sábado, 29 de agosto de 2009

PIRINEOS.


Después de cuatro años, una vieja revista que habrá pasado por muchas manos ha llegado hasta mí tras laberíntico e intrincado recorrido, conexión rumana incluida, encontrando un lector al que sorprender (en la primera página, la escuela de Ansó) y al que mostrar algunos caminos.


Gracias a su entrevista, he conocido a Eduardo Martínez de Pisón. No en persona, desafortunadamente. Apenas un par de páginas, unas pocas ideas, y ya ha pasado a la enorme lista de las personas con las que sería un privilegio compartir una tarde escuchándoles. Esas personas que, estoy seguro, hacen mejor el mundo. Creo que él me entendería decir que uno es de donde se siente.


Henry Russell, a su vez, aparece unas cuantas páginas antes, así que también nos hemos presentado y, no sé él, yo me he enamorado. Ayer por la tarde, sin tardar, empleé el dinero para las zapatillas, habrá que estirar las viejas, en su libro Recuerdos de un Montañero. Dice que “las cosas verdaderamente sublimes las sentimos pero no las aprendemos y todavía menos las comprendemos”. También sentía extraña atracción por dormir en maravillosas montañas y admirar cada mañana el mejor de los amaneceres.


Quizá entonces en esos sitios verdaderamente sublimes no sea lo apropiado buscar respuestas. Quizá sentirlos ya es la respuesta. Probaré con tu idea, Henry; queda poco tiempo.


lunes, 24 de agosto de 2009

LOS PEQUEÑOS Y SENCILLOS ACONTECIMIENTOS.

Otra mirada. Los maravillosos ojos del joven zorro.

Disculpas, en primer lugar, por la desaparición del blog durante varios días. Ha sido cosa de virus peligrosos y un par de cortocircuitos, pero todo esta en orden; es un decir.

A la vista de la transformación que me han provocado algunas lecturas de los últimos años, me cuestiono si leer es realmente positivo. Muchos quebraderos de cabeza, preocupaciones, problemas, …, han sido causados directamente por lo que tales lecturas han removido allá adentro. Siempre podrá pensarse, supongo, que, al margen de la lectura, cada uno supone un filtro muy particular que genera interpretaciones bien diferentes de cada obra. En cualquier caso, les dejo aquí apuntados dos títulos que me parecen soberbios y que, tengan cuidado, pueden suponerles un auténtico cambio en su pensamiento y en su concepción del mundo y de la vida: La Especie Elegida, de Juan Luis Arsuaga, y La Naturaleza en Peligro, de Miguel Delibes de Castro.

He pasado casi dos semanas saliendo al atardecer a tomar la fresca. Mi abuela me sacaba hace veinte años a tomar la fresca a la replaceta después de tomar las patatas fritas y sopas de ajo que sólo una abuela magnífica sabe hacer. Igual que en el extraño caso del lugareño que descansaba tranquilamente e improductivamente en la playa, tantas y tantas vueltas para acabar encontrando el mayor placer, y el sentido, en los más sencillos acontecimientos.

En ocho días nos reencontraremos con los niños.