lunes, 3 de noviembre de 2008

CIELO Y CARRASCA DE CASTILLA.

Anochece: dejamos el escondite y nos ponemos el disfraz.

Será el tiempo de la doble vida: una gris y otra azul.

De nuevo un fin de semana lleno de sentido: confirmé mi gen pastor y, en resumen, disfruté de la vida que surge alrededor de una estufa de leña cuando afuera llueve, hace mucho frío, y la compañía es perfecta. El fuego marca un ritmo perfectamente acompasado con mis movimientos.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Estuviste rodando "Memorias de África? el sitio parece precioso,impone quietud, Un saludo Julia

Anónimo dijo...

Pues cuando paseo por el campo con mi perra fluye mi lado animal que no veas. Sólo me falta su olfato, su rapidez, su gracia, su fortaleza, su gracia. Bueno, oye, algo tengo y creo que es amor al campo.


Un bico

Anónimo dijo...

¡Cómo añoro ese calorcito de la estufa o la chimenea en invierno y el frío de fuera! Un tiempo viví en una masía en el Berguedà y podía experimentarlo. Un saludo.

Anónimo dijo...

Julia, el sitio merece seis o siete días a la semana. La luz del atardecer me parece irreal y maravillosa, aún con el miedo de no encontrar el camino de vuelta. Ese lugar es especial, igual que algunas de las personas que allí viven.

Entrenómadas, tu lado animal fluirá siempre, puesto que eso somos. Eso sí, animales bastante corticos.

Joselu, esa estampa de la estufa, la leña,, el invierno, un pueblo pequeño, ..., me parece la imagen perfecta de la nostalgia. Ay.

Saludos y gracias por vuestro comentario.
José Luis.

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