miércoles, 29 de febrero de 2012

DESDE LA INSIGNIFICANCIA.

Ayer contento, hoy triste. Asuntos de bipolares o ciclotímicos.

Saliendo de la sala un compañero se reía y me decía que era un agitador. Me entristece ser considerado agitador. Especialmente cuando no lo pretendo.

Hoy he asistido a la reunión en la que la inspección educativa nos informaba sobre nuestras inexcusables obligaciones en la redacción de distintos elementos curriculares. Cada miércoles comprendo que no estoy en el lugar apropiado. Que creo en una escuela ilusoria. La escuela real poco tiene que ver con Ramón Acín, Palmira Pla, Santiago Hernández, María Sánchez Arbós, y tantos otros. De hecho, agradecería una explicación a aquellos que metieron tales personajes e ideas en mi cabeza.

Hasta que me echen o encuentre otro oficio con el que vivir seguiré defendiendo que si analizo un trabajo en el cuaderno de un niño sí soy capaz de afirmar si está bien, mal, regular, muy bien o muy mal. Seguiré diciendo que esa afirmación no es una simple intuición o conjetura, sino que parte de mi formación y que la formación del maestro es la pieza clave en la educación de los niños. La administración nos lleva como corderos mansos a un matadero en el que nuestro papel consiste en verificar el cumplimiento de distintos indicadores. Objetivizar el proceso de enseñanza, creo que lo llaman así.

Estoy aturdido. Mañana he de volver a clase con los niños y no tengo nada claro si sé hacer mi trabajo.

Esta no es la escuela en la que me habíais hecho creer, traidores.

lunes, 27 de febrero de 2012

PRIMERAS GENERACIONES DE INADAPTADOS A LA VIDA ARTIFICIAL.


Qué contarles hoy. Hoy estoy feliz.

Esta tarde hacía mi carrera campestre entre pensamientos sobre drogas, grullas y estrellas, cuando en un cruce me he encontrado con tres alumnos que volvían corriendo hacia el pueblo. He vuelto con ellos unos minutos y me he despedido diciéndoles que había sido una gran alegría haberles visto y acompañado. La unidad de atletismo concluyó hace más de cuatro meses. Que la motivación surgida entonces aún mueva a tres niños, dos chicas y un chico, a quedar una tarde de lunes y salir a trotar juntos por los senderos que rodean su pueblo es algo colosal. Estoy tan contento que probablemente les propondré hacer una especie de club clandestino para realizar actividades todos los lunes restantes de curso al acabar las clases: una ruta senderista, una marcha en bici, una carrera a pie,…; muchas veces pienso que con chicos adolescentes con buena actitud las posibilidades son infinitas. Siento enorme pena por mi incapacidad genética-familiar para los proyectos a medio y largo plazo, pues con la predisposición existente en la escuela hacia la educación física y las posibilidades que el entorno ofrece podrían hacerse proyectos maravillosos.

El miércoles miré al cielo una vez más. Lo llevaba haciendo ya varios días y esperaba inquieto alguna señal. Por fin sucedió el miércoles. Los niños corrían por el recreo, unos tras pelotas y otros con cubos o cuerdas. Otros hablaban sentados. Y empezó a sonar el griterío mágico, gruidos según la RAE, sonido mágico en todo caso. Bien altas estaban las queridas grullas, las viajeras que nos marcan el inicio de la primavera y del otoño. Viajeras esforzadas, como tantos otros, emisarias del mensaje del cambio estacional. Comencé a gritar para que todos las vieran y disfrutaran. Eran varios bandos de cientos en formaciones en uve. Algunos disfrutaron la visión, pero otros siguieron con su pelota, su cubo o su charla. Esto me hizo pensar una vez más en el cambio de los tiempos. Hasta hace no mucho, estos indicios de la naturaleza eran recibidos como señales importantes: la llegada de un nuevo tiempo, nuevas labores, nuevas preocupaciones, quizá un período más fácil o más difícil. Hoy esto apenas nos importa ya. Al margen del placer estético, aunque millares de soberbias grullas nos sobrevuelen, nuestra comida descansa en el supermercado, el calor está asegurado pulsando un botón, y el agua sale al accionar el grifo. Somos de las primeras generaciones en miles de años que vive de espaldas a la naturaleza. Es un extraño honor. Hace dos días caminaba por una casa con una cocina extraordinaria en la segunda planta. La casa estaba en ruinas y en torno a la chimenea y su calor se habrían producido tantas charlas, dudas, momentos duros, que costaba verla tan ennegrecida, tan inútil, tan perteneciente ya a la prehistoria de la especie humana del ipod, ipad, Facebook, Twitter y los centros comerciales de ocio.


Hoy, una niña muy inteligente, aunque un poco confundida por el ruido, me ha preguntado por qué suelo ir a dormir al monte. Le he contestado que para dormir bajo las estrellas sin nada entre medio. Ella ha consultado entonces qué sentido tiene dormir así. Sólo he podido responderle que así me siento muy cerca de la naturaleza a la que pertenezco. Quizá en este proceso de artificialización de la vida quedemos fuera del camino unos cuantos inadaptados que seguiremos necesitando mirar al cielo y ver las grullas o Sirio, dormir entre cárabos y jabalís, o beber agua arrodillados en un torrente. Y si no nos dejan, pues soñaremos con ello.


Que tengan una gran semana.

lunes, 20 de febrero de 2012

ÍDOLOS.

La mañana ha comenzado en clase con la noticia de un señor que en Castellón celebró la semana pasada ciento seis años. Decía sentirse bien, fumar puros a escondidas y beber coñac siempre que podía. Este señor había pasado la penurias de rigor en la guerra, viviendo un año escondido en el monte y había sufrido las peripecias de una vida de trabajo esforzado. Para nuestro asombro, o reflexión, o ambas, afirmaba que la peor época que había vivido era la actual, “por lo revuelto que está todo”

Hace unos días tuve un cortocircuito pedagógico. Mis cables, o lo que por allí haya, se estropearon. No estoy equipado con buena tecnología. Visto el problema, indiqué a los niños que me declaraba en huelga, que no tenía ganas de seguir siendo su maestro ese día, que hicieran lo que les diera la gana durante el resto de la mañana y la tarde. Antes de irnos a casa a merendar ya hablaríamos.

Sin desearlo, provoqué un curioso experimento. Pude ver a los niños comportarse con absoluta libertad durante varias horas. Comprobé cómo se relacionaban entre ellos, quiénes quedaban un poco apartados del grupo y quiénes dirigían a los demás. Pude también observar la evolución de su conducta: desde la mayor euforia inicial por su libertad, jugando y hablando todos a grandes voces para ir poco a poco derivando hacia actividades más tranquilas y acabar todos leyendo individualmente en silencio. Cuando hablamos sobre el día indicaron que había sido muy aburrido y que esperaban no volver a repetirlo.

Durante los primeros minutos participaron en un juego colectivo relacionado con el lenguaje. Una de las pruebas tenía que ver con nombrar a referentes sociales de nuestro tiempo. Yo me protegía tras el sólido parapeto ofrecido por un libro de Millás, pero miraba de reojo y escuchaba atentamente. Allí aparecieron nombres como Piqué, Shakira, Belén Esteban, Cristiano Ronaldo. A mí esto me da mucha pena. Constata que luchamos contra gigantes. Guardo aún en alguno de los cajones que me rodean, sumergido entre otros recortes, aquel de hace diez años donde una encuesta encumbraba a Beckham, M. Jackson, …, como los grandes referentes de los adolescentes españoles.

Hoy un niño ha dicho en clase que en los últimos días ha escuchado en diversos lugares (TV, familia, radio, …) hablar sobre Oliver Twist y Charles Dickens, sobre Van Goth, y sobre otros personajes del ámbito de la cultura y la ciencia que ahora mismo no consigo recordar. Lo que he entendido a mi amigo V ha sido: “eh, qué bien, he entendido un poco mejor el mundo que me rodea gracias a cosas que hemos tratado en clase” Hoy hemos aprendido un poema de Félix Romeo (al que estoy conociendo gracias al reconocimiento de sus amigos en ROLDE) y les he hablado de él, hemos escuchado el programa de RNE El Ojo Crítico donde nos nombraron el viernes pasado (ver Ansotanius), y hemos hablado de otros pintores como Picasso, o Miró. También hemos visto un ser que no puedo nombrar aquí, puesto que pertenece al ámbito de la pedagogía extrema y quizá sea ilegal. Lo que quería decirles es que en la escuela, de vez en cuando, vivimos el sueño de una sociedad donde las personas piensen en Saramago, en ciencia, en Dickens, en Ludovico Einaudi, …

Seguramente parezca justo eso, un sueño, pero qué sería de nosotros si no pudiéramos flotar sobre la realidad. De hecho estoy seguro que todos flotamos, pero ya les explicaré esto otro rato.

miércoles, 8 de febrero de 2012

LA REBELDÍA EN LA ESCUELA. EL MAESTRO LOMBRIZ.

Un poco de fresco para el ánimo

Seguramente guardo de mi formación universitaria más aspectos negativos que positivos. Estoy convencido que los mayores problemas de nuestro gremio comienzan en ese punto: con una baja exigencia y pocos profesores convencidos de la importancia de los futuros maestros.

Los aspectos positivos se manifiestan de vez en cuando en forma de recuerdo o se inmiscuyen en medio de alguna reflexión. Es el caso de las clases con José Luis Bernal, un profesor que fomentó nuestro pensamiento y sentido crítico. Simplemente, si querías aprender, daba gusto estar con él. Recuerdo que en una de sus clases se hablaba de los distintos papeles que la sociedad asignaba a la escuela. Recuerdo una función basada en la conservación de la ideología y de los poderes socioeconómicos, donde la escuela era una herramienta (poderosa) más del sistema. Y recuerdo también, frente a la anterior, una concepción de la escuela como motor del cambio social, una escuela que ansiaba mejoras, que luchaba contra las injusticias y que trataba de formar alumnos que buscaran igualmente una sociedad mejor. ¿Qué escuela queremos los docentes? ¿qué escuela demostramos querer a través de nuestro comportamiento como gremio?

En muchos momentos de encuentro con otros compañeros de profesión acabo profundamente frustrado, triste, enfadado. Me siento solo en muchas reivindicaciones, que no son respondidas con argumentos, sino con los cada vez más frecuentes “nos lo mandan así”, “hay que hacerlo y punto”, “es una orden de arriba”. Seguramente estaré equivocado en muchas de mis ideas, y seguro que muchas veces no sabré defenderlas con la calma y la pausa necesarias, pero la respuesta en forma de actitud de conformismo e inacción de duele en el alma. Creo que vendemos humo hablando de alumnos libres, autónomos, etc., cuando este anhelo debería partir de nuestro compromiso convencido con los ideales que lo propician: rebeldía, duda constante, reflexión. En las reuniones de maestros no aparecen estos valores. Reina una mansedumbre absoluta hacia lo que venga, tenga o no sentido.

Como decía ayer, algunos libros y películas me condicionan profundamente. Paco Martínez Soria fue el modelo televisivo de baturro aragonés, con sus virtudes y defectos. Muchas veces me he identificado con el sentimiento de la escena en la que atraviesa Madrid recién llegado del pueblo, con sus gallinas en el capazo y sin saber dónde estaba su sitio en ese caos urbano. Y muchas veces también me veo en esa escena del banco en la que discuten por una peseta. Pienso que no discutía por racanería. El dinero era suyo, y por tanto manifestaba enérgicamente su protesta de igual modo que si se tratara de cinco mil duros. Constantemente nos van imponiendo a los maestros lastres y condicionantes que son esa misma peseta. Quizá el perjuicio no sea excesivo en muchos casos, sólo una mísera peseta, pero si no es justo o correcto, ¿por qué no luchar por cambiarlo? No es excentricidad ni rebeldía sin causa, son principios.

Ahora soy una lombriz que se retuerce intentando encontrar tierra húmeda donde comer y cagar tranquila unos cuantos días. Me encantaría pertenecer a un gremio rebelde, enérgico, reflexivo, crítico, activo, inconformista.

martes, 7 de febrero de 2012

DOBLE VIDA PEDAGÓGICA.

Niños que se elevan y observan su escuela desde el aire

Tengo sueño, analizo criterios de evaluación de cada ciclo, relaciones inverosímiles entre competencias básicas y elementos variados, ..., y no sé a qué me dedico. Abro la puerta de clase, los niños están sentados, intento ser un maestro digno, me encanta mi trabajo.

Mientras nos dejen abrir la puerta sin molestarnos, estamos salvados.

lunes, 6 de febrero de 2012

AL OTRO LADO DEL CALCETÍN.


No está claro qué es este blog. Hay escritos desde la risa y desde el llanto. Sobre abuelas queridas, sobre amantes, sobre niños e incluso sobre alcaravanes. En todo caso, ya no existe posibilidad de remediarlo.

Escribo ahora con mi recién recuperada mano derecha. Ha sido una mano fosilizada durante unos días que han parecido años. Lo peor de todo no ha estado en la mano, sino en la mente o incluso en el alma. La pobre mano izquierda ha tenido que hacerse cargo de la situación, pero realmente no ha estado a la altura. Los límites del cuerpo, de por sí imprecisos, se han difuminado. El significado de la izquierda y la derecha se hacía y se deshacía en cada trazo, lo que generaba garabatos e ideas extrañamente retorcidas: como una especie de excremento de gineta muy perfeccionista y puntillosa. Cuando la mano busca un punto del propio cuerpo y, por sorpresa, se encuentra con otro, no sabes bien qué pensar. Pensabas que lo que tu cuerpo es estaba claro, pero un pequeño contratiempo altera esa supuesta certeza. De las pocas que te quedaban. Y entonces ya no sabes qué pensar del mundo. Ahora que han desenterrado mi mano derecha no sé qué pasará con la izquierda; cómo será el nuevo dibujo de mi cuerpo.

Entre tanto, la perversa ola de frío ha cubierto el monte de blanco. Muchos compañeros me han advertido con frecuencia que los libros me influían y condicionaban demasiado. Que vivía arrastrado por la inercia de las últimas páginas que hubieran entrado al cerebro. Y probablemente sea cierto. Recuerdo nítidamente la página de La Caverna en la que Cipriano Algor sufre un cortocircuito mental cuando contempla la tienda de sensaciones naturales del Grancentrocomercial. Creo que la he nombrada aquí en el pasado. Desde entonces estoy profundamente obsesionado con las sensaciones naturales y con los grandescentroscomerciales. Para bien y para mal. Incluso creo que mi vida gira en torno a las primeras. El asunto es que la citada ola perversa y siberiana ha permitido correr por lugares inhóspitos acompañado por un sentimiento de recogimiento y quietud difícilmente alcanzable. A cada zancada le sucedía la crepitación de la nieve, todos los sonidos parecían amortiguados, por lo que acababas llegando al murmullo de la propia respiración y de lo que aún no sé con seguridad qué es. Ya les contaré.

Viva Saramago (y, en otro orden de cosas, Millás, claro; permíteme la imitación)