Las fiestas ya están en su ecuador.
Siento no tener un poco más actualizado esto, pero el desorden se impone en mi vida estos días. Es complicado cuando uno vive a medio camino entre 3 casas (ninguna es mía).
De momento, en estas primeras fiestas tan largas como maestro-tutor, me da miedo pensar cómo mis alumnos y yo reanudaremos la marcha tras un parón tan gigantesco. Será difícil. De todos modos, el año pasado me pareció comprobar que los alumnos volvían de estas fiestas muy asentados y con muchos hábitos y costumbres, de las trabajadas en el trimestre pasado, ya asentados.
A veces me preguntan si merece la pena escribir estos artículos, o me lo pregunto yo. La respuesta tiene nombres: Ignacio, Julio, Enrique, etc. Son personas admiradas en muchos casos, queridas en otros, desconocidas y admiradas otras veces. Y son personas con la que gracias al blog puedo establecer distintos tipos de comunicación y relación. Y esto no tiene precio.
Por cierto, no lo he podido explicar aún: Mariano, Palabras de Caramelo fue un fracaso rotundo en mi clase. Tras leerlo emocionado en mi casa, lo hice en la clase y pasó muy desapercibido. No dejó esa huella esperada (al menos se estableció una interesante charla sobre el Sáhara y sus gentes), y animada por vuestras referencias. Supongo que no toqué la tecla adecuada. De todos modos vuelvo a agradecer recomendaciones tan bonitas.
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