viernes, 8 de febrero de 2008

DUDAS FUERA DE LUGAR Y PLAZO: MUCHAS E INTENSAS.

El nuevo currículum impone treinta minutos de lectura diaria obligatoria. No parece raro. Es más raro que obligue a establecer dentro del horario escolar qué período se dedicará cada día a este menester. En la escuela se lee todo el tiempo. Se leen treinta minutos, y se leen tres horas cada día. Una imposición de este tipo, que a mitad de curso obliga (a los que vayan a acatar la ley) a replantear todo el horario y las programaciones de todas las asignaturas, parece improvisada y parece no contar en absoluto con la situación de las aulas y con los profesionales que en ellas trabajan. Por otra parte, si quieren crear algo bueno relacionado con la lectura, la llevan clara con una obligación tal. Aunque claro, me temo que nada tiene ésto que ver con formar lectores críticos. Eso es un peligro. Y me resulta aún más hiriente que modifiquen y alteren algo tan concreto, directamente las actividades del aula, cuando precisamente siento constantemente que nadie se preocupa por qué hago en ese lugar.

Por otra parte, también trabajo en la adecuación del currículum oficial de Educación Física a la escuela y a los distintos ciclos. Descorazonador. Es un currículum nefasto, que atenta contra toda lógica. Con semejante marco legislativo un observador externo a la escuela pensará que los maestros de EF somos unos inútiles. Estoy seguro, yo lo pensaría. El trabajo de concreción en el que participo es de mayor esterilidad que los trabajos que hacíamos en magisterio para los profesores menos implicados. Es un cortar y pegar constante, ajeno a todo principio pedagógico; no entiendo ninguno de los elementos que integran el currículum de EF. Para empezar, algo tan obvio como unos bloques de contenidos que surgen de varios criterios de clasificación diferentes y que, por tanto, dan lugar a grupos de contenidos que se solapan y se confunden, con naturalezas distintas entre ellos, por lo que programar a partir de los mismos es pura magia pedagógica, un espejismo. O eso me parece.

Y luego leo que buena parte de los principios que inspiran el currículum actual, el decreto de mínimos que establece el estado, parten del Consejo Europeo extraordinario de Lisboa (marzo de 2000), y que allí una línea maestra de pensamiento y actuación, evidentemente, era la provisión para el futuro del continente de trabajadores preparados que posibilitaran un crecimiento económico duradero.

Cada día aumenta mi sensación de formar parte de un imparable entramado al servicio de la economía y el modelo consumista occidental. Quizá sean desvaríos. Me siento como una especie de peón que pone algunas tuercas a los robots que luego harán el trabajo sucio para que todo siga tal cual. Y es un problema, porque esta idea choca con esa otra que yo tenía en la cabeza sobre una educación crítica, inconformista, que educa personas libres que tengan un pensamiento formado, independiente. Los que me han inculcado tales ideas me deben una explicación. Están llegando cada vez más señales a la escuela sobre una administración, una legislación, muy preocupada por los plazos, los papeles, los formalismos, …, que muestran un desinterés formidable por lo que a mí me parecen los asuntos que realmente importan: lo que se hace cada minuto que pasas en clase con los niños.

Como contará Jaime, algo similar parecen sentir en Cataluña, y buena parte de sus reivindicaciones que motivan las próximas huelgas tienen abundantes puntos en común con los recién expresado. Hoy que todo parece bien, me resulta rara una huelga que no tiene exclusivamente razones económicas.

Leo palabras de otros maestros…y creo que no quiero estar treinta años sufriendo y peleando solo contra gigantes. ¿En qué consiste finalmente mi trabajo?.