Para los
que contamos nuestra vida con los ciclos escolares, junio significa otro año
más de viejera, de echar la vista atrás y repasar lo trabajado, de hacer buenos
propósitos para el próximo curso. Es nuestra navidad.
Este es
con seguridad el curso en el que menos cosas he contado. Me da la sensación de
que no han ocurrido sucesos interesantes durante el curso. Siento que apenas he
hecho mi trabajo decorosamente.
Acabo de
enviar un correo a una compañera y he escrito sin querer “El
tiempo transcurre zigzagueante, sin sobresaltos ni emociones” (¿de dónde vendrán
las palabras que surgen sin dar tiempo a ser pensadas?). Al aparecer esta frase
frente a mí he considerado que quizá esto sea lo normal en un paisaje de llano.
Igual que el río discurre mansamente, serpenteante mientras abraza con suavidad
cada elemento del paisaje, las emociones también se adaptan al llano y surgen
de forma tranquila, en un caudal ancho y controlado, apenas inundando unos
pocos corazones en dos o tres riadas anuales. Quizá la dificultad sea precisamente
sincronizar un espíritu lleno de barrancos e impetuosos torrentes con esta
inmensa llanura previsible y calmada. O quizá lo anterior sólo sean palabras y
la realidad no tenga nada que ver con ello.
Pensando en el curso he llegado a otra conclusión
sobre la diferencia con otros años en los que he sido tutor. La labor de la
tutoría me permitía recoger de los alumnos gran cantidad de experiencias,
mensajes, aprendizajes… el trabajo establecía una especie de diálogo
enriquecedor con ellos. Sin embargo, observo este curso y el diálogo se muestra
más bien como un monólogo donde lanzo mi mensaje, lo niños hacen y pronto se
van. Enseguida llega otro grupo y vuelta a empezar. Siento que la parte que los
niños me devuelven es mucho menor en este caso.
En unos
pocos días los alumnos de Ansó que tuve como tutor acudirán a la escuela Jean
Piaget de Zaragoza para realizar por tercer año consecutivo una convivencia de
varios días y celebrar esta vez el premio que ganamos el año pasado por nuestro
trabajo compartido. Esta vez tendré la suerte de poder estar con ellos como
invitado. Seguro que volverá a significar una experiencia valiosa para todos.
2 comentarios:
¿Qué somos lo que vivimos, lo que contamos de nuestra experiencia, lo que escribimos o lo que otros recuerdan de la misma?
En cualquier caso, a mi me gusta leer lo que otros seres humanos de los que compartimos el mundo tenga a bien contar, ya sea en libros o diarios extimos...
Feliz fin de curso y felicidades por el premio con retraso...
Ahí llegar, desde el tramo alto, dos o tres, quizá cuatro, corazones más que inundar.
La primavera viene con retraso, ahora llueve y el agua anega todo.
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