sábado, 2 de febrero de 2013

COSPEDAL O ASUNTOS ESCOLARES EXTRAORDINARIOS.

Dudo entre hablar de un asunto escolar o de Dolores de Cospedal y su nueva intención de vender bosques públicos a empresarios para que monten sus cotos de caza privados. Estamos en manos de personas terribles. También está el asunto de la responsabilidad individual en la situación chanchullera del país que nos cobija. Una sociedad crítica y responsable, que no tuviera casa urbana, de playa y de montaña, ajena a gran hermano y sálvame, ajena al futbolerío, más lectora, ..., seguramente tendría gobernantes en consonancia.

Bien, me decanto por el asunto escolar, pues es más bonito de tratar y, al fin y al cabo, me pagan por hacer de maestro. Si fuera analista social y/o político gritaría mucho, estaría muy colorado y cobraría más.

El martes vendrá a la escuela una gimnasta excepcional para compartir con nosotros unas horas de la mañana: veremos algunos vídeos, nos mostrará algunas de sus coreografías y dedicaremos la parte final a practicar con ella y a conversar.

Mientras escribía en el blog de la escuela sobre este asunto y luego mandaba un correo a niños y padres para animarles a leerlo, pensaba y redactaba que este seguro será uno de los momentos del curso que los alumnos recordarán con intensidad cuando lleguemos a junio. En ese punto he recordado otros momentos extraordinarios preparados otros cursos y su impacto en los niños: la salida de varios día a Zaragoza con los niños de Ansó, la visita de los amigos piagetenses a nuestro pueblo, las salidas con los niños del Piaget a lugares naturales singulares del entorno de Zaragoza, la visita de ornitólogos en Peñarroya, las madres lectoras de Peñarroya, las poesías leídas a pleno pulmón en el bosque encantado, la salida al Mas del Buñol para ver a escasos metros un espectáculo natural soberbio, la excursión en bici a Zuriza un día espléndido, las salidas astronómicas, los encuentros literarios con las otras clases, las semanas CRIET, etc.

Mientras preparo aquellos actos en los que estoy involucrado siempre experimento una sensación similar: cierta inquietud por el resultado final (hace una semana ya soñé que la visita de la gimnasta de este martes próximo era un estrepitoso desastre por mis fallos en la preparación) y un constante torbellino de ideas en la cabeza que van modelando la gestión del asunto. Es una sensación maravillosa, pues la mente está con el tema presente cada instante del día, aunque sea en un segundo plano, y las ideas para tenerlo controlado y enriquecerlo afloran sin pausa (cómo rentabilizar el tiempo, cómo atender al invitado, cómo enfocar el asunto con los niños para que sea lo más provechoso posible, etc.). 

Me pregunto por el papel de estos asuntos extraordinarios en la escuela. Cuál debe ser su presencia justa. Al margen de la motivación y el aprendizaje que pueden suponer y que complementa el trabajo ordinario, creo que se debe pensar en el sentido específico que tienen: en el potencial extraordinario que posee la escuela para proporcionar momentos muy significativos en la vida de los niños. Momentos que quizá no les preparen para nada, o sí, sino que simplemente constituyan elementos de pleno valor en sus vidas.

Escrito esto, que tengan buen fin de semana.