Me quedan 3 semanas de curso y la sensación de pena que me invade el cuerpo es cada día mayor. En Ansó el verano se va acercando, y con él llegan días cada vez más bonitos y radiantes.
Las últimas semanas han sido ricas en actividades especiales, como las sesiones de Educación Física por las calles del pueblo, el viaje con toda primaria a Santander, la salida al CRIET de Calamocha con los alumnos de tercer ciclo, y todas ellas no han hecho sino contribuir a crear un clima aún más cercano con mis alumnos, a estrechar esos lazos emocionales que tanto me atan como maestro novato que soy, nada acostumbrado al “volver a empezar”. Mantengo mis nulas ganas de volver a conocer a otro grupo.
Estos días algunas personas más o menos ajenas a la escuela me han transmitido de distinto modo que los alumnos (algunos, claro) estaban muy contentos con su maestro, y la certeza de no poder continuar el camino emprendido con este grupo es algo que me angustia. Además, si considero el problema de un nuevo destino a una distancia trágica de una novia, querida y añorada novia, las dudas sobre los próximos años,…, el futuro me parece bastante desagradable. Y por supuesto que sigo recordando que soy afortunado y privilegiado.
Mañana en la escuela volverán a faltar dos profesores (de cuatro), por lo que continuamos en un trimestre en el que todo parecido con la continuidad y la rutina es pura ilusión. Aunque esto importa ya bien poco.
Sí Jaime, artículo sentimental. Es lo que hay.
Las últimas semanas han sido ricas en actividades especiales, como las sesiones de Educación Física por las calles del pueblo, el viaje con toda primaria a Santander, la salida al CRIET de Calamocha con los alumnos de tercer ciclo, y todas ellas no han hecho sino contribuir a crear un clima aún más cercano con mis alumnos, a estrechar esos lazos emocionales que tanto me atan como maestro novato que soy, nada acostumbrado al “volver a empezar”. Mantengo mis nulas ganas de volver a conocer a otro grupo.
Estos días algunas personas más o menos ajenas a la escuela me han transmitido de distinto modo que los alumnos (algunos, claro) estaban muy contentos con su maestro, y la certeza de no poder continuar el camino emprendido con este grupo es algo que me angustia. Además, si considero el problema de un nuevo destino a una distancia trágica de una novia, querida y añorada novia, las dudas sobre los próximos años,…, el futuro me parece bastante desagradable. Y por supuesto que sigo recordando que soy afortunado y privilegiado.
Mañana en la escuela volverán a faltar dos profesores (de cuatro), por lo que continuamos en un trimestre en el que todo parecido con la continuidad y la rutina es pura ilusión. Aunque esto importa ya bien poco.
Sí Jaime, artículo sentimental. Es lo que hay.
2 comentarios:
Bienvenido al club.
Estás condenado -como yo- a que tus nuevos alumnos te poarezcan siempre más feos que los anteriores. Volver a empezar... De cero, siempre de cero. En otro territorio, en otro paisaje, aunque el aula parezca la misma, y sea la misma escuela y el mismo pueblo. Todo es nuevo. Como tú, que también eres otro.
ánimo
Bueno, parece que sólo tengo que dejar pasar 15 años, haber conocido 25 grupos, y la adaptación a estos cambios se habrá producido.
Pero ya lo has dicho bien: estoy condenado a ello.
Saludos.
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