lunes, 19 de marzo de 2007

OFICIALMENTE, LA LEY NO OBLIGA A ESCRIBIR EN UN BLOG.

No sé qué debo decir. Ayer, la mujer de un ciclista al que veo de ciento a viento, me decía: “Serafín dice que este año no debes estar tan contento, que te ve casi todos los sábados, cuando el año pasado apenas te alejabas de Ansó”. Y, claro, si este buen hombre percibe estas cosas, qué no sucederá realmente.

Mis sentimientos van de la felicidad absoluta con mi trabajo, con mi familia, con mis aficiones, a la desolación completa cuando se cruza un tipo como este, al que tengo que ver y escuchar cada día. Un tipo que me hace sentir triste, fuera de lugar, desgraciado, y con ganas de marchar y no volver.

Hace años tuve un jefe en las piscinas municipales que era la representación absoluta de la falta de educación y respeto hacia los empleados. Gritos, broncas, siempre con actitud vigilante, atento para pillar a alguien y lanzar sus reproches autoritarios. Pues algo así vuelvo a sentir. Cuando alguien habla en nombre de la ley, con la soberbia que ningún cargo otorga, no atiende a situaciones concretas y excepcionales, …, me deja hecho polvo. Necesito la libertad ansotana, no tener unos ojos siempre dispuestos a examinarme. Más o menos, ya sé en que consiste mi trabajo, lo que debo hacer, y creo sinceramente que hago un poco más de lo legalmente establecido. Me siento amargado, sólo, y con ganas de marchar mañana a otra escuela.

Por lo demás, aparte de la actividad que comenzó a gestarse el sábado (algo realmente bonito en la cabeza), he puesto a los zagales unos cuantos vídeos: un trocito del documental sobre la escuela rural francesa Ser y Tener, que les ha hecho mucha gracia dado que encontraban muchas similitudes con nuestro día a día, con su propio comportamiento; en el Vientre Materno, el documental de Nacional Geographic donde se explican los diferentes momentos del embarazo, para resolver algunas dudas que habían surgido los días anteriores sobre el tema; y hemos hecho unos intentos de videoconferencia con los niños de otra escuela. Han podido comprobar qué demonios era una webcam y para lo que servía. Lógicamente, no es para menos, han quedado perplejos. Supongo que la ley no obliga a que traiga a clase mi ordenador, mi webcam, mi cámara de fotos, mi escáner, mis libros, …y los aporte sin pensarlo para tratar de enriquecer al máximo mis días con estos alumnos. La madre que parió a lo oficial y a sus secuaces.

Y ahora esperaré el rato largo que falta para que se graben las películas y canciones entregadas como agradecimiento a los escritores que cada semana nos regalan sus historias.

Ya ves Jaime, ya vuelvo a ser un pobre maestro cabizbajo. Cosas del péndulo.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Pues sí que estás deprimido, y por lo que dices "ese tipo" debe ser "compañero" tuyo; en la vida, nos topamos con personas desagradables, no dejes que ellas te hagan a tí serlo; sonríe y disfruta de las muchas buenas cosas que la vida nos oferece;Ánimo.

Anónimo dijo...

Hola Julia.

Gracias por el ánimo. Es un asunto complicado.

Comencé disfrutando de gran libertad, y ahora tantas limitaciones, obstáculos, permisos, normas, me ahogan.

Prefiero no rendir todas las cuentas ante lo oficial, y dejar alguna para que juzgue mi conciencia.

Un saludo.

Anónimo dijo...

Todos tenemos ciertas cosas que cumplir, al fin y al cabo esto es un trabajo, y en un trabajo uno no puede hacer siempre lo que le venga en gana!!, te guste o no hay algunas objetivos que tus alumnos tienen que alcanzar y ciertos papeleos, actividades que debes realizar, no puedes pasarlos por alto!, luego tenemos nuestros momentos, nuestra vida con los alumnos y cierta libertad que nadie nos puede quitar, momentos mágicos que guardas siempre en tu cabeza y en tu corazón y que solo forman parte de ti y de tu grupo!

Anónimo dijo...

Hola anónimo.

Tiene esto poco que ver con los trabajos y con las aficiones. Menos aún con saber o desconocer que he de cumplir unos objetivos, y han de hacerse, o no, unos papeleos. Nada que ver con querer hacer lo que a uno siempre le viene en gana.

Un saludo.

José Luis.

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