miércoles, 20 de diciembre de 2006

PROPÓSITO DE ENMIENDA Y PERDÓN DE LOS PECADOS.

Ya me lo dice Don Santiago cada día desde el cuadro. Estos días le noto enfadado. Nada más abrir la puerta me busca con la mirada y me pide justificaciones. Coño, y yo qué le voy a decir. Que sí, que ya sé que la escuela lleva su nombre, y que eso implica ciertas responsabilidades, y que habría que evitar retorcidos senderos, y que el espíritu riguroso y crítico, la ciencia, la duda metódica, el afán de descubrir, …, deberían ser los cimientos, pero señor Santiago…esto es lo que hay. Las herencias desgraciadas tienen estas cosas. Déme tiempo.

De nuevo nos hallamos en un tiempo caótico. Preparar el famoso acto navideño supone un continuo trasiego de niños, un ir y venir de preparativos, de esfuerzos malempleados, de prisas, de contenidos y programaciones maltrechas. Con mis pequeños alumnos resulta imposible trabajar, al no poder enlazar dos horas seguidas. Todos los cambios en horarios, actividades, etc., les afectan especialmente. Luego se oyen voces que hablan de niños alterados en estas fechas. Cómo no van a estarlo, con tantas tonterías.

Añadiré otra añoranza ansotana: la de contar con independencia total a la hora de trabajar en la escuela. Lo del trabajo en grupo es un gran invento, pero tiene dos caras. Y ya son muchos años de encontrarme con la mala. Hacer un mínimo esfuerzo coordinativo con alguien cuando no crees en el trabajo a realizar, e incluso eres radicalmente contrario al mismo, resulta especialmente amargo para el cuerpo.

Intento encontrar un recipiente en blanco y negro, pero con tanta tecnología esto es ya difícil. Sin embargo, no consigo ver en color el contenido. Qué infortunio.

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