jueves, 26 de enero de 2006

He pasado buena parte de la tarde jugando con mis alumnos en el frontón. En Educación Física estamos en una Unidad Didáctica relacionada con las raquetas. Espero que lo que aprenden y lo que disfrutan sea un estímulo suficiente para que tengan una nueva opción para jugar, para relacionarse con los compañeros, y para ocupar su tiempo libre.
Además, un padre de un alumno me planteaba unas dudas sobre el comportamiento y la atención en clase de su hijo. Para mí el niño es un gran alumno, disciplinado, con interés, esfuerzo, etc. La cuestión es que en años pasados otros profesores tuvieron alguna queja sobre la atención del niño en clase.
Esto me da pie para pensar en el mayor inconveniente, a mi juicio, de la escuela rural: la poca estabilidad del profesor. Los alumnos no poseen la estabilidad necesaria, sino que todo cambia cada año, el profesor no puede acometer ningún proyecto a medio plazo, porque sabe que no estará allí en el futuro, los padres reciben de profesor opiniones, formas de trabajar, que parten de un criterio ante la escuela y ante la vida totalmente distinto cada año, etc.
A principios de curso intuía dudas en algunas miradas de los padres. Bien pudiera ser mi mentalidad bastante dada a ver algunos de estos fantasmas, pero la cuestión es que me planteo ser padre en un lugar como este y tener que estar expectante cada año para comprobar qué tipo de personaje llega para estar con mi hijo, y educarle (ya que está), durante 9 meses, y el asunto no es para tomarlo a la ligera. A mí me daría mucho miedo.

martes, 24 de enero de 2006

(Jose, el maestro de infantil acaba de ser padre: enhorabuena y feliz camino).

Cada época, cada fase de la vida, …, se guardan en la memoria de una manera concreta, de forma que al evocarlas sientes un cúmulo de sensaciones, de olores, de imágenes. Me pregunto cuáles serán estas imágenes y recuerdos que yo evocaré en el futuro recordando este año.

Acabo de dejar la pluma sobre la mesa. La pluma es un regalo de mi hermano Pablo. Un hermano muy peculiar, y al que, por esas cosas que tienen los sentimientos, quiero tanto que ni el muy tonto se lo imagina.

Con la pluma he escrito mi particular idea para el coleccionista de deseos. Y el caso es que mientras escribía cada palabra, recordando el placer que nunca disfrute de mojar la pluma en el tintero, de detenerme en cada trazo, de volver a mojar la pluma, …, he recordado el famoso libro La Ciudad de los Niños.

Una de las ideas rescatadas de ese libro, supongo que cada uno rescata lo que buenamente puede, se refiere a la velocidad. A cómo estos tiempos nos han dado grandes máquinas capaces de hacer trayectos muy rápidos, pero que, a la vez, nos han hecho perder el interés por el trayecto. Ahora todo es rápido, o debe serlo, todo es o debe ser un producto final rápido y eficaz. Se acabó el proceso, el disfrute y el aprendizaje durante el mismo, no sirve. Son los viajes, es la escritura, es la comida, es el ritmo de vida, es la vida misma. No entiendo por qué añoro tantas cosas que no he llegado a conocer.

Creo que cada día esta escuela me gusta más porque supone ese pequeño rincón en el que puedo hacer, por arte de magia, que los ritmos sean un poco más parecidos a esos que tanto añoro.
Gracias por la pluma, Pablo.

lunes, 23 de enero de 2006

Hace unos años, cuando hacía en Campo un curso sobre juegos y deporte tradicional recuerdo que me quedaba perplejo al mirar a los lados, desde el patio de la escuela, y ver tal majestuosidad de las montañas. Andaba yo por segundo o tercero de magisterio. Pensaba entonces en lo que sería dar clase allí, lo felices que deberían ser los niños de ese pueblo.

Ahora en Ansó, hay muchos días que estoy en el patio y me acuerdo de Campo. Desaparezco unos segundos de la clase, con el permiso de mis alumnos, y mi mente vuelve a ese patio, a esas montañas, y me vuelvo a quedar pensativo, confuso, sin entender muy bien qué hago allí, qué hacen esos niños alrededor mío, acordándome de esos imaginarios niños de Campo. El viernes pasado nos brindó un día maravilloso, y volví a tener estos sentimientos y emociones. Como las otras veces, mis alumnos acabaron preguntándome por qué tenía esa sonrisa dibujada en la cara.

Él me decía muchas veces que si la gente te ve feliz y contento por los pasillos, por la vida, desconfían de ti, sospechan que algo malo ocultas. Y no me extraña. Cada día que pasa descubro nuevas razones para no sonreír (pero, tranquilos, sigo guardando un buen montón para sí hacerlo).

El próximo reto marcado para ir parcheando lagunas y carencias se refiere a la historia. Ahora que empiezo a saber un poco de lo que pasó el siglo pasado, lo intentaré con el anterior. Para eso recurriré a mi querido Reverte (lo siento Jaime) y comprobaré qué cuenta en Cabo Trafalgar.

En nuestro particular proyecto vamos a empezar aprendiendo sobre el espacio. Ya saben: astronautas, NASA, agujeros negros y Big Ban. Veremos...

miércoles, 18 de enero de 2006

Sigo tocando teclas, tirando de hilos. Hoy he acertado con alguno.
Expliqué hace días cómo experiencias que recojo de otros maestros, al aplicarlas en mi clase, no consiguen el efecto deseado. Las razones las intuyo, y sé que tienen que ver con la relación y complicidad que tienes con los alumnos, con cómo utilizas el tiempo de clase, las pausas, las famosas miradas...; en definitiva todo cosas por aprender.
Pero de vez en cuando van funcionando algunas cosas. Creo que voy consiguiendo que los alumnos descubran interés por libros, noticias, problemas de razonamiento, etc.
De todos modos, en esto de dar con la tecla adecuada las situaciones vividas demuestran cada momento en cuántas cosas no reparas (y deberías haberlo hecho). Es algo así como intentar una mezcla en un laboratorio, y cuando esperas impaciente si el resultado será A o B, la probeta saca un cartel luminoso de neón y te dice: "no te enteras, ha sido Z".
Hoy la "Z" ha sido una actividad que la mitad de los alumnos han abandonado rápidamente para marchar al recreo sin el menor indicativo de que les haya resultado interesante, y la otra mitad han continuado en clase totalmente absortos en su trabajo. Evidentemente, no preveía ni una cosa ni la otra.
Mañana acuden unos señores del IES Pirámide de Huesca para realizar unos talleres de cine en cada una de las clases. Espero que sea una experiencia más de la que ayudan a que los alumnos quieran ir cada día a clase.

domingo, 15 de enero de 2006

Se acabó el fin de semana. Sigo enamorado de mi trabajo (Paula, con tu permiso).

Lo he dedicado casi todo a organizar el intento de proyecto de trabajo para conocimiento del medio en este trimestre. Está siendo toda una aventura de esfuerzo y descubrimiento. Me preguntó por qué apenas conocía estas formas de trabajar.

Es aventura en todos los sentidos: exige gran planificación, aprender muchas cosas nuevas (acabo de enviar un correo consultando acerca de la naturaleza de la luz...), una comunicación y colaboración eficaz con los padres, etc. Ahora sólo queda que todo ello se plasme en un proceso de aprendizaje de los alumnos como tengo previsto: motivación, interés, aprendizaje activo, ...

Esta es la foto actual: conocimiento del medio: comenzando el proyecto; lengua: interés centrado en el fomento de la lectura; educación física: esfuerzos por seguir una programación lo más planificada posible (es difícil cuando hay tantas cosas en marcha), valga la redundancia; matemáticas: seguimos el libro con normalidad.

Por otra parte, el curso que todo funcionario en prácticas debe hacer está ya llegando a su ecuador. Espero que los conocimientos informáticos adquiridos se puedan plasmar pronto en una página donde haya espacio para la escuela, las reflexiones personales, un foro, las fotos robadas a la vida, ...

Ahora en la cabeza rondan dos cosas: la biblioteca, la mesa de ping-pong.

sábado, 14 de enero de 2006

Hoy es el viernes del curso que más cansado estoy. Será porque ha sido la semana que más he trabajado.

El año pasado en La Anunciata llegué a la idea de que los niños volvían de las navidades con un grado de madurez mayor, habiendo asentado muchos de los hábitos de trabajo, comportamiento, etc., desarrollados en el primer trimestre. Esta semana he comprobado que probablemente no estaba en lo cierto. El mantener cierto orden en la clase ha sido complicado.

Para el martes próximo he convocado una reunión de padres. Además de comentar los asuntos propios del trimestre, intentaré comentarles qué vamos a hacer en Conocimiento del Medio a partir de este trimestre. Espero poder dar forma a las ideas que rondan por la cabeza.

Durante el fin de semana, además de hacer este trabajo y corregir algunas cosas, también espero que mi rodilla resucite, ver Ser y Tener, y seguir disfrutando de Pirineo de Boj.

miércoles, 11 de enero de 2006

Tengo cierto problema moral.
Hace unas fechas Jaime hablaba sobre las horas complementarias, sobre el trabajo del profesor una vez acabadas las clases.
El dilema se me plantea cuando me doy cuenta que en la preparación de las clases, por poder, se puede invertir el tiempo que cada uno quiera, sin límite alguno: el trabajo nunca se acaba, siempre hay cosas pendientes, otras por completar, asuntos por pensar.
Y la cuestión es que, más allá de lo estrictamente legal, ¿dónde puedo poner el límite de lo "moral"?; un límite que no se contradiga con un buen compromiso profesional.
Esta cuestión puede parecer estúpida y sencilla: el límite cada uno lo pone donde puede y quiere y ya está. Pero no. Me confunde no tener un trabajo donde al final del día compruebas que has sacado adelante la producción exacta marcada para ese día; al contrario, al acabar el día se plantean multitud de cuestiones a solucionar, variados caminos de ampliar el trabajo realizado hasta la fecha.
En definitiva, estoy en pleno proceso de fijar hasta dónde estoy dispuesto a comprometerme con mi trabajo. Si además la vida cada año te lleva a un lugar, unas veces te aleja de la familia, otras veces te acerca a la naturaleza, etc., aún es más complicando dar, cada año, a cada parcela personal un lugar y una importancia racional.
Cambiando de asunto, veo en una página de un colegio fotos de excursiones donde muchos niños aparecen con puntos blancos sobre su cara. ¿Alguien podría explicarme cuál es el sentido de esta ley de protección de la imagen del menor?. ¿Qué es lo que se protege?. Yo lo entiendo como un sinsentido más de los muchos que rigen, cada vez más, nuestra vida, que, a la vez, aleja sus preocupaciones de los asuntos auténticamente importantes.
Respecto a las clases, estamos intentando diseñar lo que será un trabajo ("proyecto") de conocimiento del medio para este trimestre alejado del libro de texto, es decir, alejado de contenidos aburridos, repetidos cada año, y ejercicios mecánicos mas aburridos aún.
Ayer mandé a una niña copiar quince o veinte veces algo así como "una alumna tan educada como yo no debe decir palabras tan malsonantes durante la clase". Hoy su madre me ha devuelto las copias firmadas y con una interrogante: ¿los padres también deberíamos copiar 100 veces las palabras tan malsonantes que decimos en casa con los niños?. Yo añado: ¿los padres deberían dejar de fumar si en la escuela se hace un gran esfuerzo por transmitir hábitos saludables a los niños?; ¿los padres deberían dedicar un pequeño rato cada día a leer con sus hijos si en la escuela se hace un gran esfuerzo por fomentar este hábito?. Y tantas otras. ¿Respuestas?.

lunes, 9 de enero de 2006

S- ¿Ya habéis pasado la pantalla amarilla?
D- Yo esa ya la he pasado hace horas!.
Profesor- D, ¿cómo eres tan mentiroso si sólo llevamos aquí 20'?.
D- Pero, ¿es que a ti cuando estudiabas para ser profesor no te enseñaron lo que es el sarcasmo (con gran aplomo, gesto firme y convencido)?.
Ya avisé hace unas semanas que DIS es un genio. Y la verdad es que no, en magisterio no me enseñaron mucho acerca del sarcasmo, ni de tantas otras cosas.
No pensaba hablar de ello, pero ya que estoy: ¿por qué he oído tantas veces quejas y burlas acerla de la calidad de nuestra formación inicial y nunca he oído propuestas sobre necesidad de cambiar y ampliar esta formación?. Quizá sean problemas míos de selección auditiva.
Y no sé los demás, pero ahora que tengo tiempo de leer me avergüenzo de las lagunas que poseo en tantos y tan importantes contenidos. No ya sobre aspectos culturales generales (de esos ni hablamos, que me da la risa), sino de aspectos totalmente propios de mi trabajo. No conozco nada de Ramón Acín, nada de Joaquín Costa, nada de la ILE, nada de las misiones pedagógicas, nada de la escuela y la república, nada de la escuela del Florido Pénsil, nada de nada, o poco.
¿Alguien tiene alguna explicación a estas carencias (mías)?, ¿las puedo justificar de algún modo?.
Hoy hemos vuelto a las clases. He llevado varios de los libros que me encargaron los niños, desde algunos de dragones hasta otros de historia, tal cual, a palo seco. Y en ellos se han sumergido ya muchos de ellos. La Niña del Pelo corto y el Niño del Tren, la esperanza de Reverte, y mía.
Además, todo ha sido acompañado de un agujero tremendo en la pared, con el que esperamos podamos comunicar nuestra clase y la de infantil (para que en caso de alguna urgencia, el profesor no tenga que dejarlos solos ni un segundo), y de un increíble y maravilloso día de nieve. Aquí es donde uno comprende qué es la estética, qué es un paisaje sobrecogedor.
Otra cosa me sorprende desde el día en que llegué, y no es menos importante que cualquiera de los otros aspectos que tanto alabo. En la escuela de Ansó, si necesitas una caja, un palo, una mesa, una silla, un armario, un radiador, una mesa de ping-pong, un niño, un loqueseacuandosea, sólo tienes que hablar con el encargado de mantenimiento del ayuntamiento (con quien me cruzo 5 veces cada día) y pedírselo. Al día siguiente ya lo tienes preparado. Aquí la gran civilización aún no ha exportado sus complejos, burocráticos, tecnológicos, y ciberautomáticos sistemas de resolución de problemas. Aquí las cosas aún se hace del modo sencillo, personal, y natural. Y sí Jaime, me llama la atención. Yo no elegí donde nacer, y tuve mala suerte.

miércoles, 4 de enero de 2006

Apurando los últimos días. Calentando ya los músculos, aguzando los sentidos.
Hoy estoy contento. Siempre pienso que lo más bonito de mi trabajo es que te permite al cabo del tiempo poder vivir algunas situaciones, percibir detalles, ..., de esos que te dejan pensando "esto merece la pena". Y hace 5' acabo de pensar esto.
Silvia es una chica que acaba de comenzar 1º de secundaria. La conocí cuando trabajaba hace 2, o 3 años en el comedor escolar del colegio doctor Azúa. Ya he dicho otras veces que eso no era un trabajo, sino un placer. El tener tantas oportunidades para aprender a mirar (gracias Víctor), para conocer a unos y otros, para hablar con ellos, era maravilloso. Tanto que incluso había quién no entendía mi felicidad, pero éste es otro asunto. Y dentro de todo ello había niños con los que la relación era especialmente buena. No dejo de acordarme de un montón de caras que me gustaría volver a ver (también compañeros como Pilar, Conchita, Emilio, Carlos, Jesús, Willy, Nieves, ...). Con Silvia y otros chicos pasaba largos ratos. Mientras yo vigilaba que ningún pequeño atrevido y valiente intentara escapar y recuperar su libertad, hablábamos de los temas más variopintos: desde el último conflicto con el profesor hasta el chiste más gracioso, sin olvidarnos de uno de los asuntos estrella: los acertijos, donde Silvia, Inés, Cecilia, y otros acabaron superándome en poco tiempo.
Después de ya casi dos años sin vernos acabo de recibir un nuevo mensaje suyo, contando cómo marcha su vida y la de las compañeras. Silvia es ya una amiga.
Además, estos días también me han devuelto un buen trozo de la relación con mi adolescente hermano que las oposiciones empezaron a robar.
Mañana espero comprar los libros que mis alumnos me encargaron. Me pregunto si encontraré semejante cantidad de dragones, bichos, mafaldas, guerreros, o niñas tristes que escriben diarios.
Me temo que mi rodilla averiada me va a permitir escribir y pensar mucho este trimestre.

martes, 3 de enero de 2006

Las fiestas ya están en su ecuador.
Siento no tener un poco más actualizado esto, pero el desorden se impone en mi vida estos días. Es complicado cuando uno vive a medio camino entre 3 casas (ninguna es mía).
De momento, en estas primeras fiestas tan largas como maestro-tutor, me da miedo pensar cómo mis alumnos y yo reanudaremos la marcha tras un parón tan gigantesco. Será difícil. De todos modos, el año pasado me pareció comprobar que los alumnos volvían de estas fiestas muy asentados y con muchos hábitos y costumbres, de las trabajadas en el trimestre pasado, ya asentados.
A veces me preguntan si merece la pena escribir estos artículos, o me lo pregunto yo. La respuesta tiene nombres: Ignacio, Julio, Enrique, etc. Son personas admiradas en muchos casos, queridas en otros, desconocidas y admiradas otras veces. Y son personas con la que gracias al blog puedo establecer distintos tipos de comunicación y relación. Y esto no tiene precio.
Por cierto, no lo he podido explicar aún: Mariano, Palabras de Caramelo fue un fracaso rotundo en mi clase. Tras leerlo emocionado en mi casa, lo hice en la clase y pasó muy desapercibido. No dejó esa huella esperada (al menos se estableció una interesante charla sobre el Sáhara y sus gentes), y animada por vuestras referencias. Supongo que no toqué la tecla adecuada. De todos modos vuelvo a agradecer recomendaciones tan bonitas.