Es la frase con la que me recibe cada mañana cuando me ve. Quizá sea el más inteligente de todos y se preocupa realmente de lo más importante.
Carta con destino Perdiguera para Abel: Anhelos, miedos, temores y esperanzas de dos maestros de pueblo. Menudo desorden cerebral representado por un conjunto ingente de palabras. También unas cuantas ilusiones para unir nuestras escuelas y generar actividades de interés y provecho para los pequeños clientes del negocio.
La relación con los niños mejora sensiblemente cada día, como una relación en la que las confidencias, las alegrías y penas, los descubrimientos vividos juntos, van forzando unos lazos cada vez más cercanos y estrechos. Vuelvo a estar cerca de lo mismo: los niños han sido durante casi dos años las personas con las que he compartido los buenos y malos días, con las que se acumulan ya varias lecturas emocionadas, miradas cómplices y relucientes ante distintos milagros, palabras, carreras, griteríos de esos que uno oye a los que están descubriendo la vida cada segundo. Creo ellos sienten que cada día estoy más contento y me encuentro mejor con ellos, y yo recibo cada instante una muestra de su afecto y alegría, en forma de magdalena (no cuenten quién se las come), de comentario espontáneo, o de sonrisa.
Hoy nos hemos reído un rato con el “Secuestro de la Bibliotecaria”, un librito que el blog escolar nos permitió descubrir. En Educación artística, tras analizar y copiar algunos autores y cuadros surrealistas, cada niño se ha puesto el vestido de surrealista, se ha sumergido en su época convulsa entre ambas guerras mundiales, y ha tratado de expresar una idea, sentimiento, sueño, pesadilla, mediante el empleo de diferentes símbolos y la desfiguración de la realidad. Han surgido ideas geniales y brillantes, magníficas, que me han llevado a lamentar la ridícula hora semanal que podemos dedicar a estos menesteres. Evidentemente, es mucho más importante la propiedad conmutativa, y los elementos de la comunicación: ya sabrán, emisor, receptor, canal y mensaje.
Para finalizar con el cuerpo humano, toca el capítulo de la reproducción. Enseñar algunas cosas invita a varias reflexiones. ¿Cómo el ser humano, tan inteligente y racional, ha jugado a dotar e impregnar de prejuicios esta parte de la naturaleza del ser vivo (¡no del hombre!), tan normal y natural, presente en páginas contiguas a las del sistemas digestivo, respiratorio, o endocrino?. Es sorprendente cómo los niños construyen su representación del mundo en temas como éste, lleno de eufemismos, aspectos oscuros, vergüenzas, represión y temores. La gran mayoría descubría hoy la mayor parte de los contenidos, pero, eso sí, ya llevaban metida en el código genético cultural esa retahíla de pudores en torno este tema.
Lo anterior, descrito en esencia, significa un desarrollo de la clase muy especial. Para empezar, una mayor atención. Primero motivada, me parece, por el halo que envuelve el tema, pero después por algo que me parecía un interés real en torno a un tema que posiblemente era el más desconocido para ellos de todos los relacionados con nuestro cuerpo (por otra parte, la cárcel del alma, ya se sabe). También resulta muy chocante el gran recelo que algunos de los niños manifiestan cuando se sugiere compartir algunos de estos conocimientos con la familia, indicando simplemente que sus padres se enfadarían si les contaran estas cosas. Aún más chocantes resultan los casos en que directamente el niño señala la desaprobación familiar ante la presencia de tales contenidos en el aula. Entiendo que el ejemplo puede ilustrar la dificultad encontrada por el maestro para compatibilizar el desarrollo curricular con las posturas e ideologías familiares, o con las creencias personales de cada uno.
Finalmente, los niños, ajenos todavía a la mayor parte de los prejuicios que aún están por llegar, al margen de tantos convenios sociales estúpidos fruto de inercias con origen en el reciente pasado medieval español, acaban adueñándose de la situación y poniendo cordura:
“José Luis, he ido a comprar a la tienda y le he preguntado a X si había hecho el amor con Y. No me ha contestado, pero se ha puesto muy rojo, así que supongo que sí que lo habrá hecho. También le he preguntado a mi abuela al llegar a casa: me ha dicho que claro, que por eso estaba yo allí, y que todo el mundo en el pueblo, los mayores, también hacían el amor, que es una cosa normal” –
Un nuevo juego, Jaime, para explorar el concepto de “normal”.
Carta con destino Perdiguera para Abel: Anhelos, miedos, temores y esperanzas de dos maestros de pueblo. Menudo desorden cerebral representado por un conjunto ingente de palabras. También unas cuantas ilusiones para unir nuestras escuelas y generar actividades de interés y provecho para los pequeños clientes del negocio.
La relación con los niños mejora sensiblemente cada día, como una relación en la que las confidencias, las alegrías y penas, los descubrimientos vividos juntos, van forzando unos lazos cada vez más cercanos y estrechos. Vuelvo a estar cerca de lo mismo: los niños han sido durante casi dos años las personas con las que he compartido los buenos y malos días, con las que se acumulan ya varias lecturas emocionadas, miradas cómplices y relucientes ante distintos milagros, palabras, carreras, griteríos de esos que uno oye a los que están descubriendo la vida cada segundo. Creo ellos sienten que cada día estoy más contento y me encuentro mejor con ellos, y yo recibo cada instante una muestra de su afecto y alegría, en forma de magdalena (no cuenten quién se las come), de comentario espontáneo, o de sonrisa.
Hoy nos hemos reído un rato con el “Secuestro de la Bibliotecaria”, un librito que el blog escolar nos permitió descubrir. En Educación artística, tras analizar y copiar algunos autores y cuadros surrealistas, cada niño se ha puesto el vestido de surrealista, se ha sumergido en su época convulsa entre ambas guerras mundiales, y ha tratado de expresar una idea, sentimiento, sueño, pesadilla, mediante el empleo de diferentes símbolos y la desfiguración de la realidad. Han surgido ideas geniales y brillantes, magníficas, que me han llevado a lamentar la ridícula hora semanal que podemos dedicar a estos menesteres. Evidentemente, es mucho más importante la propiedad conmutativa, y los elementos de la comunicación: ya sabrán, emisor, receptor, canal y mensaje.
Para finalizar con el cuerpo humano, toca el capítulo de la reproducción. Enseñar algunas cosas invita a varias reflexiones. ¿Cómo el ser humano, tan inteligente y racional, ha jugado a dotar e impregnar de prejuicios esta parte de la naturaleza del ser vivo (¡no del hombre!), tan normal y natural, presente en páginas contiguas a las del sistemas digestivo, respiratorio, o endocrino?. Es sorprendente cómo los niños construyen su representación del mundo en temas como éste, lleno de eufemismos, aspectos oscuros, vergüenzas, represión y temores. La gran mayoría descubría hoy la mayor parte de los contenidos, pero, eso sí, ya llevaban metida en el código genético cultural esa retahíla de pudores en torno este tema.
Lo anterior, descrito en esencia, significa un desarrollo de la clase muy especial. Para empezar, una mayor atención. Primero motivada, me parece, por el halo que envuelve el tema, pero después por algo que me parecía un interés real en torno a un tema que posiblemente era el más desconocido para ellos de todos los relacionados con nuestro cuerpo (por otra parte, la cárcel del alma, ya se sabe). También resulta muy chocante el gran recelo que algunos de los niños manifiestan cuando se sugiere compartir algunos de estos conocimientos con la familia, indicando simplemente que sus padres se enfadarían si les contaran estas cosas. Aún más chocantes resultan los casos en que directamente el niño señala la desaprobación familiar ante la presencia de tales contenidos en el aula. Entiendo que el ejemplo puede ilustrar la dificultad encontrada por el maestro para compatibilizar el desarrollo curricular con las posturas e ideologías familiares, o con las creencias personales de cada uno.
Finalmente, los niños, ajenos todavía a la mayor parte de los prejuicios que aún están por llegar, al margen de tantos convenios sociales estúpidos fruto de inercias con origen en el reciente pasado medieval español, acaban adueñándose de la situación y poniendo cordura:
“José Luis, he ido a comprar a la tienda y le he preguntado a X si había hecho el amor con Y. No me ha contestado, pero se ha puesto muy rojo, así que supongo que sí que lo habrá hecho. También le he preguntado a mi abuela al llegar a casa: me ha dicho que claro, que por eso estaba yo allí, y que todo el mundo en el pueblo, los mayores, también hacían el amor, que es una cosa normal” –
Un nuevo juego, Jaime, para explorar el concepto de “normal”.
3 comentarios:
Que maravilla...¿te has dado cuenta?, la abuela ha contestado con mas naturalidad que quienes son mas jóvenes que ella. ¡ay, que retraso de 40 años.. maás!
Me alegra leer que te encuentras mejor con los chicos y que disfrutais juntos creando cosas nuevas. Seguramente los adultos pecamos de controlar demasiado lo que hacen y no les dejamos divagar lo suficiente...sacar lo que llevan dentro. (Y eso que yo con Daniel tengo una auténtica caja de Pandora, pero de cosas buenas y malas he de decir.)
Ah, me gusta leerte así.
A mí también...
Gracias a ambas.
El retraso quizá sea de 4000 años, en vez de 40.
Yo creo que se suele tratar a los niños como si fueran tontos, algunas (bastantes) veces. Hay multitud de momentos en los que muestran reflexiones profundísimas, opiniones muy sentidas, creatividad increíble, etc; comportamientos para los que no se le suele creer capaces.
Además, su comportamiento sencillo, práctico, natural, espontáneo, ..., es antítesis frecuentemente de los prejuicios, vicios, pudores, apariencias, que adornan a los adultos.
Un saludo.
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