lunes, 30 de septiembre de 2013

OTRO PRINCIPIO. LOS NIÑOS BEBÉS.

Desde aquí, la Sociedad Zombi queda al este.

Hace pocos días entregué a las familias una hoja con información sobre el curso. En ella me permití citar a Palmira Pla en relación a su frase en la que estable el verdadero valor de la escuela en el desarrollo de la responsabilidad de los niños. Es una frase para pensar un buen rato y que apunta hacia un tipo de sociedad con unas características claramente definidas. Pensé en eliminar la referencia, no fuera a ser malinterpretada como una pedantería, pero tal como avanzan las escuelas y sus inquilinos pensé que no estaba de más un pequeño gesto hacia una maestra gigante.

En mis clases, creo que desde que comencé el intento de maestro, estoy especialmente atento y sensible hacia los temas de la responsabilidad individual de los niños. Hoy en clase, tras varias sesiones de olvidos de material y problemas variados, preguntaba a los niños cuándo consideraban ellos que eran suficientemente mayores como para controlar sus libros, cuadernos, deberes y demás obligaciones escolares. Me sorprende ver a niños muy mayores, con grandes capacidades y buen nivel de autonomía personal, delegar constantemente su responsabilidad en sus padres y justificar los problemas surgidos con fallos y olvidos de los mayores. El mundo de los niños está cambiando de forma muy extraña, tendiendo hacia la infantilización en algunos ámbitos y hacia la "adultización" prematura en otros.

Este curso daré clase a niños de tercero, cuarto y sexto de Primaria, lo que me hace sentir muy afortunado: podré trabajar con muchos niños de tres niveles diferentes. Además, será un curso donde espero estar muy centrado en aspectos específicos de EF, olvidando cuestiones de hábitos y logística propios de los pequeños de primero y segundo. También será novedoso dar clase a grupos de sexto, pues sólo había trabajado con estos niños en el escaso número propio de la escuela rural. Quizá sea un curso especial por ser el primero en el que no concurso para pedir otro destino a la primera oportunidad, aunque con la certeza de que lo haré a la segunda, y espero que bien lejos.

Que tengan un buen comienzo de octubre.

miércoles, 18 de septiembre de 2013

YA CASI ESTAMOS.

Tras este parón gordísimo en el asunto escritor, ya es buen momento de volver a lanzar palabras al viento. 

Con la llegada de los niños a la escuela, han vuelto el griterío y la alegría, y también muchas ideas que esperan ser escritas.

Por no dejar un escrito sin, al menos, una duda: no sé si tiene una pizca de sentido seguir escribiendo cuando el fin del Mundo está tan cerca: los indicios rebosan sobre la realidad. En el peor de los casos quedará el consuelo en la alegría de los actos irracionales e impulsivos.

Calentamos los dedos y comenzamos.
Buen día!

viernes, 28 de junio de 2013

NIÑOS LAGARTIJA EN MUNDOS IRREALES.

Mientras el curso va acabándose, indolente, ajeno, como empezó y como ha sido mientras ha estado, me he encontrado por el pasillo con la Niña Lagartija. En cinco minutos ha saltado veinte veces, ha realizado varios ejercicios gimnásticos, ha trepado por mi espalda, por la pared, me ha contado lo que ha hecho en los últimos días y lo que va a hacer en los siguientes, incluso ya tiene planes para el curso próximo. Ella no sabe que probablemente se inicie el procedimiento para que valoren si sufre algún trastorno moderno relacionado con la hiperactividad o el déficit de atención. Si esta evaluación concluye afirmativamente la Niña Lagartija tomará unas pastillas que la convertirán en una Niña Tranquila adaptada a las circunstancias: escuchará durante horas a los adultos sin molestar, estará sentada cinco horas, al menos, cada día sin moverse, etc. Una evaluación alternativa de la Niña Lagartija fácilmente podría concluir que es una niña con energía desbordante, con pasión por moverse y jugar, por aprender. Una niña que está descubriendo su cuerpo y el Mundo, en resumen. Una niña y nada más.

Este curso que en un par de horas desaparecerá del presente acudiendo al inexistente pasado ha planteado muchas analogías con la escuela de Peñarroya de Tastavíns en la que trabajé hace ya cinco años. La diferencia principal es que entonces mantuve una actitud negativa ante las situaciones que no comprendía y ahora he aprendido en alguna medida a centrarme en hacer mi trabajo del mejor modo posible y dejar pasar los problemas en los que no puedo aportar nada para su solución. Quizá tal como funcionan muchas escuelas debería ser esta una asignatura importante en nuestra formación: Didáctica subterránea o El maestro que siempre asiente podrían ser denominaciones acertadas.

Una de las mejores emociones de los últimos meses de curso, del curso realmente, ha sido la visita de los niños de Ansó al colegio Jean Piaget. Celebraban una actividad de convivencia por tercer año consecutivo y tuve la suerte de poder colaborar con ellos por haber participado en la idea los años precedentes. En primer lugar, para el órgano del afecto, allí donde se encuentre, es un gran privilegio reencontrarme con alumnos con los que tan feliz fui y comprobar que me recuerdan con cariño, que se despiden con un sentido abrazo. Es maravilloso también comprobar su maduración, la evolución de su expresión, de su pensamiento. Dentro de esos días de alegrías, otra enorme fue la de comprobar cómo mi excelente compañera en Ansó, Carmen, acompañante de los niños en este caso, disfrutaba la gran experiencia de conocer el Jean Piaget durante tres días: los niños, los maestros, los cientos de ideas que circulan atareadas por los pasillos de un sitio para otro en cada instante. Probablemente tuve mi mejor versión de maestro cuando trabajaba con Carmen; le he contado tantas cosas sobre esta escuela que me encantó que pudiera vivir en primera persona muchas de esas historias escuchadas y que acabara tan satisfecha con la actividad y agradecida por haber participado en ella. También me quedo con la combinación en la cara de los maestros participantes de cansancio por tres días llenos de trabajo y de alegría al observar a los niños que volvían a vivir una experiencia muy importante para su formación.

Ayer compartí con algunos compañeros, algunos de los mejores maestros del planeta, un tiempo que dedicamos en buena medida a hablar del curso. Después de tratar abundantes temas con variados puntos de vista, me fui a casa considerando por qué esta corriente que se impone en las escuelas nos obliga, o pretende obligar, a actuar de una forma tan artificial, de una forma que no funciona y que nadie aplica en su vida ordinaria, con sus amigos, con su familia. ¿Por qué en la escuela no actuamos con la normalidad que rige otros órdenes de la vida y nos empeñamos en aplicar normas y leyes que no tienen absolutamente nada que ver con la realidad?

lunes, 10 de junio de 2013

YA ES DIEZ DE JUNIO OTRA VEZ.

Para los que contamos nuestra vida con los ciclos escolares, junio significa otro año más de viejera, de echar la vista atrás y repasar lo trabajado, de hacer buenos propósitos para el próximo curso. Es nuestra navidad.

Este es con seguridad el curso en el que menos cosas he contado. Me da la sensación de que no han ocurrido sucesos interesantes durante el curso. Siento que apenas he hecho mi trabajo decorosamente.

Acabo de enviar un correo a una compañera y he escrito sin querer “El tiempo transcurre zigzagueante, sin sobresaltos ni emociones” (¿de dónde vendrán las palabras que surgen sin dar tiempo a ser pensadas?). Al aparecer esta frase frente a mí he considerado que quizá esto sea lo normal en un paisaje de llano. Igual que el río discurre mansamente, serpenteante mientras abraza con suavidad cada elemento del paisaje, las emociones también se adaptan al llano y surgen de forma tranquila, en un caudal ancho y controlado, apenas inundando unos pocos corazones en dos o tres riadas anuales. Quizá la dificultad sea precisamente sincronizar un espíritu lleno de barrancos e impetuosos torrentes con esta inmensa llanura previsible y calmada. O quizá lo anterior sólo sean palabras y la realidad no tenga nada que ver con ello.

Pensando en el curso he llegado a otra conclusión sobre la diferencia con otros años en los que he sido tutor. La labor de la tutoría me permitía recoger de los alumnos gran cantidad de experiencias, mensajes, aprendizajes… el trabajo establecía una especie de diálogo enriquecedor con ellos. Sin embargo, observo este curso y el diálogo se muestra más bien como un monólogo donde lanzo mi mensaje, lo niños hacen y pronto se van. Enseguida llega otro grupo y vuelta a empezar. Siento que la parte que los niños me devuelven es mucho menor en este caso.


En unos pocos días los alumnos de Ansó que tuve como tutor acudirán a la escuela Jean Piaget de Zaragoza para realizar por tercer año consecutivo una convivencia de varios días y celebrar esta vez el premio que ganamos el año pasado por nuestro trabajo compartido. Esta vez tendré la suerte de poder estar con ellos como invitado. Seguro que volverá a significar una experiencia valiosa para todos.

sábado, 25 de mayo de 2013

SALIDAS PEDAGÓGICO-CAMPESTRES.


Es difícil precisar el límite entre la obviedad y el acierto de ver la solución sencilla que frecuentemente pasa desapercibida.

En los últimos días hemos realizado unas salidas a una zona natural del entorno con los niños de segundo. Me resulta muy difícil programar en EF el bloque de Actividades en la Naturaleza en un centro tan grande, con tantos niños y clases, donde los desplazamientos, la colaboración familiar… son asuntos tan complicados en comparación con mis escuelas rurales. Por eso decidí abordar estos contenidos desde actividades puntuales. No me parece la mejor manera, pero al menos me quedo tranquilo al haber abordado de algún modo el citado bloque.

Desde que comenzamos a caminar las diferencias entre los niños son gigantes. Un porcentaje muy grande vive completamente de espaldas a la naturaleza y al movimiento. Por una parte, estos niños se cansaban muy pronto, sentían miedo en situaciones sorprendentemente normales, protestaban con frecuencia, preguntaban insistentemente por la hora de comer, por la hora de volver, etc. Pero, por otra parte, en cinco minutos de camino no especialmente llamativo ya habían acumulado vivencias de inusitada intensidad: un perro por aquí, unas piedras pos allá, una morera, un nogal, un cernícalo, un vencejo atrapado, el rebaño de cabras, el camino compartido con los amigos, etc. Las diferencias también son muy palpables cuando contemplas a niños que tienen desarrollada la mirada y el interés hacia estas actividades y que están atentísimos e interesados en lo que va deparando el entorno sobre fauna, ciclos naturales, geología, etc., frente a otros cuyo mundo queda muy lejos de estas cuestiones milagrosas que no consiguen apenas su atención; al contrario, aburrimiento.

Al final de las jornadas los niños han acumulado dos o tres horas caminando y otras tantas jugando sin parar: fútbol, combas, juegos de pillar, columpios… la estampa de ver cincuenta niños liberando energía a raudales es muy sorprendente, es una gran manifestación de vida, a pesar de los gritos.

Lo que planteo, tras lo descrito, es que nuestro cuerpo, especialmente el de los niños, está diseñado para moverse sin parar. La vida moderna podrá ser todo lo tecnológica, urbana,y maravillosa que cada uno quiera creer, pero no puede ir en contra de la naturaleza humana sin encontrar problemas. El movimiento en los niños no es una opción, no es cuestión de la EF, de las visitas al parque infantil durante veinte minutos de vez en cuando, de la extraescolar dos días a la semana. Es una cuestión de estricta necesidad, y creo que su desatención no sólo tiene que ver con el desarrollo motriz y los alarmantes parámetros de salud (obesidad infantil, por ejemplo), sino también con el desarrrollo cognitivo y social del niño. En definitiva, con su desarrollo personal equilibrado.

lunes, 20 de mayo de 2013

DIARIO DE UN APRENDIZ DE MAESTRO.

El pasado sábado fue presentado un hijo digital, a falta de los de dos patas y ojos.

Se trata de Diario de un aprendiz de maestro, una selección de los textos de índole pedagógica de este blog. El Diario dedica un capítulo a cada uno de los destinos por los que he pasado: Ansó, Peñarroya de Tastavíns, CEE Jean Piaget, Ansó. Tiene el privilegio de contar con la introducción del profesor Antonio Viñao, de la Universidad de Murcia, y de estar editado por el Museo Pedagógico de Aragón, desde donde se puede descargar gratuitamente:


La presentación internacional del libro permitió realizar algunos asuntos trascendentes como reencontrarme con mi hermano pedagógico del Matarraña, disfrutar de la actuación del espectacular Pepín Banzo y conocer al gran Chema Lera.

Este Diario ya es de quien lo quiera leer. 

domingo, 12 de mayo de 2013

PSICOPEDAGOGÍA PARA PERROS.


El experto en psicología humana, el perro filósofo Tastavín, durante sus meditaciones semanales.

Varias familias me han dicho durante este curso que EF había dejado de ser la asignatura favorita de su hijo. Este dato da lugar a variadas interpretaciones y reflexiones. En primer lugar, si la idea es expresada con el ánimo de buscar las razones del descontento, de la desmotivación, …, e intentar remediarlas, bienvenida. Pero en algunos casos he sentido que el razonamiento se quedaba atascado en el mismo punto donde la frase acababa. Como si existiera una obligación de que EF fuera la asignatura predilecta de todos y en caso de no ser así había que observar la certeza de que algo malo estaba pasando, o, peor aún,  de que algo estaba haciendo mal el profesor.

Vuelvo a la idea ya expresada al respecto de otras situaciones: dar clase cada semana a tantos niños multiplica y acelera las situaciones que se suelen vivir en una escuela pequeña. En el caso del que estoy hablando hay situaciones muy obvias: alumnos sin límites de comportamiento que consideran la asignatura un recreo donde hacer el bruto, que se sorprenden cuando no se les permite descontrolarse y que acaban mostrando a sus padres su descontento con la asignatura y el maestro. En ocasiones los padres consideran que esos límites planteados a su hijo van a crearle una frustración que no es positiva con su maduración y crecimiento libre y sin ataduras, etc, y acaban muy enfadados también con el maestro.

Esta semana he acabado antes de la hora dos clases con diferentes grupos de cuarto. Los grupos de 25 alumnos requieren de cada niño un nivel de orden y seriedad suficientes para que la sesión se desarrolle con normalidad. En estos casos, este ambiente no se estaba dando, reinaba el cachondeo, el despiste, y se sumaron conflictos personales con insultos y amenazas. Así, di por finalizado el trabajo y nos fuimos a clase a hablar. Paréntesis: me preocupa mucho la parte de responsabilidad que tengo en el ambiente del grupo, pues el desarrollo de las clases depende en un porcentaje enorme de cómo el maestro las plantea y  cómo resuelve las anomalías que se van sucediendo.

En el momento de analizar lo sucedido, ya en el aula, habiendo perdido en ambos casos la mitad del tiempo de EF, ocurre el segundo problema, que me parece aún más sorprendente y quizá más grave: los alumnos mantienen un comportamiento alegre, de risas y bromas, mostrando que son absolutamente ajenos a la gravedad de la situación. Para mí, acabar una clase antes de hora es probablemente la medida más grave que puedo tomar. Me parece que los comportamientos negativos, los insultos, las peleas, …, se van asumiendo como normales y cuando les hablas de ese tipo de situaciones te miran pensando algo parecido a “¿pero qué le pasa a este tipo, si no ha pasado nada que no suela pasar otras veces, si todo es más o menos normal?”. Cuando estos problemas, o similares, se repiten varias veces en pocos días, cuando acabo frente a los niños enfadado, hablándoles del respeto, la responsabilidad individual, …, y ellos me miran sorprendidos, una parte de mis conexiones neuronales acaban enredadas con el pensamiento de si no seré yo el problema, si no seré realmente quien ve como extrañas e inasumibles situaciones perfectamente normales. Quizá haya llegado al punto de desconexión generacional en el que ya siempre creeré que los jóvenes de hoy son maleducados, vagos, etc.

Me acuerdo en estos casos también de los jóvenes adolescentes del colegio La Anunciata, que sacaban en clase de Lengua y Literatura el periódico deportivo, leían un rato, dormitaban unos minutos, y al despertar se dedicaban a hacer lo que les venía en gana, ya fuera gritar o hacer comentarios graciosos. Habían llegado a un punto en el que consideraban esa situación como tolerable, y ningún profesor era capaz de revertirla.

Hace dos días respondí a un correo de una madre que se interesaba por estos asuntos y le escribí, entre otras cosas, que este curso estoy siendo maestro de EF en un 40% y maestro de conflictos en el 60% restante. Es un hecho que me tiene muy preocupado, más pensando qué parte de responsabilidad me corresponde. El experto en comportamiento perruno y estrella mediática César Millán aplica siempre la misma fórmula en sus casos caninos: ejercicio físico, disciplina, cariño (y en ese orden). No sé hasta qué punto es una reducción tremendamente simplista considerar que los problemas analizados en mi asignatura, y el comportamiento de los niños a nivel general, tienen gran relación con esta fórmula. Quizá los psicopedagogos me crucificarían ante semejante analogía.