Les avisaré que ahora mismo escribo profundamente impactado y desorientado. En todo caso, poco importa.
Hace unos días, mi antiguo hermano que antes se pensaba azor y ahora se imagina como gallina de corral (¿qué estímulos eléctricos mueven el sistema nervioso de los jóvenes actualmente?) planteaba algunas ideas sobre la maldita sostenibilidad y el romanticismo ecológico con que nos acribillan desde cada ventana los políticos, constructores, y otros entes del inframundo. Venía a decir, simplemente, que cuidar el bosque, la contaminación, no tirar las cacas a la calle, salvar a los pollitos de gorrión, etc., tiene que ver en primerísima instancia con nosotros. Más bien con los que vienen después, que encontrarán un planeta muy difícilmente habitable. Después, en segundo lugar, quien lo desee, que piense en razones morales sobre el trato al resto de animales, la vida, la conservación de los ecosistemas, etc.
Curiosamente, el día siguiente tuve que ayudar a unas personas de primero y segundo de ESO a encontrar información sobre la biodiversidad. Pude observar unos instantes su libro de texto, que justamente citaba en el apartado sobre la conservación de la nombrada biodiversidad esos argumentos antropocentristas sobre el humano-dios que pide un poco de clemencia para los apuradísimos seres que viven bajo su dictadura. Aún tuve unos instantes para mostrarles el escrito de la gallina y el vídeo de Carl Sagan sobre nuestra insignificante, y gigante a la vez, estupidez y crueldad observada desde los confines del sistema solar. El mensaje del libro de texto tendrá que ser absorbido y vomitado en sucesivos exámenes durante su vida escolar y aquel que quiera pensar algo un poco más original, racional, auténtico, tendrá que gozar de alguna experiencia extrasensorial o extraescolar que le muestre un camino alternativo a la autopista hacia la placidez adulta que forma tantas veces el conocimiento oficial permitido.
Y si tienen un tiempo desocupado, quizá les guste ver The Cove. Aunque acabarán sintiéndose profundamente tristes.
De nuevo, que comiencen bien la semana.
3 comentarios:
Es la peor contribución de las religiones, esa de hacernos creer dueños y señores del mundo
No se si tenemos remedio
Seguramente la naturaleza acaba poniendo a cada cual en su lugar, si no nos la cargamos antes, claro
Ya me parecía que había escrito yo algo sobre el tema... Aunque sea un tema tan recurrente:
http://imaginas-alter-ego.blogspot.com/2010/10/foto-de-daniel-goni-hecha-con-la-lupa.html
está claro que no estamos cargando la naturaleza, pero la naturaleza se encargara de nosotros de antemano.
lo que realmente es triste es que no nos demos cuenta de nada y seamos tan egoistas.
también es verdad que nos hacen sentir culpables siempre, cuando la verdadera culpa la tienen las grandes insdustrias. No obstante, nosotros podemos hacer algo, comienza por cambiar nuestras costumbres de consumo, no es muy dificil
un saludo
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