sábado, 19 de agosto de 2006

Gracias a Javier Torres porque ayer me permitió poder tener un público más amplio para expresar mi pataleta con la empresa que me roba cada día un poquito, y además se ríe. Telefónica, claro.
Parece ser que soy muy dado a no entender.
Ahora lo que no entiendo son las bodas. Las bodas de 20.000 (pesetas; añoradas pesetas, las de 35 una barra de pan) el cubierto. Mi última charla con Jaime, antes de que se me enfadara, giró en torno al sentido de estas bodas, de su fin lucrativo, y, en definitiva, de la pérdida del que supongo es su fin: compartir un momento especial con tu gente querida. Gracias a Dios, o a quien sea, este no es tema para el blog.
Simplemente quería hoy escribir para saludar a dos compañeros (amigos) con los que he pasado un rato dando un repaso general a la vida, y a nuestras cosas de la escuela. Todas esas anécdotas y complicidades con algunos alumnos que hacen que podamos hablar con tanta ilusión de nuestro trabajo. Carlos y Ana, encantados de teneros por aquí cerca.
Me encanta recibir impresiones de personas que trabajan en entornos diferentes. Siempre llega alguna gran idea. Me quedo con una que se refiere al sentimiento de incomprensión de la educación física por parte de profesores de otras áreas (ojo, que el asunto es muy grave). O a la necesidad de coherencia entre palabras y hechos en el profesorado, ausente tantas veces, si se pretende causar algún efecto en los alumnos.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Gracias a ti, a vosotros y a todos, porqué no.

Siempre que podamos colaborar y ayudarnos ahí estaremos.

Un abrazo

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