martes, 14 de enero de 2014

GEORGE HERIOT'S SCHOOL.



Es bonito pasear por una ciudad donde existen escuelas de primaria con cuatrocientos años de antigüedad (a pesar de ser un centro elitista en la actualidad, tuvo su germen en una escuela para huérfanos), escuelas que inspiran libros, universidades donde se teoriza sobre partículas subatómicas desconocidas hasta entonces y que conducen hasta el Premio Nobel, salas donde David Hume indagaba entre pensamientos empiristas que al cabo de los siglos trataríamos de comprender muchos estudiantes aturullados, facultades donde estudiaba el mismísimo Charles Darwin, o donde se dieron los primeros pasos en la clonación de mamíferos como la oveja Dolly.

La historia acumulada, los prestigiosos personajes, el valor arquitectónico de los edificios... suponen un buen punto de partida para elucubrar sobre la importancia que se dará en lugares como este al conocimiento. No me imagino a un ministro capaz de ningunear las humanidades teniendo al lado la facultad de filosofía donde se gestó buena parte del empirismo, o al mismo proponiendo recortes mortales para la investigación científica pudiendo leer en bibliotecas donde lo hizo previamente Darwin. Aunque, por otra parte, en nuestra historia no faltan numerosos científicos y pensadores de prestigio internacional. 

¿Cómo se siembra y se desarrolla la semilla de una sociedad que valore el pensamiento y el conocimiento?

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