lunes, 28 de febrero de 2011

UN TIPO DESGRACIADO DE TERCERAS O CUARTAS IMPRESIONES.

Perro y señorita de verde miran hacia el horizonte en un gran día azul


Era el primer día y las miradas corrían huidizas de unos a otros tratando de exprimir las primeras impresiones. La belleza y la fealdad, los gestos, la voz, cada paso, la ropa y los complementos, eran diseccionados para alcanzar las primeras sensaciones sobre las personas con las que iban a compartir un tiempo significativo de sus vidas. “Ese tipo es muy extraño, es demasiado serio y, además, lleva pantalones de pinzas”, dijeron algunos. Ese pobre desgraciado no tenía demasiada fortuna con las primeras impresiones. Al contrario se manejaba muy bien con las segundas. Más aún, podría decirse que era una tipo de terceras y cuartas impresiones.

En clase, hace unos días, trataba de ilustrar con un ejemplo que algunos sentimientos son estables y no dependen de acontecimientos puntuales: “el amor hacia tu padre o tu madre, por ejemplo. ¿Depende de un enfado que les dejes de querer?” La niña de mirada penetrante me dijo que ella no discutía nunca con sus padres y, por tanto, ese ejemplo no le resultaba demasiado útil. Cambié el ejemplo y seguimos con nuestras cosas, pero su respuesta se quedó esperando en alguna parte para después hacerme reconsiderarla. Ciertamente, la relación de esta niña con su familia es excepcional. De igual modo que la de sus hermanos. Todos son niños alegres, curiosos, muy inteligentes. Un caso no es la regla general, igual es justamente la excepción, pero quizá muestre algunos elementos interesantes: amor y cariño, tiempo dedicado, libros, cercanía, juego, libertad, confianza, viajes, amistades interesantes, responsabilidad, … ¿muestran estas palabras un camino hacia un destino concreto o son comunes a caminos muy diferentes? ¿se puede aplicar a la escuela este pensamiento sugerido?

Sigue nevando. La perrita que cada noche se acerca a casa no repara en la poesía ni en la melancolía de la nieve al caer. Simplemente frío y hambre. Ahora les desearé buenas noches y buena semana y le acercaré un poco de comida.

5 comentarios:

Joselu dijo...

No sé si te ha captado muy bien. Te preguntas si unos ingredientes concretos (en la familia o la escuela) conducen a un camino concreto o a posibles caminos diferentes. No tengo la más mínima idea de la educación emocional que pudo recibir en la infancia Adolf Hitler. Probablemente fue terrible y sádica. Tampoco sé de la que recibió Mahatma Gandhi. No he profundizado en su vida. Tal vez estuvo llena de elementos positivos (confianza, amor, sentimiento de libertad, amor a la sabiduría...). Querría creer en la ecuación que subyace a pensar que la bondad engendra bondad, el conocimiento engendra conocimiento, la confianza engendra confianza, y que el desamor, la agresión, la desconfianza, etc generan sus equivalentes. Querría pensar esto, pero no sé por qué pienso que el plomo puede general oro, y que el oro puede generar plomo. Una educación positiva debería engendrar elementos positivos (alegría, confianza, inteligencia emocional) y una educación negativa debería estimular la negativo, pero no lo veo totalmente claro. Ello no impide en que actuemos en nuestra vida (como padres y profesores) como si la ecuación fuera cierta y evidente. Que venga luego lo que venga.

Amparito dijo...

el otro día en Redes (es lo único que veo en la tele, aunque suene pedante. antes de esta que me tocó en un sorteo en el que creía que se sorteaba un viaje no tenía ninguna en casa) dijeron que los psicópatas,aunque tengán los genes y el tipo de cerebro determinado, desarrollaran o no su psicopatía dependiendo del entorno en el que crezcan...
Es un consuelo ¿o no?
Besos y en Jaca tenemos una protectora por si quieres buscar dueño a tu perrita solitaria

Isabel G.A. dijo...

Intento entender el título del comentario y su primer párrafo en relación con el segundo. Se me ocurre que esos sentimientos estables de los que hablas son fruto de una segunda o tercera impresión y no provienen de estímulos externos, sino de la percepción de un modo de ser del otro que uno entiende como algo valioso. Muletas procedentes del pasado a las que aferrarse sea cual sea el camino que ese niño ya adulto haya tomado y le ayuden a levantarse en períodos de crisis: recuerdos de un tiempo en que se sintió querido y valorado, lecturas que le marcaron, miradas de acogimiento, juegos de una infancia tranquila... Factores de resiliencia creo que se llaman.
Te leo desde no hace mucho, me gusta esa visión en la que parece que siempre tiene cabida la esperanza. Saludos.

Kikiricabra dijo...

Mis disculpas. Algunas veces escribo aquí pensando simplemente en mí, en extraer de la cabeza algunas ideas informes para darles un poco de estructura con letras digitales. Así, hay fragmentos o explicaciones que faltan y que hacen que un lector difícilmente encuentre significado y coherencia.

En cualquier caso, sí, Joselu, me planteaba si hay una formula para que un niño sea tan magnífico como los que tengo en la cabeza. Que la fórmula sea evidente no está reñido con que implique gran dificultad. Hasta donde yo veo, leo, escucho, y experimento, la fórmula no falla (ni siquiera con el perro Tastavín). No tengo claro lo del oro y el plomo.

Amparito, he visto muy pocas veces Redes, pero he leído los libros de Punset y les debo el haberme acercado a mentes brillantísimas en distintos campos del saber y a decenas de libros. La perrita tiene todo el miedo del mundo. No deja que me acerque ni a cincuenta metros. Supongo que antes de ser abandonada se llevaría sus palos. Hace incursiones en las calles del pueblo por la noche para buscar comida. Por eso le dejo en un campo cercano a casa pienso cada dos o tres noches. Ya siento las penalidades que pasa con heladas cada noche, hambre, parásitos, pelo hecho un desastre y sucísimo, ...no sé si la protectora tiene la opción del trampeo para cogerla.

Isabel G.A, me alegra que percibas esperanza, aunque no soy consciente de ella. Creo que no tengo ni esperanza ni lo contrario. Simplemente contemplo atónito el discurrir de la vida en donde cada día me sorprende más cada acontecimiento. El primer párrafo, y de nuevo disculpas por el desorden al escribir, surge de una reflexión personal y escolar. En algunos temas, por la debida reserva y prudencia, me contento con traducir mi pensamiento a cuatro o cinco líneas. Y salen con la generalidad debida para no hacer referencia a hechos o personas concretas. El caso es que me ayuda a sentir mejor. En otro tiempo expresaba aquí con cierto detalle mis pesares profesionales hasta que comprendí que no era apropiado. En este caso, con el párrafo inicial, simplemente me refiero al afán por juzgar a los demás al primer vistazo y, en la medida de lo posible, enfatizar los defectos. Me duele por mí (pues me va mejor en el medio plazo que en el instante inicial), por los injustamente juzgados, y por el hecho en sí mismo del interés por medir, analizar, juzgar.

Gracias a los tres por regalarnos vuestras reflexiones.
Un saludo.

Amparito dijo...

Lazos no tenemos, ni nada parecido
Nos hacemos con ell@s como tú, a base de paciencia y darles comida...
Recuerdo una perra con camada en Echo (que según la guardia civíl era peligrosísima... Para los policías siempre lo son, independientemente al cuerpo que pertenezcan) que en una tarde la metimos en el coche a ella y a toda su parentela de enormes cachorros tipo mastín...

Pero, como casi siempre, estamos saturados. De todas formas, si la pillas, puedes llamarnos (mi teléfono es 974 36 05 14) que al menos no pasará ni frío, ni hambre...
Y una posibilidad de adopción también tiene:
http://www.protectora-jaca.org/

Besos perrunos,

Pili Amparo

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