Vida real sin likes ni dislikes.
Eran apenas las 9:30 y me
disponía a realizar una humilde clase de maestrico con unos cuantos niños. Estábamos
en el frontón del pueblo y ya había barrido los restos del suelo roto para
evitar tropezones y heridas de los pequeños. Estábamos en un pequeño corro,
pues les ayudaba con los últimos ajustes de los patines y les daba las últimas
indicaciones antes de empezar. En estos asuntos andábamos cuando han pasado dos
aviones de guerra sobre nuestras cabezas, muy bajitos y a unos cuantos miles de
kilómetros por hora. El estruendo ha sido atronador, terrible, todos nos hemos
agachado instintivamente para protegernos… y esa imagen se ha quedado en mi
memoria… agachado y rodeado de ocho niños en el suelo con cara de susto. Extraña
estampa en el año 2018 y en un avanzado pseudo país como España… realmente tan
solo quería maldecir al ejército español, y por extensión a todos los demás,
desear que desaparezca, que se diluya o desintegre, que deje de hacer el ridículo
en estúpidos juegos de guerra en espacios naturales soberbios como son las
Bardenas Reales, que ceda el gasto de uno de esos aviones terribles para poder
atender a los niños con los que la escuela se siente impotente y sin recursos y
a los que simplemente puede observar resignada mientras van cavando un profundo
pozo del que les resultará muy difícil, quizá imposible, salir.
Entre estas peripecias fluye
y se abre paso la vida. También con niños que a los diez años andan enganchados
a videojuegos instructivos como Fortnite, donde idolatran a personajes de muy
dudosos valores formativos. Igual que idolatran y siguen a diario a youtubers
profesionalizados en la venta de escoria y mala educación. Es muy posible que
me haya quedado repentina e instantáneamente fuera de onda generacional. O eso
o lo cutre, hueco y maleducado se está instalando como un tapiz que calladamente
cubre nuestra vida social.
A saber.
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