miércoles, 6 de julio de 2016

SEVERINO PALLARUELO.


Releyendo escritos de hace años me entristezco comprobando que soy un maestro y una persona muy diferente a la que comenzó. Quizá el cambio no sea negativo en sí mismo; el problema es que compruebo haber perdido muchas virtudes y energía del comienzo y haberlas sustituido por desilusión en muchos casos. Las grandes personas que he tenido la suerte de conocer tienen el factor común de mantener la ilusión intacta y a prueba de bombas, precisamente han enfocado su carrera y su vida hacia lo positivo, dejando de lado los problemas e inconvenientes. Examen de conciencia, perdón de los pecados y propósito de enmienda. Creo que era así. A los dioses de todas las religiones pasadas y futuras pongo de testigos para este nuevo propósito que me planteo.

Este curso pasado no pasará a la historia personal como un buen curso, más bien al contrario, pues me enfrenté a un problema que me superó y me hizo considerar la opción de cambiar de trabajo o planeta. Sin embargo, sucedió que uno de los días que lo integraron fue quizá el mejor día que he pasado en la escuela. Ese día acudió a mi clase Severino Pallaruelo. 

No pude dejar constancia de esta visita en el blog de clase ni en ningún otro lugar, así que me gustaría que quedara reflejado, al menos, en este lugar.

Se planteó la posibilidad de su visita gracias al contacto de una compañera. Severino desde el primer momento se mostró interesado, así que fuimos dando forma a la visita poco a poco. Sus múltiples perfiles nos hacían dudar sobre qué actividades plantear. Su enorme figura también suponía cierta presión para dar lugar a un muy buen día escolar.

En lo personal significaba recibir en mi clase a una persona muy admirada y escritor de uno de los libros más cautivadores que he leído.

Finalmente y si la memoria no me falla, hace ya tres meses, las actividades consistieron en una presentación del visitante por parte de los alumnos mayores, una presentación del pueblo hecha en conjunto por los niños, un repaso de Severino de sus principales libros, un taller de escritura (¡con uno de los mejores y más prolíficos escritores aragoneses!) y una parte final en la que los niños realizaron una entrevista al escritor. Las semanas previas habíamos visto algunos vídeos (navatas, por ejemplo) y estudiado temas de historia y tradiciones cercanos a los temas que finalmente tratamos este día.

Para una persona que no ha trabajado con niños suele resultar difícil acceder al registro adecuado en vocabulario y complejidad del lenguaje, pero no fue el caso... los tres maestros presentes recibimos una lección magistral sobre el arte de mantener embobados a 11 niños y tres adultos con el simple artilugio de la palabra. Pudimos conocer historias emocionantes del Capitán Hook y el escorbuto de sus marineros, de los abuelos gemelos curanderos de caballos, de cómo se fue hilando el libro de José (de la dignidad humana ajena a trajes y titulaciones; su asistencia a la presentación del libro, sus miradas a la librería La General de Aínsa para comprobar si se vendía su libro...), de la impactante anécdota del batanero de Lacort... conocimos la historia del aula 28 del IES Biello Aragón de Sabiñanigo, fuimos testigos de las reflexiones de un profesor que ejerció con total dedicación más de cuatro décadas, de un inspector de educación que sintió el peso de la burocracia sin alma, de un escritor de veintiún libros publicados (¡"y cinco o seis más por los cajones de casa"!), de un profundo conocedor del arte y las tradiciones aragonesas y, seguramente, del mejor conocedor del territorio aragonés. Además, o quizá causa de todo lo anterior, tuvimos frente a nosotros a un entusiasta del conocimiento y del aprendizaje. Y, además y como guinda, a una persona que irradia bondad.

No sé realmente qué huella quedará a los niños de ese día. Supongo que unos pocos encontrarán en el futuro alguna referencia y caerán en la cuenta de que recibieron en su clase a esa persona cuando eran bien pequeños. Sí tengo la certeza de que para mí fue una de las actividades más afortunadas que he emprendido desde que soy maestro. Muchas gracias a Severino Pallaruelo y a los que colaboraron en su visita.