Una vez llegó el momento de viajar a India, tuve que llegar hasta la capital de Orissa, Bhubaneswar, y desde allí un viaje en coche de más de siete horas me acercó hasta la zona de Panchabati, donde la ONG india SMSS realiza algunos de sus proyectos. El camino fue memorable: una vez dejamos atrás la capital, tan caótica como cabía esperar, se fueron sucediendo poblados o asentamientos constituidos por casetas de comercio y vivienda. En cualquier punto del camino había gente, aunque fueran las dos de la mañana, hubiera absoluta oscuridad y la población más cercana estuviera a varias horas andando. Aquí comenzó una sensación que me acompañó cada día: las personas estaban en cualquier parte en actitud de esperar, de estar. Mis ojos estaban acostumbrados a ver personas que se dirigen según objetivos concretos, y allí no captaba esa finalidad. Simplemente estaban. Sentados, paseando o tumbados en el suelo, de día o de noche, la vida iba pasando.
Cuando llegué a mi destino, di uno de los mejores abrazos que soy capaz, y comenzó otra experiencia asombrosa. Acompañé a las personas de SMSS y a las dos voluntarias españolas durante varios días en su trabajo diario: medición de los niños en los poblados, entrega del complemento alimenticio, trabajo en el centro de salud, reuniones con las mujeres que participan en el proyecto de microcréditos, etc. Los habitantes vivían en casas construidas de cañas, barro y boñiga de vaca formando pequeños poblados de unas cuantas decenas de personas. Hasta donde pude conocer, la vida era absolutamente precaria: el sistema sanitario, educativo, de alimentación, …, dependían de la ayuda que la ONG les proporcionaba. En este tema hay aspectos que no comprendí: por ejemplo, apenas cultivaban el terreno, que les proporcionaría al menos la economía de subsistencia citada al tratar sobre Nepal. Creo que este hecho está causado porque no son dueños de las tierras, por lo que no pueden trabajarlas. Por tanto, la alimentación se basaba en un porcentaje elevadísimo en el arroz. Una acción del proyecto de salud consistía en llevar gallinas a los poblados para que los huevos aportaran las proteínas difícilmente adquiribles de otro modo.
Un inciso: cuando buscaba información, muchas personas hablaban de la seducción y el magnetismo de la espiritualidad hallada en India. Una espiritualidad que trascendía la pobreza y que hacía sentir un influjo especial de energía. Ni abarqué todo el país ni mi opinión es apenas representativa, pero en ningún caso capté esta espiritualidad. Sí que vi personas tremendamente pobres viviendo en situaciones tremendamente terribles. Y una actitud de resignación absoluta ante esas condiciones que les han tocado. No sé si esa resignación podrá confundirse con espiritualidad en algunos casos. O quizá esa resignación surja de la propia religión. Cuando en las ciudades has de sortear personas tiradas en el suelo en medio de una montaña de basura donde las ratas se mueven con soltura, es difícil captar un universo espiritual. Creo que lo espiritual necesita unos requisitos previos que difícilmente se encontraban: poder comer lo esencial, tener salud, poseer un lugar decente donde vivir.
Los días que acompañé en el trabajo por los poblados fueron magníficos. Los lugareños eran amables (y la sonrisa, en educación especial o en un poblado indio, es un gran regalo), les gustaba fotografiarse y existía una pequeña comunicación que salvaba el idioma y tantas otras cosas (además, la encargada del centro de salud ejercía de traductora del idioma oriya al inglés) Casi todos los niños lloraban muchísimo cuando comenzaba el ritual del pesado y las medidas. En algunos casos acudían niños enfermos cuyas familias no hacían mucho caso de las indicaciones sobre la fiebre o la posible malaria. En otro caso, los niños de una casta eran controlados en un lugar del pueblo y los de otra casta en el otro extremo, a unos cincuenta metros. El alcoholismo suponía un problema grave y frecuente en estos lugares.
Para tratar de paliar el problema de la mortandad en el nacimiento, especialmente preocupante en el caso de las niñas, el gobierno incentiva a las mujeres para que acudan a dar a luz a centros oficiales. A este respecto conocí una de las experiencias más impactantes: el nacimiento de una niña que ningún familiar quiso coger al comprobar su sexo. Como se estaba poniendo azul por hipotermia, una de las voluntarias tuvo que cogerla, taparla y abrazarla.
Para tratar de paliar el problema de la mortandad en el nacimiento, especialmente preocupante en el caso de las niñas, el gobierno incentiva a las mujeres para que acudan a dar a luz a centros oficiales. A este respecto conocí una de las experiencias más impactantes: el nacimiento de una niña que ningún familiar quiso coger al comprobar su sexo. Como se estaba poniendo azul por hipotermia, una de las voluntarias tuvo que cogerla, taparla y abrazarla.
Por añadir algún otro problema, en la zona existe actividad terrorista. Hace unos años hubo unas revueltas sangrientas entre comunidades de cristianos e hinduistas, y en la actualidad se producen algunos secuestros, robos, etc.
Cuando ya nos despedíamos del estado y casi del país, pude conocer un orfanato que SMSS mantiene en la capital. Acudimos allí para recoger tejidos que algunas mujeres cosen y después son vendidos en España para colaborar en la financiación de los proyectos. Apenas estuve unos minutos. Eran las cinco o las seis de la mañana y bastantes niños ya estaban en pie. Unos barrían el patio y otros simplemente se asomaban a las puertas para observar a esas personas de un mundo tan diferente al suyo. Yo observé a todos los que pude y volví a pensar en mis alumnos.
Para concluir, añadiré un dato que guardo en la memoria desde hace unos meses: un estudio demográfico concluía que los mil doscientos millones de habitantes indios actuales podrían ser tres mil millones en el año dos mil treinta. Observados los problemas en los elementos más indispensables para la vida, como el agua (cuya contaminación provoca miles de muertes cada año), o los alimentos, es difícil imaginar una situación con más del doble de habitantes.
Son inabarcables los recuerdos y reflexiones que quedan en la memoria. Espero haber construido un escrito, ante todo, riguroso y respetuoso. Este relato intentaba aportar grises a los blancos y negros de un artículo anterior. Ahora que lo concluyo creo que no hay tonos medios. Blancos y negros muy negros.
3 comentarios:
Quiero darte las gracias por tu narración; no puedo en este caso comentar nada; el tema es muy sensible y lo último que quisiera es que alguna de mis interrogantes pudiera molestar lo más mínimo a alguien.
Lo que importa: ¡Gracias!
Había leído tu escrito hace unos días pero me había abstenido de comentar. Hoy he vuelto sobre él pero no puedo aportar mucho. No he estado nunca en la India, aunque ganas no me faltan.
Me ha llamado la atención tu observación de que no advertiste un universo espiritual tal como se asocia a este país, cuna de una de los Upanishad, el Mahabarata y el Bhagavad Gita, libro que leía Thoreau y sobre el que sostenía que representaba la más alta aportación espiritual conocida por él. No tengo ninguna respuesta a lo que planteas. Sólo reflexiono en voz alta para acompañarte.
Nosotros podemos ser creyentes o no, tal vez no lo seamos, pero somos herederos, aunque no nos guste, de un mundo espiritual cristiano y judío que se manifiesta en creencias, actitudes, sentimientos de culpa, valores… No podemos desprendernos de una serie de ideas que nos impregnan profundamente en cuanto al sentimiento de la vida. Para bien y para mal.
En India, estas ideas, estos sentimientos de relación con el infinito, con la culpa, con el destino, con el ser, con la apariencia de las cosas es profundamente diferente. Pero eso no se puede percibir en una visita ocasional. Es muy posible que la gente que viste no fuera formalmente espiritual, si es que esto podemos reconocerlo de una manera clara, pero sin duda su cosmovisión del destino y del espíritu eran netamente otras. Eso impregna la cultura, tal vez, de una resignación que a nosotros nos choca y probablemente nos irrite.
Cuentan que la llegada de Alejandro Magno a la India es para nosotros un momento clave de la historia occidental, pero curiosamente para los hindúes es un detalle sin importancia excesiva, tal como ellos conciben la historia y la vida como ciclo inevitable de reencarnaciones que exponen al ser al dolor una y otra vez de nacer, crecer y morir. No sé cómo querías percibir esto, no sé de qué modo creías que se hacía patente. Quizás lo tenías delante y no fuiste capaz de verlo, lo que no es difícil ya que imagina que viniera alguien a España y pretendiera comprender a los españoles a través de lo que había creído ver en un par de semanas. Sería algo anecdótico. Un viajero necesita mucho tiempo en que su viaje lata al mismo ritmo que el país para empezar a entender algo, si es que hay algo que entender.
No obstante, la India es una de las potencias emergentes del mundo y, como sabes, los indios tienen una fama bien ganada de excelentes programadores e informáticos. Tal vez sea precisamente por su concepción filosófica y espiritual del cosmos que los predispone a ello. Tal vez el grado de abstracción necesario para ello, proviene de ese sustrato profundo de los Upanishad, pero ello no es fácilmente visible para la mirada apresurada por bien intencionada que sea.
Una crónica muy interesante.
Animal de Fondo, gracias a ti por el interés. Me encantaría leer tus interrogantes. Estoy seguro aportarían nuevos puntos de vista y estarían formulados con exquisito respeto.
Joselu, gracias de nuevo. Me alegra que hayas precisado sobre la brevedad de mi estancia y la dificultad insalvable para realizar juicios de valor certeros sobre una sociedad tan diferente. Sobre la espiritualidad...quería referirme a que antes de viajar leí en muchísimos lugares sobre el misticismo que flotaba en el ambiente indio, lo que contrastó profundamente en mi cabeza cuando observé una realidad cruda y dolorosa. Me pareció que en muchos casos el misticismo que los occidentales puedad apreciar es realmente resignación ante unas circunstancias TERRIBLES. Quizá está idea no entre en contradicción con la profunda religiosidad que quizá impregne la vida en la india (y que yo no acerté tampoco a vislumbrar)
En todo caso, por muy presente que esté la espiritualidad en la vida de una persona, indio, bereber, o de Manresa, por regla general esta persona se preocupa más por no morir de hambre, de sed, de enfermedad, por mantener vivos a sus hijos, ... aspectos que muchos indios no tienen claros cuando se despiertan cada día.
Los centros informáticos, a los ojos de un paseante, son islotes de tecnología y dinero en medio de una realidad muy distinta para un porcentaje mayoritario de población.
Un saludo.
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