jueves, 8 de marzo de 2012

FICCIONES REALES EN MUNDOS IMAGINARIOS.


Todos los miércoles realizamos una actividad de escritura. La propuesta busca promover la creatividad, la imaginación, el sentido de humor, la capacidad de explicar el mundo con palabras, finalmente. No es sorprendente pero sí llamativa la motivación de los niños hacia la actividad, que es esperada con ilusión cada semana. Este ambiente de interés redunda también en otros aspectos específicos como la caligrafía, ortografía, coherencia sintáctica, …, pues están realmente interesados en hacer una buena producción y muestran interés real hacia los elementos anteriores. No descubro nada, claro: simplemente se ha generado una situación donde los alumnos perciben la necesidad y funcionalidad de un buen uso del lenguaje. Así, constantemente preguntan sobre la escritura correcta de palabras, el sentido de las oraciones, etc. Hoy incluso ha costado mantener el silencio y la concentración en la tarea, pues el tema propuesto ha dado lugar a que surgieran muchas opciones para comenzar y para contar a los compañeros, por lo que no había manera de arrancar.

Las propuestas que lanzo cada semana tienen orígenes variados: alguna idea surgida de una lectura personal, una copia a nuestro maestro de cabecera (que no nombro por no aburrirle), un libro que leemos en clase y nos muestra algún camino especial para indagar o, por ejemplo, como esta vez, la sección de taller de relato de El Ojo Crítico de RNE que ya nombré aquí hace unos días.

Resumiendo, hoy cada alumno se ha dedicado a buscar una historia de ficción de una película, serie o un libro que todos conociéramos, comenzar su planteamiento y decidir el momento en que decidiera incluir un elemento real: él mismo. A partir de allí desarrollar el nuevo y sorprendente curso de los acontecimientos (otra opción es la contraria: introducir un elemento de ficción en un contexto real. Imaginen que Caperucita se cruza hoy en sus vidas) La dificultad puede radicar en averiguar si un personaje es real o imaginario: suceden tantas cosas cada día que parecen ficticias… no sabría si considerar a Ana Botella como real o imaginaria, o si será ficción la propuesta turolense de considerar las corridas de toros como patrimonio de la humanidad.

He empezado a escribir estas líneas a unas horas bien imprudentes para contar lo que ha sucedido a continuación. Los niños han comenzado a hacer propuestas en voz alta (a pesar de mi indicación de lo contrario para guardar la sorpresa hasta el momento de leerlo) y allí he sentido que se desataba una batalla entre dos fuerzas. En unos casos las propuestas tenían que ver con el mundo edulcorado y vacío de los programas o series que gobiernan la percepción de los niños durante varias horas cada día, pero, frente a esto, han surgido títulos relacionados con libros y películas con los que nos hemos relacionado durante el curso. Ha sido curioso porque, mientras iban cantando unas y otras opciones, yo estaba viendo con claridad esos dos mundos que se reflejaban en sus palabras y que chocaban frontalmente. He sentido cierta alegría porque, a pesar de ser una lucha desigual, estaba comprobando que los niños también pueden nombrar con entusiasmo una idea recogida en un libro de Dickens, en una poesía, o en una película que nos hizo pensar o nos emocionó. La pena es que también se percibe que no sería tan difícil promover cierto gusto por la cultura, por el pensamiento.

Mañana lo leerán en clase. Yo, que me sigo creyendo capaz de decirles si lo han hecho bien o mal y cómo pueden mejorar, trataré de ayudarles para que utilicen mejor las palabras y el pensamiento que surge, o se refleja, en ellas.

2 comentarios:

Cristina dijo...

Qué interesante la experiencia. Me la guardo por si alguna vez acabo dedicándome a este maravilloso arte.
Tus niños tienen suerte por tener un profesor que les muestra otros mundos, que lo invita a ampliar sus horizontes. El sistema escolar existe fundamentalmente para eso, creo, pero con frecuencia se olvida.

Kikiricabra dijo...

Hola, Cristina.

Aunque soy especialista de EF, ser tutor me encanta. Es un placer. En concreto, la asignatura de lengua es, quizá, la más satisfactoria. Miento: todas pueden reportar similar satisfacción. Con ejercicios de escritura, lecturas individuales, grupales, del profesor, ..., se crean momentos muy valiosos donde disfruto muchísimo.

Voy guardando todas la actividades, y conozco lugares donde recoger ideas brillantes. Si en algún momento lo necesitas, estaré encantado de ayudarte.

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