El viernes fue un buen día. Vimos nuestro escrito en las paredes del Museo Pedagógico de Aragón, y nos ilusionamos con ser parte activa de ese entramado de ilusión, sorpresas, vida, que cada día, poco a poco, va tejiendo la escuela. La felicidad también de encontrarme, de modo demasiado efímero, con Jaime, con el que voy encontrando pequeños, o grandes, proyectos comunes para mantenernos cerca. La felicidad de estar acompañado por Paula, a la que cada día quiero más y mejor, lo que resulta demasiado problemático. Me produce gran sorpresa, y sonrojo, comprobar nuestros nombres y palabras entre las páginas del libro. De todos modos, a modo de confidencia, ayer me gustó un poco más que las otras veces mi escrito. Será por el vestido que ya lleva, y por los acompañantes. Las cuatro de la madrugada no dan para mucho, pero ya disfruté de los textos de Julio Llamazares, Miguel Mena, Mariano Coronas, y Enrique Satué. Sí me produjo pena no poder saludar, o conocer, a algunas personas que no pudieron asistir.
En la escuela, ya sí, mostraré las últimas lucecillas que aún me quedan escondidas a estas alturas. De momento, comenzamos unas muy majas, eso espero, sesiones con la bici, y esta tarde llenaremos la clase de cactus, pinos, sandías, rosales, melones, uña de gato, y tomates.
Pablo me llenó la cámara, la mochila, la funda de la cámara, …, de barro. Hasta sus mecanismos más recónditos. Y nos mantuvo en vilo, a la espera, tres horas. Todo por una foto. La plataforma de presión, los cables, el mecanismo con plastilina, la cámara de veinte duros tunning. Más le valdrá regalarme, al menos, esa primera foto de nuestro tejón comiendo sandía y galletas Chiquilín, o la garduña enfrascada en las sardinillas con tomate.
Llevo tiempo evitando estos temas, pero es que los señores del ladrillo se acercan a mi tierra. Se acercan sin remedio, está rodeada. Que construir 1400 viviendas en un pueblo 400 habitantes sea considerado por el alcalde como aceptable, sostenible, lógico y coherente, pues él verá. Que colocar un campo de golf al lado se entienda como óptimo para el desarrollo del lugar, pues bueno, misterios insondables esconde la ciencia; pero…, que esa superurbanización sea la esperanza de salvación del pueblo, por la población que fijará, no me acaba de convencer. Creo que las personas establecen su residencia en función de aspectos como el trabajo. En todo caso, sí es seguro que el asunto hará ricos a unos cuantos propietarios, a unos cuantos accionistas, a unos cuantos políticos, y, también seguro es que el turismo que se atrae con ese tipo de construcciones de lujo no suele ser el más respetuoso y sensible hacia el maravilloso, milagroso, entorno en el que se hallará esta nueva aberración humana. Seguimos echando cemento en la herencia para nuestros hijos.
En la escuela, ya sí, mostraré las últimas lucecillas que aún me quedan escondidas a estas alturas. De momento, comenzamos unas muy majas, eso espero, sesiones con la bici, y esta tarde llenaremos la clase de cactus, pinos, sandías, rosales, melones, uña de gato, y tomates.
Pablo me llenó la cámara, la mochila, la funda de la cámara, …, de barro. Hasta sus mecanismos más recónditos. Y nos mantuvo en vilo, a la espera, tres horas. Todo por una foto. La plataforma de presión, los cables, el mecanismo con plastilina, la cámara de veinte duros tunning. Más le valdrá regalarme, al menos, esa primera foto de nuestro tejón comiendo sandía y galletas Chiquilín, o la garduña enfrascada en las sardinillas con tomate.
Llevo tiempo evitando estos temas, pero es que los señores del ladrillo se acercan a mi tierra. Se acercan sin remedio, está rodeada. Que construir 1400 viviendas en un pueblo 400 habitantes sea considerado por el alcalde como aceptable, sostenible, lógico y coherente, pues él verá. Que colocar un campo de golf al lado se entienda como óptimo para el desarrollo del lugar, pues bueno, misterios insondables esconde la ciencia; pero…, que esa superurbanización sea la esperanza de salvación del pueblo, por la población que fijará, no me acaba de convencer. Creo que las personas establecen su residencia en función de aspectos como el trabajo. En todo caso, sí es seguro que el asunto hará ricos a unos cuantos propietarios, a unos cuantos accionistas, a unos cuantos políticos, y, también seguro es que el turismo que se atrae con ese tipo de construcciones de lujo no suele ser el más respetuoso y sensible hacia el maravilloso, milagroso, entorno en el que se hallará esta nueva aberración humana. Seguimos echando cemento en la herencia para nuestros hijos.
3 comentarios:
Me alegro de que disfrutarais en la presentación, que bien.
Por otro lado: ¿me puede explicar alguien por que demonios ahora hay que hacer campos de golf en todas partes?... es que no lo entiendo... ¡ni miaja oye!
¿Por qué? Porque de ellos sacan dinero, muchas personas, ayuntamientos, políticos, ...vamos personajillos a los que les importa una m...miaja lo que destrocen para poner campos de golf.
Pero ellos no tienen la culpa, esta es de los señoritos de ciudad que van a la montaña a jugar al golf en el campo de 18 hoyos que hay en su urbanización de chalets, chalets que están desabitados el 80% del año. Tienen un chalet en la montaña y para ellos es igual, la cuestión es tener el chalet en la montaña o en el basurero de su ciudad...
Pero claro...mi vecina la del yate en Monaco se ha comprado uno con un campo de golf de 16 hoyos y porfavor...yo no puedo ser menos.
La culpa es del que lo demanda, de la cultura del que lo demanda.
¡Ahí le has dado majo!
Publicar un comentario