miércoles, 13 de septiembre de 2006

MAESTRO BUSCA NIÑOS PARA PODER TRABAJAR

Son las 9:10 del que debería ser mi primer día de clase con niños. Pero no los veo. Si las fiestas dieron lugar a una prórroga de dos días a las ya largas vacaciones de verano, el merecido descanso post-fiesta local concluye hoy con los niños plácidamente en sus camas.

No entiendo. Recuerdo toda mi vida yendo con mis padres a ver los fuegos artificiales el domingo que se cerraban las fiestas del Pilar en Zaragoza. Suponía llegar a casa rondando la una de la madrugada, y el día siguiente tener un poco de sueño añadido, pero de ahí a que el APA comunique oficialmente la ausencia de los niños…; es un desplante grande, sí, pero oficial. Por ahí que no quede.

Estoy incrédulo, porque, sin conocer aún bien el asunto, me parece el colmo que los niños deban guardan un día extra a sus vacaciones en el pueblo. Me parece como si ya desde niños les lanzáramos un mensaje en el que pone que tranquilos, que aunque las fiestas son para cometer excesos (supongo que para eso deben ser), no pasa nada, se duerme un día más y santas pascuas. Llegar dispuesto a dar clase y “no, que no vienen hoy tampoco los niños”. Suena muy mal.

No sé quién tendrá la resaca: si los niños, los padres, o el APA.

En cuanto a las cosas de este mundo, en el largo puente aproveché para visitar a un compañero del año pasado que me enseñó a manejar unas cuantas herramientas para mi trabajo como maestro. Creo que ya expresé mi lamento por lo que dejaré de aprender junto a muchos de mis compañeros del año pasado.

Además, acercarme otra vez al Pirineo, de donde sigo diciendo que soy aunque siente mal a Jaime, a Paula, y a mis padres (uno es de donde se siente), me permite recordar paisajes, olores, personas, que han quedado ya marcadas para siempre tras un año tan importante.