Hace un año estábamos a punto de empezar las oposiciones. Hacíamos entrenamientos específicos de examen en la biblioteca, leíamos los temas mirándonos fijamente a los ojos, exponíamos frente a nuestros alucinados compañeros de piso (...), hacíamos series de velocidad en la escritura con un boli recortado para aminorar su peso (sí, lo siento, boli tunning), recibía las últimas llamadas de las personas que sufrían conmigo y querían ayudarme, respirábamos los humos y el calor zaragozanos entre folio y folio, nos enfadábamos por asuntos trascendentes como la limpieza o la compra (siempre marcas "dedo" o "pájaro", por supuesto).
Hoy, de alguna manera, se ha cerrado un primer bucle. El primer curso ha acabado. Entre medio hay muchas cosas y muchas personas. Me acuerdo ahora de fallos, y de muchas anécdotas. Pero, sobre todo, me acuerdo de personas. De las que ya estaban, o de las que han pasado por aquí. Con todas ellas, y con Ansó, la experiencia vivida ha sido un placer infinito. Por primera vez puedo pensar razonablemente que las diversas, y titubeantes muchas veces, decisiones que me han llevado hasta aquí han sido acertadas y (muy) afortunadas. Acabo el curso sintiéndome muy feliz siendo maestro.
Mañana varios alumnos vendrán a la escuela para hacerme compañía y para ayudarme a recoger. Algunos han dicho que el curso ha pasado en un suspiro, y otros que estaban un poco tristes como yo porque esto acabara. En fin...
FIN: VOLUMEN II (o cada tonto, unos más que otros, con su tema)
Hoy, a las 9:30, he acudido a la escuela, he abierto la puerta, y he descubierto todos los agujeros que quedan a la vista cuando las voces de los niños ya no suenan. Soledad pura. He comenzado a recoger y organizar los materiales para que el próximo profesor no deba hacer de detective los primeros días, buscando cada cosa que necesita, y he puesto música.
Ha comenzado sonando “In my Heart”, de Moby, que nos ha acompañado durante el curso en muchas actividades, como el teatro de navidad u otros momentos especiales. En ese momento ha aparecido el nudo. El famoso nudo en la garganta. Y con él he estado, con muchas sensaciones e imágenes pasando por la cabeza (no soy capaz de describirlas como merecen), hasta que ha venido Raúl, y luego Diego, y luego …, a pasar un rato de la mañana y a hacerme compañía. Estos seis días que quedan hasta el próximo viernes son días de ordenar, de recoger, de tirar cosas hechas durante el curso, de evocar. Y el caso es que todo me produce pena.
La madre de una alumna muy querida, a la que recordaré mucho tiempo, me ha regalado, con una bonita dedicatoria incluida, el libro “O Catón, replegando as tradicions ansotanas”. Este libro supone algo parecido al broche final de mi estancia en Ansó. Va directamente al baúl del maestro (el que lleva en su cabeza y le acompaña a todas partes; el maestro va con todo, decía otro). Baúl que estoy seguro volverá al punto de partida.
Hoy, de alguna manera, se ha cerrado un primer bucle. El primer curso ha acabado. Entre medio hay muchas cosas y muchas personas. Me acuerdo ahora de fallos, y de muchas anécdotas. Pero, sobre todo, me acuerdo de personas. De las que ya estaban, o de las que han pasado por aquí. Con todas ellas, y con Ansó, la experiencia vivida ha sido un placer infinito. Por primera vez puedo pensar razonablemente que las diversas, y titubeantes muchas veces, decisiones que me han llevado hasta aquí han sido acertadas y (muy) afortunadas. Acabo el curso sintiéndome muy feliz siendo maestro.
Mañana varios alumnos vendrán a la escuela para hacerme compañía y para ayudarme a recoger. Algunos han dicho que el curso ha pasado en un suspiro, y otros que estaban un poco tristes como yo porque esto acabara. En fin...
FIN: VOLUMEN II (o cada tonto, unos más que otros, con su tema)
Hoy, a las 9:30, he acudido a la escuela, he abierto la puerta, y he descubierto todos los agujeros que quedan a la vista cuando las voces de los niños ya no suenan. Soledad pura. He comenzado a recoger y organizar los materiales para que el próximo profesor no deba hacer de detective los primeros días, buscando cada cosa que necesita, y he puesto música.
Ha comenzado sonando “In my Heart”, de Moby, que nos ha acompañado durante el curso en muchas actividades, como el teatro de navidad u otros momentos especiales. En ese momento ha aparecido el nudo. El famoso nudo en la garganta. Y con él he estado, con muchas sensaciones e imágenes pasando por la cabeza (no soy capaz de describirlas como merecen), hasta que ha venido Raúl, y luego Diego, y luego …, a pasar un rato de la mañana y a hacerme compañía. Estos seis días que quedan hasta el próximo viernes son días de ordenar, de recoger, de tirar cosas hechas durante el curso, de evocar. Y el caso es que todo me produce pena.
La madre de una alumna muy querida, a la que recordaré mucho tiempo, me ha regalado, con una bonita dedicatoria incluida, el libro “O Catón, replegando as tradicions ansotanas”. Este libro supone algo parecido al broche final de mi estancia en Ansó. Va directamente al baúl del maestro (el que lleva en su cabeza y le acompaña a todas partes; el maestro va con todo, decía otro). Baúl que estoy seguro volverá al punto de partida.
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