesto que el corazón encogido dificulta incluso en movimiento de los dedos al teclear. Dormir es un día más la mejor opción; “todos los beneficios de la muerte, pero sin el pequeño inconveniente”.

Marciano Ansotano (E.A.A.)