miércoles, 29 de noviembre de 2006

EN CUANTO PUEDA, ME BAJO.

“O cambiamos nuestra manera de producir y consumir o vamos hacia un desastre socio-ecológico de proporciones inimaginables”. Esto dice Jorge Riechmann, presidente de Científicos por el Medio Ambiente (CIMA), y conferenciante hace pocos días en Alcañiz.

Leo también que los de la nieve y las grúas andan con sensación agridulce. Por una parte sienten que no haya nevado porque las pérdidas que sufrirán en el próximo puente serán cuantiosas. Pero, por otra parte, la bonanza climatológica les permite prolongar sus obras. Ya saben, quito estos pinitos de aquí, echo un montoncico de cemento allí, campo con veinte hoyos ahí arriba (en la puntica de la montaña, por las vistas) , etc. Estudios meteorológicos en los Alpes informan que en los próximos 20 años deberán cerrar el 50% de estaciones invernales por falta de precipitaciones. Mientras, nuestro modelo de desarrollo, Spain is different, se basa en seguir construyendo y ampliando las pistas.

El asunto no me duele especialmente por el ser humano, que es quien, al fin y al cabo, está generando la tragedia. En todo caso, me duele por los antepasados que sobrevivieron duramente y nos permitieron hacer las barbaridades actuales, y, sobre todo, por la maravillosa naturaleza víctima de nuestra condición miserable. Quizá hubiera sido mejor idea ser un celacanto, o una serpiente lisa meridional.

Estos días reviso prensa atrasada para seleccionar noticias para mis alumnos, y, además de aspectos relacionados con lo anterior, suelo encontrar algunas perlas de la inteligencia humana:

El asunto del tabaco, y de la polémica iniciada por la Comunidad de Madrid al contravenir la norma marco nacional. Lo último en esta estéril discusión se refiere a la queja de los fumadores causada por su reclusión, dentro de restaurantes, en zonas cerradas. Indican que en estas zonas se acumula todo el humo y acaba molestándoles. Tuve que releerlo varias veces, pero no, no había letra pequeña, ni doble fondo, ni as en la manga, ni nada de nada. Tal cual, el tipo soltó el despropósito y lo enlazó con sus siguientes argumentos. Anonadado y perplejo.

Argumentación de padres, conserjes, personal de cocina y limpieza sobre la conveniencia o no de que la escuela de los niños celebre el festival de navidad con villancicos o con rituales paganos. Ya siento que el periódico y la televisión no encuentren otros asuntos educativos durante el año para tratar, y que deba atender semejante problema. En todo caso, el lío parece inevitable, porque se vende que la escuela es laica y esas cosas, pero luego ocurre que antes de la clase de conocimiento del medio los niños reciben clase de religión, la mayor parte de las fiestas son de índole religiosa, los trimestres se organizan según estas festividades (tercer trimestre ridículo por segundo año consecutivo), etc. Ambigüedad permanente.

Leo a otro que dice: “el mundo es muy difícil de entender”. Será eso. O igual es que lo estamos haciendo ininteligible.

lunes, 27 de noviembre de 2006

LOS NIÑOS, LOS PROTAGONISTAS. EVIDENTEMENTE.

Los gritos me sobresaltan, corro a la ventana, y allí aguardan varios niños de edades variopintas, desde infantil a sexto de primaria. Apuran sus últimos minutos del fin de semana. Intentan coger a un pobre mozo al que, según varios, han de capar. También hay otros enfrascados en una hoguera a base de cardos y cáscaras de almendras.

Después de algunas bromas se hace muy tarde, y algunos padres se dirigen hacia casa recogiendo a los hijos desperdigados por el pueblo. Algunos miran con incredulidad a ese maestro que hace ciertas cosas extravagantes (¡tiene la clase llena de bichos y fotos!) y que a semejantes horas habla desde la ventana con algunos niños.

Cuando se va, ella, tan pequeñaja, me dice que mañana llevará a clase una revista en la que salen lobos. Además, en la portada se ve la diferencia entre la huella de las patas traseras y delanteras. Una niña de primero atenta a libros y revistas para llevar a la escuela y completar lo que vamos aprendiendo cada día…; además, ese buenas noches, … que duermas bien, José Luis …; maestro feliz.

Paula, ya y felizmente en el octavo: ¿no te das cuenta que hay que estar en algún sitio de estos?. Niños que corren por las calles a las once de la noche, que hacen hogueras, que acuden a casa para saludarte, paseos por la noche, escondidos entre los pinos, el cielo lleno de estrellas, un huerto, cinco perros. Yo también haría una cuadra.

Hoy hemos concluido nuestra unidad de Educación Física de patinaje. Con los niños de segundo ciclo hemos hecho una especie de representación final a la que hemos invitado a toda la escuela y a las familias. Los niños han tenido unas sensaciones de nervios y ansiedad nuevas en muchos casos, pero finalmente han plasmado de forma muy bonita el trabajo realizado a lo largo de las sesiones y que, junto con el trabajo hecho en el cuaderno, y otras actividades alternativas, han concluido con una gran satisfacción. Similar a la sentida con la gimnasia rítmica el año pasado: disfrute y felicidad de los alumnos, gran trabajo y progreso motriz, importante trabajo en el cuaderno, implicación de las familias y del resto de la escuela, etc. Aunque en este caso me faltaban mis compañeros de Pintacoda.

Y cambiando al tercio de banderillas, vía Jaime, me llega que ocho cachorrillos de golden retriever esperan algún dueño que desee el regalo. Como en tantos casos, los desafortunados serán sacrificados. Si alguien desea un perro en su vida…

viernes, 24 de noviembre de 2006

NUEVOS MUNDOS

Hoy hemos disfrutado enormemente de nuestras redacciones sobre los reptiles misteriosos, de sus lecturas en voz alta, y de nuestra lectura diaria del libro que ya me leía Don Gustavo. Sólo perturbada esta felicidad por la posibilidad de encontrar a la salida de la escuela a la terrorífica lagartija del tamaño de un burro.

Ayer, junto a la maestra de educación especial y la psicopedagoga, acudí al Centro de Educación Especial Gloria Fuertes de Andorra. El objetivo era conocer formas de trabajo y recibir ideas nuevas para poder aplicar en nuestra clase. También debíamos conocer criterios y referencias para decidir el futuro inmediato de un alumno con discapacidad: la escuela ordinaria con las adaptaciones oportunas, o un centro específico.

Yo tenía claro hasta ayer que el lugar de este alumno no era la escuela ordinaria, considerando básicamente que en un centro de educación especial podrían darle una atención mayor y mejor que la escasa que yo le ofrezco cada día. Sin embargo, hoy pienso lo contrario.

En el centro nos atendieron dos personas amabilísimas, que nos transmitieron gran sensación de profesionalidad y de claridad de ideas. Nos explicaron cómo funciona el centro, qué niños hay allí, qué futuro les espera, conocimos las instalaciones, etc. Una idea clave sobre nuestro caso consistió en que se debía mantener al niño en la escuela ordinaria el mayor tiempo posible. Básicamente hasta que hubiera indicios por parte del alumno o de los compañeros de que la convivencia no era posible.

Nos señalaron que las auténticas prioridades educativas de este niño se referían a su autonomía personal (cambiarse de ropa, comunicarse de la mejor manera posible, respetar turnos y otros hábitos de carácter social, etc.) y que la escuela ordinaria era el medio idóneo para estos aprendizajes, dado que disponía a cada momento de ejemplos de los que aprender. En el centro de educación especial este aprendizaje por imitación era prácticamente inexistente. También aconsejaron retirar esas fichas de repasar, recortar, pintar, letras de los contenidos de trabajo preferentes con nuestro alumno.

La reunión concluyó con el acuerdo de que el niño asista a una sesión de evaluación para poder contar con datos objetivos que permitan un informe y unas recomendaciones más precisas.

Desde otro punto de vista, debo decir que la visita fue una difícil experiencia, puesto que supuso un acercamiento brusco a un mundo que desconozco completamente. Entrar y observar a los niños, los distintos grados de discapacidad, los más pequeños, los más afectados, sus juegos, sus palabras, obliga, ipso facto, a pensar en algunas cosas sobre la vida. En varias ocasiones salí de alguna clase con un complicado nudo en la garganta.

En cualquier caso, me quedo con el reconocimiento a los maestros que allí trabajan, en unas condiciones que a mí me resultan tan complicadas, consiguiendo auténticos milagros con sus alumnos.

miércoles, 22 de noviembre de 2006

PANES, CASTIGOS, LIBROS.

El buitre ya está cocido y la cabra está ahora con la lejía. Los preparativos para la escuela van por buen camino.

Pregunto al panadero por semejante hermosura de calabazas y me responde que son para asar, mezclar con miel, y preparar las casquetas. Apesadumbrado, dice que es ilegal, que los de sanidad ya le prohibieron hacer pasteles y varios tipos de pastas, y que ahora le exigen cambiar el obrador, la luz, y hasta el pomo de la puerta. También dice que ya han venido varias veces a ofrecerle esas maquinitas que hacen esa especie de sucedáneo de pan, abominable y asqueroso. Por supuesto, les mandó a escaparrar. Para eso, prefiere dedicarse a otra cosa. Piensa en las trabas puestas a un oficio como el suyo (igual que al resto de artesanos y pequeños comercios), y no comprende bien la situación. Ahora se premia al centro gigantesco, a la máquina de las cien barras por minuto, a la distribuidora de tomates insípidos y de manzanas relucientes. Sin sabor, sí, pero brillantes, y con los conservantes, pesticidas y otras zarandangas apropiadas. Fabricados en obrador de oro por empleados con corbata.

Le he pedido 6 casquetas de las ilegales y he marchado a casa. Aseguro que lo único malo que tienen es que si comes doce de tirón te puede doler el estómago.

Hoy varios niños están castigados sin salir a jugar. A la una he ido al ayuntamiento y cuatro alumnos me han acompañado, sin escuchar demasiado lo de avisar a sus padres para que no se preocuparan. Los pobres zagales han llegado cuarenta y cinco minutos tarde a comer. Sus padres han juzgado que con seis años no se debe hacer semejante fechoría, por lo que el peso de la justicia ha caído con gran entusiasmo sobre sus pequeños cuerpos.

Cristian encontró hace poco un artículo muy bonito en una revista y dijo con gran convencimiento: “ves José Luis, lo que tú dices: que en los libros podemos encontrar muchos tesoros”. Matrícula de honor para Cristian.

lunes, 20 de noviembre de 2006

LO DE SIEMPRE: NIÑOS, PISOS, NATURALEZA.

Leo que en España se construyen cerca de un millón de pisos cada año. No hace falta decir más.

Leo también cada semana a Juan José Millás. Ya le he nombrado otras veces, pero lo volveré a hacer. Recuerdo que comencé a leer sus columnas en El País cuando hace dos años recorté unas líneas que trataban sobre un preso americano al que perdonaban la pena de muerte por tener el coeficiente intelectual especialmente bajo. Le salvó ser tonto, decía.

Cada día estoy más contento con mis pequeños alumnos. Siguiendo a los Empiristas ingleses y a mi concepto catastrófico de la naturaleza humana podría decirse que es un placer tratar con personas aún no contaminadas por la experiencia humana. Niños que conservan intacta la capacidad de sorpresa ante la vida y sus maravillas.

Estos días se nombra por aquí lo mal que tienen los maestros el asunto de su formación continua. A cuento de esto, me planteo la mía. Hace dos años, tras la primera cornada oposicionil, casi mortal, me matriculé en el curso de doctorado propio de la Facultad de CCAFD. Lo probé y sabía demasiado amargo, así que apenas lo saboreé. Incluso creo que estaba envenenado.

Ahora, aparte de algunas jornadas y de algunos sencillos cursos, pienso varias cosas: pienso en un doctorado serio relacionado con la pedagogía; pienso en filosofía; pienso en biología (apruebo unas cuantas y así el Azor Tundra me coge justo en segundo y me va dejando apuntes).

Hay una idea que me encanta. Es una idea india muy famosa. Casi siempre representada cuando un general americano (sí, claro, era de ARAMÓN) va a hablar con un jefe indio y le pregunta por el precio de unas tierras. El jefe indio, perplejo, le indica que no puede vender nada, que la tierra no se puede vender porque no pertenece a nadie: al revés, los hombres somos parte de la tierra, pertenecemos a ella, le dice. El general americano se parte de risa, y supongo que le pegaría un tiro y empezaría a repartir el pastel. Pienso en esto y me sobrecoge la acción humana: apenas sabemos sobre nuestra evolución, apenas sabemos sobre nuestro lugar y función en la tierra, en el universo; apenas sabemos sobre algo, pero mientras lo averiguamos arrasamos con lo que encontramos.

En blogs como este de Brookei, o en Desde el Secano (blog sin plomo y libre de cloro), o en ANSAR, encuentro cada día un pequeño remanso de paz y de personas que son capaces de sorprenderse y maravillarse aún con los pequeños milagros de la naturaleza.

miércoles, 15 de noviembre de 2006

Acabo de perder 84 folios de trabajo. Pensaré que hay cosas peores.

Hemos dedicado la reunión de la tarde a discutir las propuestas de mejora para la Ley Aragonesa de Educación. Ya es la tercera tarde que dedicamos a esto. En principio, me parece buena idea, porque se genera un clima de diálogo y reflexión interesante, pero:

Parece una manera manifiesta por parte de la administración de acallar posibles voces discordantes que se lamenten de la falta de consenso y debate social. Me temo que es una maniobra estratégica, y no un deseo real de escuchar a padres, maestros, alumnos, etc. Considero humanamente inviable que sean capaces de tratar, y luego interpretar, las toneladas de información que les van a llegar. Son decenas de preguntas abiertas a que abarcan asuntos de la mayor y la menor concreción imaginable. Y llegarán propuestas y opiniones de casi todos los centros educativos (miles de folios), de muchos profesores a título particular, y de algunas otras instancias. A menos que pretendan aprobar la ley dentro de 10 años…

Frecuentemente los debates se convierten en un “cuéntame tu caso, Mari Loli”, donde cada maestro no ve más allá de su problema de ayer en clase, y se echa en falta, yo al menos, un maestro de 55 años, por ejemplo, culto y trabajador, que ponga cordura y conocimientos en algunas cuestiones en las que parecen existir tantas verdades como opiniones.

De todas maneras, vuelvo a lo mío. La vida de las personas establece continuamente interrogantes. Y yo creo que tirando del hilo siempre se llega a las mismas cuestiones esenciales. La escuela no se escapa a esto. Hablamos de padres, de sus relaciones con la escuela, de horarios, de reconocimiento social, de estrategias óptimas para enseñar, de necesidades materiales y económicas, etc. Y llegados a un punto en el que surgen atascos, desacuerdos, …, siempre me viene a la cabeza la que creo es la madre del cordero: ¿para qué enseñamos?. Yo no lo sé, pero todos deberíamos, en el peor de los casos, hacernos la pregunta.

Me da miedo. Creo observar visiones muy sesgadas de la realidad. Unos que miran en una dirección, otros en la contraria, otros que miran al suelo o cierran directamente los ojos. Unos que quieren que el niño sepa leer en primero y otros que quieren que el niño lea cuando salga de la escuela. Unos que quieren evitar la reclamación del maestro del siguiente ciclo o etapa, y otros que rinden cuentas únicamente ante su honestidad y el futuro del alumno.

Por otra parte, me entristece profundamente que haya maestros que no sienten pasión por lo que enseñan, que no creen en ello, que ni siquiera lo conocen. Cualquiera puede enseñar a mis alumnos a sumar, a restar, los animalitos del bosque, y la polisemia. ¿Dónde está el valor añadido (que feo suena este término económico) que debo aportar?. Yo lo encuentro en la ilusión que intento transmitir, en las puertas que pueda abrir, en posibilitar encuentros, libros, descubrimientos. Cuento cada cosa que leo y me ven leer, cuento el placer sentido con el ejercicio, intento que aprecien mi sorpresa por la vida, por cada cosa pequeñita y maravillosa de la naturaleza.

¿Cómo puedo coger un libro de conocimiento del medio y no conocer ni las calles del pueblo donde enseño?, ¿cómo puedo enseñar una actividad que he malaprendido dos días antes?, ¿cómo puedo incitar a la lectura si cada noche mi menú cultural es la puta televisión, y mi preocupación se refiere a la longitud, color, textura y sabor, de las bragas de Fulanita, la última nominada?, ¿qué pretendo transmitir?, ¿pretendo algo?, ¿hay alguien ahí dentro?.

Con gran ilusión compré el fin de semana los libros Maito Panduro y Ojos de Nube. Bien sé que hay maestros de los que sólo cabe mirar y aprender. Y escritores como Gonzalo Mouré de los que disfrutar. Ayer los leí y pretendía darlos a conocer, puesto que, desgraciadamente, mis alumnos aún son demasiado jóvenes para ellos. El intento ha durado unos diez segundos, hasta que alguien ha comprobado que no tenían dibujos y que la cosa iba de gitanos. Concienzudo análisis. Anda, cambiemos de canal.

Cada día amando más vivir, el cielo, las montañas.

lunes, 13 de noviembre de 2006

EL AZOR EMPRENDE VUELO.

Seré rápido porque me están vigilando y debo esconderme pronto.

Saludo blogiano a Julio Tejedor, un profesor del que aprendimos bastante en la Facultad de Huesca. Ahora es director de urbanismo, o algo parecido, del Gobierno de Aragón. El domingo analizaba en Heraldo bien contento y satisfecho el desarrollo urbanístico del Pirineo y se jugaba varios apéndices corporales a favor del juego limpio de ARAMÓN. Él sabrá.

En todo caso, sí me gustaría poner una cita (perdón, pero no la recuerdo literalmente) de Ortega y Gasset, cuyo nivel filosófico se suele equiparar con el olvido al que se le ha condenado: “un individuo no es sino la mitad de uno mismo; la otra mitad está formada por el paisaje en el que vive”. No estaría pensando, supongo, en lo mismo que yo cuando dijo esto, pero tiene aplicación. El caso es que ahora España se debe estar llenando de tipos a quienes les falta la mitad de sí mismos, o peor, su otra mitad es un colgajo cancerígeno y humeante de cemento y humo.

El otro día cuando dije que no quería lotería, como de costumbre, se encendieron las alarmas: pobre desgraciado, puede que nos toque a todos excepto a él. Aduje que no me hacía falta el gordo, que ya era suficientemente feliz. Todos rieron y me miraron con cierto aire protector. Qué infeliz, debieron pensar.

Y despidámonos con una feliz noticia. La semana pasada contemplamos el feliz alumbramiento de un nuevo blogecico. El blog en cuestión es de Pablo Capilla Lasheras, mi hermano. Al mozo le cuesta quitar el plato de la mesa tras la comida, y suele ponerse muy raro cuando está cansado. “¡Hala maño!, ¡que me dejes!” suele ser su advertencia. Ahora Pablo tiene ya quince años y comienza a tener buenas ideas por la cabeza. Incluso tengo ya la fortuna de poder aprender muchas cosas que él me enseña. El jodido tiene la suerte del instituto, donde tanto me gustaría a mí volver ahora. En su blog trata los asuntos que le preocupan, como los relacionados con la naturaleza o la escuela. Seguro que es una actividad que te ayuda en muchos sentido Pablo. Enhorabuena.

jueves, 9 de noviembre de 2006

¿OPOSICIÓN PARA ABEJA?.

Veo a la abeja tan feliz…y me da una terrible envidia. Coger su madera para fabricar su panal, llevar su vida de obrera, de zángano, o de reina, quién sabe, y morir, tranquilamente, sin dar mal a nadie. Claro, y si un tipo hace una tontería excesiva le clavas el aguijón en un ojo.

Cada día me vuelvo más raro, y lo peor es que estoy tremendamente orgulloso de ello. No sé si esto será normal. Paula siempre que se enfada me dice que he cambiado mucho en los últimos tiempos (me lo dice desde que la conocí). Como para no cambiar, con ocho viviendas, mil conocidos, diez trabajos, numerosas desventuras y patadas en el culo. Y demasiados fallos.

Situaciones como las de ayer donde estoy rodeado de tipos felices a los que no era capaz de seguir la charla, la broma, el motivo de la risa fácil. Incluso una charla espontánea donde me acuchillaron el rincón más sentimental de las tripas. Desconcierta ser la nota que desafina.

Echo de menos alguien con el que marcharme al monte por la tarde y esconderme hasta las clases de la mañana siguiente. Un maqui educativo, o algo así.

Hoy he recibido un dvd de Ecologistas en Acción titulado Mi Último Valle, con un corto y algunas opiniones sobre la destrucción, para unos, y suerte para la supervivencia (esto es lo de Maquiavelo, pero da igual), para otros, del Pirineo.

Sí, también lo de Telefónica, pero ni merece la pena. En una línea este mes me han cobrado veinte euros extras por error, y en la línea de Peñarroya me han facturado el dúo adsl y llamadas. No saben los pobres que en Peñarroya no existe el adsl. ¡No hay preinstalación en el pueblo!. Supongo que me lo cobran porque les traiciona la buena intención de que sí lo hubiera. He llamado a la moza robótica y ya me ha dicho: reclama, buen mozo. Cuando me pasaba con otra operadora, le he comentado: tranquila maña, no te preocupes y no me pases, que me doy por jodido (y me ahorro el pérdida de tiempo).

martes, 7 de noviembre de 2006

LA TIERRA Y EL ESPÍRITU SANTO.

No sé si es de santos o de tontos, pero, desde las catacumbas tecnológicas, llevo noventa minutos intentando colgar estas ya agotadas palabras. Quizá las vean más flacas que cuando las escribí.

Quico, mi añorado jefe de estudios, suele decir que hay gente para todo. Pensaba en esto cuando he descubierto hoy que una buena mujer se dedica profesionalmente a dar abrazos. Pues sí, gente para todo (Y los que guardaban horas de fila para recibirlos…).

Mando una nota para el departamento Provincial de Educación. En ella les pido tres armarios con puertas de cristal para colocar dignamente la humilde colección naturalista que tenemos en curso. El viernes llamé a diferentes secciones hasta que di con los encargados de estas cosas. A varios les dio la risa floja ante mi petición y el último me dijo que no esperase estuviesen en la escuela antes de marzo. Quizá me costara menos aprender a soplar vidrio y el oficio de carpintero, pero tendremos paciencia.

Con los niños hemos acudido a la biblioteca para aprender a manejar una enciclopedia en el ordenador. Han buscado información para sus trabajos y han descubiertos tantas cosas que la clase ha transcurrido entre continuas exclamaciones de asombro y sorpresa. Recuerdo de este verano varias lecturas que hablaban de la tragedia que supone perder esa capacidad de asombro de los niños.

También he tenido una experiencia desagradable. Tiene relación con la asignatura de religión y con la de alternativa a la religión. Me pregunto cómo en la escuela laica la alternativa está representada por la no religión. ¿No debería ser la religión la alternativa?. ¿Por qué no se les cae la cara de vergüenza a quienes proponen y justifican el currículo de la asignatura de alternativa a la religión?. Mientras ocho de mis nueve alumnos dan religión (por cierto, tela marinera…; ya me explicaré algún día), yo estoy sólo con un niño. Y el abanico de contenidos abarca talleres de prensa, de teatro, de cultura aragonesa, etc. ¿Por qué no un taller de corte y confección?. ¿Qué pintan ocho niños hablando de si el espíritu santo era un palomo o un gorrión mientras yo trato con el pobre ateo el dance tradicional de la Ribagorza norte?. Es tan obvio que se trata de un parche para ir tirando mientras nadie levante la voz que no entiendo como se sostiene tal situación. ¿No parece evidente que la religión incide sobre una dimensión de naturaleza diferente a la escolar?, ¿no se entiende el disparate e insulto que supone tener a los no religiosos con unos talleres-pasatiempos mientras sus compañeros alimentan el alma?. ¿No sería más lógico y mejor para todos sacar esa asignatura al tiempo extraescolar, de forma que acudan los realmente interesados, y los otros puedan tranquilamente hacer algo más productivo que los inútiles talleres?.

Leo cosas sobre ciencia y me da una envidia infinita observar campos de estudio donde el progreso no depende de intereses políticos, ni de concursos de la tontería más grande, sino que todo avanza al ritmo de estudios, de evidencias, de trabajo objetivo y eficaz. Vamos, que se observa que, rápido o despacio, siempre se avanza. Aquí no: ahora la religión dentro, mañana fuera, pasado quién sabe. Y bueno, estoy ya preparado para la asignatura que se avecina de educación cívica. Ya me imagino…Manolito, dime las trece normas para ser buena persona y los siete principios de respeto al prójimo. En fin Pilarín…

Estos días buscamos noticias sobre fauna y medio ambiente para tratar por la mañana, de forma que las podamos relacionar con nuestro contenido actual de conocimiento del medio. Desgraciadamente no encontramos nada más que atropellos medioambientales y especies que languidecen trágicamente. Pero hombre, todo debiera tener un límite: estoy anunciando un paisaje a mis alumnos que menos mal no son capaces aún comprender plenamente, porque igual comenzaban a coger bajas por depresión. Hoy leemos en la prensa nacional acerca de un estudio según el cual se augura el agotamiento total de la pesca en 2048. Como todo: los ciudadanos del grupo B (la mayoría, quiero decir) leen esto, o lo ven en la tele, justo al lado del negrico con las moscas, se tragan medio filete, tiran a la basura el otro medio, y repasan el resto de noticias importantes en el 10 Minutos. Y los del grupo A (los de las redes, o la recalificación, o la superurbanización) siguen ordeñando la vaca sin pensar más allá de las ubres que tienen ahora sujetas. Pero…¿cómo somos tan tontos?. El planeta hace aguas, y todos posamos en la foto con una sonrisa a medio camino entre la ignorancia, la indiferencia, y la total falta de sensibilidad hacia la vida.

Por cierto, hablando de carroñeros, otra noticia sobre la ampliación de Cerler. Los vecinos del próximo pueblo arrasado por ARAMON, Montanuy, han presentado hoy más de quinientas alegaciones en las que tratan de expresar que es inminente el fin del lugar, de las tradiciones, de la ganadería, de la naturaleza. El alcalde, a su vez, dice que tranquilos, que la recalificación afecta a sus terrenos, pero de casualidad. Ni se había dado cuenta el infeliz. Que los analfabetos ganaderos y resto de trabajadores se callen, que él, como otros tantos salvadores, va a llevar la civilización y la prosperidad al lugar. ¿Cómo habremos podido sobrevivir sin ellos?.

jueves, 2 de noviembre de 2006

DESDE LA TERUEL DESCONECTADA, UN DÍA NORMAL.

Las fiestas en miércoles deberían celebrarse como San Claustro y Santa Comisión, mártires que lucharon contra las reuniones estúpidas del profesorado en este día intermedio de la semana. Dios les guarde en su reino.

Ya he dicho en alguna ocasión que ser maestro me permite avanzar en múltiples caminos y direcciones, y que quizá sea este uno de los motivos principales por el que tanto me gusta el oficio. Sí, realmente no es que me lo permita, sino que me obliga.

Cuando hablo con Jaime sobre la tutoría, y él expresa sus miedos y temores, siempre intento expresarle lo bonita que para mí resulta la experiencia: desde la necesidad de leer, de estar informado, de aprender en variopintos ámbitos, de proponer, de aconsejar o consolar, de conocer el mundo para luego poder explicarlo o incitar a su descubrimiento, y mil cosas más, hasta meter en una olla en ebullición un ave de cuestionable higiene (dejémoslo así) y adecentarla para seguir ampliando nuestra colección naturalista.

El martes a última hora nos fuimos de la escuela, subimos al mirador situado encima del pueblo, disfrutamos un instante del silencio, la brisa, el paisaje, e hicimos un dibujo de aquello que nos pareció más bonito. Fue un rato muy agradable, y volví a sentir algo parecido a lo del año pasado cuando en el patio ansotano miraba a los alumnos, al paisaje, me miraba yo mismo, y no entendía cómo podía ser tan afortunado.

Casi al acabar la tarde, mientras limpiaba la bici en la calle, se ha acercado un abuelo y ha comenzado a preguntarme y a contarme cosas. Se ha disculpado por haber interrumpido mi tareas. Qué lástima que haya sentido la obligación de pedir perdón varias veces, cuando ha sido un regalo poder escuchar sus ideas y su descripción de la vida del pueblo, de sus habitantes. Incluso se ha ofrecido para mostrarnos fotos antiguas de la escuela. Otro placer ya extinguido en la ciudad.

Hay veces que me siento extraño, incómodo de estar rodeado de personas adultas, y es entonces cuando entro en mi clase y me siento afortunado de poder esconderme allí la mayor parte de las horas de la semana.