miércoles, 29 de febrero de 2012

DESDE LA INSIGNIFICANCIA.

Ayer contento, hoy triste. Asuntos de bipolares o ciclotímicos.

Saliendo de la sala un compañero se reía y me decía que era un agitador. Me entristece ser considerado agitador. Especialmente cuando no lo pretendo.

Hoy he asistido a la reunión en la que la inspección educativa nos informaba sobre nuestras inexcusables obligaciones en la redacción de distintos elementos curriculares. Cada miércoles comprendo que no estoy en el lugar apropiado. Que creo en una escuela ilusoria. La escuela real poco tiene que ver con Ramón Acín, Palmira Pla, Santiago Hernández, María Sánchez Arbós, y tantos otros. De hecho, agradecería una explicación a aquellos que metieron tales personajes e ideas en mi cabeza.

Hasta que me echen o encuentre otro oficio con el que vivir seguiré defendiendo que si analizo un trabajo en el cuaderno de un niño sí soy capaz de afirmar si está bien, mal, regular, muy bien o muy mal. Seguiré diciendo que esa afirmación no es una simple intuición o conjetura, sino que parte de mi formación y que la formación del maestro es la pieza clave en la educación de los niños. La administración nos lleva como corderos mansos a un matadero en el que nuestro papel consiste en verificar el cumplimiento de distintos indicadores. Objetivizar el proceso de enseñanza, creo que lo llaman así.

Estoy aturdido. Mañana he de volver a clase con los niños y no tengo nada claro si sé hacer mi trabajo.

Esta no es la escuela en la que me habíais hecho creer, traidores.

4 comentarios:

Joselu dijo...

Es tiempo de burócratas, de gestores, de agentes de sucursal bancaria que pretenden optimizar los resultados evaluando procesos y proponiendo planes de mejora siempre teóricos. Todo avalado por infinidad de documentación huera que nadie lee y a nadie le interesa, y que tiene raramente que ver con lo que sucede en el aula. Es como una doble verdad a la que todos nos plegamos para tener la fiesta en paz y no salirnos de los cauces. De hecho somos funcionarios y estamos sometidos a la legislación del estado. Hecho este ejercicio inútil (pero extenuaste) de burocracia estéril podemos dedicarnos a lo verdadero que es lo que sucede "entre les murs". Ahí está el debate auténtico pero eso no aparece en las programaciones ni memorias. Comparto tu estado de ánimo.

Cristina dijo...

Entiendo tu frustración. Los que han creado todo ese entramado burocrático no saben nada de la escuela real por no hablar de la vergüenza ajena que provocan sus discursos. Pero es así… y el tinglado que tienen montado es tan grande que seguirá siendo así por mucho tiempo. No queda otra que ponerse a llenar papeles con sinsentidos. Nadie los lee y a nadie importan pero hay que participar en la farsa. Cada documento da de comer a un experto universitario de la cosa educativa y a un par de consejeros autonómicos, pero lo que tú haces alimenta el alma de los niños. Tenemos que quedarnos con esto.

Víctor Juan dijo...

Es urgente que releas «Mi diario» y también «Una escuela soñada», la antología de textos de María Sánchez Arbós.
También doña María se desanimaba. Entonces iba a ver al señor Cossío y olvidaba todas sus penas cuando este le decía «Alma, alma, María».
Alma, José Luis
Víctor

Kikiricabra dijo...

Hola, compañeros:

Joselu, Cristina, es muy difícil, desde un punto de vista moral, decidir sobre la desobediencia a lo mandado por la administración. Desobediencia u obediencia no funcional, que acaba siendo lo mismo. Me pregunto sobre la legitimidad de tomar decisiones individuales contrarias a los preceptos administrativos. Pero es que nos lo ponen muy difícil. El camino que uno recorre cada día está jalonado de trabas, impedimentos, palabrería, que no redundan en ningún caso en beneficio de los niños. Parto de la base de no creer en el documento que nos imponen y cuya obligación es administrar: el currículo oficial. Su desarrollo en cualquier área es, cuando menos, tan ambiguo y difuso que ampara y da cobijo en muchos casos a prácticas docentes tan variadas como uno pueda imaginar. Para bien y para mal. Existe fiebre por desglosar y concretar hasta el límite todos los parámetros, como si ese esfuerzo nos acercara a la realidad. Yo creo en lo contrario: intentar acercarte a la realidad de forma artificial te aleja de ella. Y no veas lo lejos que estamos ya.

En todo caso, cada día me repito con más convicción que la lucha cuerpo a cuerpo es de necios. Y soy un gran necio. Sólo consigo sufrimiento estéril y nada positivo. He de aprender a concentrarme en hacer bien lo que pueda hacer bien y no perder fuerza en batallas que no conducen a ningún lugar. Tengo grandes ejemplos de personas que se concentran en sus virtudes y son ajenas a discusiones que no redundan finalmente y con claridad en el beneficio de los niños. Y tengo mucho por mejorar personalmente antes que sufrir por cómo funciona el entramado burocrático.

Víctor Juan, gracias por tus consejos. Los textos de María Sánchez Arbós han viajado este fin de semana en misión urgente para dar aliento. Así pues, alma.

Un gran abrazo para cada uno.

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