miércoles, 24 de diciembre de 2008

CUATRO MESES, LA TIERRA CONTINÚA GIRANDO.

Pajarico de cola color colorado sueña.

Siento cierta alegría de haber superado cuatro meses de curso dificilísimos. Estoy feliz por ello, por sentirme cada día más contento y compenetrado con los niños, y por tener el privilegio de trabajar al lado de maestros luminosos para los que los alumnos son la prioridad y todo lo demás va por detrás. Digo esto pensando en aquellos que critican mi pesimismo vital. Aquí hay un gran ejemplo de fortuna y alegría.

Palabras Sencillas sigue siendo un instrumento privilegiado para compartir ideas, libros, esperanzas, angustias,…, con los que ahora estáis leyendo estas líneas. Por ello, y por las perspectivas de la realidad que automáticamente se amplían al escribir sobre ella, esperamos seguir rellenando este cuaderno de viaje durante el dos mil nueve.

Supongo que cuando uno camina desorientado, aturdido, es normal buscar nuevas referencias, encrucijadas que descubran direcciones favorables. Imagino que llegado a un inhóspito y lúgubre lugar estará permitido, justificado al menos, adentrarse en vías no exploradas. Que el asunto carezca de sentido no significa que uno no pueda entretenerse en buscarlo.

Me retiro durante unos días. Alimentaremos el cuerpo de sueños. Las últimas palabras serán dedicadas a unas fotos del lugar en el que finalizan las huidas desde hace unos catorce años.

domingo, 21 de diciembre de 2008

SOBRE UN PEQUEÑO MILAGRO.

Monte Oscuro, pensamiento claro.

Los festivales navideños suponen un gran alboroto en la escuela durante muchos días y mi opinión hace un tiempo no era demasiado favorable, pero he ido conociendo distintos modelos y enfoques que me han hecho cambiar sustancialmente la opinión. En concreto, nadie que haya visto las producciones realizadas por los grupos de alumnos de Alfredo Larraz en Jaca en torno a la expresión corporal puede considerar negativamente este acto. El problema auténtico lo he observado cuando el acto se considera una obligación impuesta por los padres, por la tradición, por el pueblo, y se preparan actividades repetitivas que no aportan nada a los niños e incluso hacen perder tiempo de trabajo en otras parcelas. La opción opuesta significa entenderlo como una oportunidad para trabajar contenidos variadísimos con el añadido que supone el festival en cuanto a motivación, alegría, presión, o responsabilidad. Así, contenidos de expresión corporal, de dramatización, de trabajo internivelar (trabajo en equipo entre diferentes clases de distintas edades), encuentran un momento óptimo para su desarrollo.

Han pasado unos pocos minutos desde que ha concluido el de este año, y creo que en educación especial las consideraciones anteriores aún tienen mayor sentido: trabajo de autonomía, superación de miedos, aceptación de responsabilidades, acompañamiento y ayuda de compañeros más jóvenes o afectados, gestión del tiempo y el espacio, control de las emociones, aceptación de espectadores y comportamiento ajustado a los mismos, son unos pocos ejemplos de los muchos elementos que durante unas decenas de minutos los niños ponen en juego. Y, por supuesto, la alegría que se vive durante ese tiempo es magnífica. La alegría es probablemente lo único importante en la vida, y si se refleja en la cara de los niños supone un motivo suficiente para hacer casi cualquier cosa.

Durante el ensayo de la mañana ha ocurrido algo fascinante para un maestro de pedagogía terapéutica, así que directamente milagroso para un despistado y novato maestro de EF. En un momento dado, he acercado el micro hasta una niña a la que nunca he oído emitir palabras, sólo algunos sonidos, y ha dicho un claro y nítido “hola”. Su maestra se ha acercado y ha comenzado a nombrarle diferentes palabras que la niña ha ido repitiendo con asombrosa claridad: hola, adiós, quiero chocolate, feliz navidad, etc. Así durante diez o quince minutos. Escuchar esta especie de milagro comunicativo espontáneo y repentino ha ido provocando caras de emoción y asombro en los que estábamos en la sala y en el resto de personas que han ido acudiendo corriendo. Imagino que acontecimientos como éste serán los que me acompañarán en forma de recuerdos maravillosos mientras el latido constante del corazón nos permita formar parte del público en este desconcertante espectáculo que es la vida.

miércoles, 17 de diciembre de 2008

DOS ILEGALIDADES Y OTRAS ZARANDAJAS.

Buscando el norte, que es el sur.

Acabaré el dos mil ocho con la sensación de fatiga y agotamiento mayor desde que intento ser maestro. El recuerdo de otros cursos tiene que ver con meses de mayo y junio llenos de sorpresas, alegría, y energía. Sin embargo, esta vez experimento, sin llegar a los cuatro meses de trabajo, una necesidad de descanso y desconexión nunca antes sentida. Me disgusta esa necesidad vacacional; me parece una evidencia indeseable.

Tras este tiempo, y con el primer trimestre ya finalizado, percibo nítidamente algunos progresos experimentados (desde la simple adaptación a un entorno tan diferente y especial hasta el planteamiento de sesiones con cierta coherencia y adecuación a los alumnos), pero sigo haciendo sesiones tan ridículas e improcedentes como la primera semana de curso.

Quizá el año finalice la semana próxima con un encuentro internacional e ilegal de EF, con dos asistentes apuntados por el momento. Otro pero que añadir al curso: el alejamiento de compañeros de EF con los que aprender. Igual que escribimos (…) aquí sin saber bien por qué, simplemente porque existe un impulso y una necesidad de hacerlo, o, quizá, porque la vida se ve de otra manera cuando es contada, también sentimos la necesidad de avanzar, de ofrecer algo mejor en el trabajo. Con la duda de hasta qué punto tiene sentido subordinar otras tareas importantes, sin comprender por qué pasa por la cabeza quedar una vez al mes en Lérida para compartir y avanzar, …pero haciéndolo porque así se siente. Ni siquiera lo hemos soñado antes, como el arquitecto o Víctor Juan, porque hay noches en las que más vale dormir.

Y cada noche unas líneas antes de cerrar los ojos. Que los versos sean los últimos chispazos del día para un aturullado espíritu, o sistema nervioso, o lo que demonios sea:

Ya duermen en su tumba las pasiones
el sueño de la nada;
¿es, pues, locura del doliente espíritu
o gusano que llevo en mis entrañas?

Yo sólo sé que es un placer que duele,
que es un dolor que atormentando halaga,
llama que de la vida se alimenta
mas sin la cual la vida se apagará.

Creyó que era eterno tu reino en el alma,
Creyó tu esencia esencia inmortal,
Mas si sólo eres nube que pasa,
ilusiones que vienen y van,
rumores del onda que rueda y que muere
y nace de nuevo y vuelve a rodar,
todo es sueño y mentira en la tierra,
¡no existes, verdad!

(Rosalía de Castro, En las orillas del Sar).

Ayer, el amigo islandés, nos contó lo de los delfines. Por supuesto, me ofrecí voluntario para la próxima. Estoy casi seguro que llegado el caso acabaré en el calabozo, pero la vida está penetrando en parajes donde cierto riesgo comienza a ser una imperiosa necesidad.

domingo, 14 de diciembre de 2008

BREVE NOTA SOBRE LOS SENTIMIENTOS DE UN MAESTRO DESORIENTADO.

Nómadas del Viento, la eterna promesa del regreso.

Escrito desde la remota hipótesis de que los sentimientos sean algo más que una entelequia.

Desde hace unas semanas, cada jueves se desarrollan reuniones entre los tutores de cada aula y el resto de personas que entran en su clase: fisios, logopedas, EF, etc. Durante las mismas, el tutor expone información detallada de sus alumnos, mientras que el especialista explica su trabajo con cada niño y los objetivos que plantea en cada caso.

En la última reunión celebrada, un tutor me recomendó la película “El aceite de la vida”. La acabo de ver y creo ofrece una visión útil para los que deseen conocer algunas características de una enfermedad rara denominada Adrenoleucodistrofia, que forma parte de las crueles enfermedades que conducen a la degeneración progresiva del sistema nervioso. Información adicional sobre la película, la enfermedad y la terapia aquí y aquí.

Tengo algo que escribir pero no encuentro las palabras. Ser maestro de niños que tienen algunas enfermedades o discapacidades está suponiendo un reto profesional de cuyo éxito tengo enormes dudas, pero, además, supone vivir experiencias muy intensas y especiales en el plano personal. Toda esta intensidad, las novedades en todos los sentidos, etc, están haciendo que estos primeros meses de curso constituyan un tiempo extrañísimo, de sensaciones difíciles de interpretar, de nervios como nunca antes (y lo escribe un nervioso), de desorientación.

jueves, 11 de diciembre de 2008

SOBRE POESÍA Y LOS QUE TIENEN ARTE PARA ALUMBRARLA.

Hoy se presentará "Ocho islas y un invierno", el libro de poesía de Marta Navarro. Como entrenómadas es un lugar lleno de sensibilidad, de sentido crítico, de belleza, y de conciencia social, seguro que el libro será una gran obra.

Tendrá lugar en Los Portadores de los Sueños, a las 20:30.

Deseamos que el viaje emprendido por el librico esté lleno de alegrías y satisfacciones.

martes, 9 de diciembre de 2008

ESTAR AQUÍ O ALLÍ.

Dos hermosos cúmulos sobre pueblo misterioso de España. Si con ésto no te ataca la nostalgia...

Después de tres años tengo bien claro que la pertenencia del maestro al lugar donde trabaja es fundamental, o, si se prefiere, valiosísima. Llegar a clase sintiéndote del mismo lugar que los niños, conocer las tradiciones en las que los alumnos participan, ser consciente de las preocupaciones y dificultades de los habitantes del pueblo, poder compartir una tarde de juego, conversar por la mañana de camino a la escuela con los niños y sus familias,… y otros mil argumentos apuntan hacia las favorables opciones que se generan. La ampliación de las posibilidades pedagógicas (el simple hecho de conocer un camino para hacer una excursión, o poder incidir en la flora y fauna local, por ejemplo), o el aumento de la confianza y la complicidad con el maestro, justifican sobradamente, creo, el valor añadido de esta vida del maestro integrada en el lugar de su escuela.

Esta vida es hoy cada vez más complicada: las escuelas rurales sufren la despoblación de los pueblos, el aumento del número de maestros por centro (tutores, especialistas, …) dificulta el alojamiento en poblaciones pequeñas (las casas del maestro son lujos ya casi desaparecidos), el sistema de traslados supone un continuo movimiento de maestros que difícilmente echan raíces en los pueblos más alejados de las ciudades, y el estilo de vida, que frecuentemente significa en algunos maestros buscar un alojamiento en núcleos grandes distanciados de su lugar de trabajo para encontrar una vida más…¿sofisticada?.

En todo caso, los perjudicados son los niños, que crecen sin disfrutar de un proyecto pedagógico de medio o largo plazo, y con maestros muy alejados de sus vidas.

Esta reflexión ha surgido tras un encuentro con un maestro que me ha señalado lo terrible que resulta vivir en un lugar donde los niños te conocen y frecuentemente te cruzas por la calle con alumnos y sus familias. De cualquier modo, todo es escribir por escribir, ya que en mi ciudad impersonal no caben este tipo de disquisiciones.

Se ha atascado en mi cabeza una imagen: es invierno, hace frío y anochece, el suelo empedrado de la calle está húmedo y refleja la luz tenue y amarillenta de las farolas; un maestro trabaja silenciosamente en su habitación y, al oír unos gritos y el ruido de carreras atropelladas, mira por la ventana y observa los últimos niños que corren hacia sus casas.

domingo, 7 de diciembre de 2008

SOBRE LA MALDITA Y MARAVILLOSA BROMA QUE ES LA VIDA.

Un lugar de serenidad, regalo de Pablo.

Lo he escrito ya muchas veces, cada minuto aumenta mi obsesión por otra vida que sólo veo representada en el mundo rural, en un lugar alejado y ajeno de la vida actual, un sitio donde, como dice Joselu de los africanos, ser feliz por ser y no por tener. Cada película, cada libro, cada lectura, cada situación, aún la más insignificante, la acabo interpretando bajo este pensamiento y siempre llego a las mismas conclusiones: el sentido de mi vida se diluye, se pierde por completo, si soy miembro de una forma de vivir tan injusta e irracional. Vivo rodeado de imágenes que me entristecen, que me desorientan; necesito únicamente un lugar que me permita pensar, leer, mirar, o caminar con serenidad, que me devuelva un reflejo transparente y tranquilo de la vida.

Y es lo mismo cruzar la calle sin ver atisbo alguno de montañas; o volver a disfrutar de Ser y Tener y recordar que ya fui en alguna medida un maestro que pasa tardes deslizándose en trineo con los niños, que trabaja en el silencio y soledad de la noche, y que siente la fortuna de compartir cada día con sus variados y felices niños rurales; o encontrar el pequeño video sobre la historia de las cosas; o sorprenderse viendo Baraka, la recomendación del amigo islandés, con sus imágenes bellas, los preciosos contrastes y texturas del mundo, y también los hipnotizados, impuestos y acelerados ritmos urbanos e industriales que tan evidente sensación de plaga sugieren; o leer las palabras del Dalai Lama, o las del cardiólogo Valentín Fuster, o las del psiquiatra Luis Rojas, o prácticamente las de cualquier libro que pasa por mis manos; o, sencillamente, mirar por la ventana y observar la infinita sucesión de carreteras, coches, fábricas, edificios enormes. Da igual, es todo lo mismo, llego sin remedio al mismo punto. Por alguna parte, en el alma, en las tripas, en el espíritu, o donde sea, siento la necesidad de que llegado el momento de dejar de existir los recuerdos que se amontonen atropellada y confusamente en la memoria tengan una consistencia y unas propiedades muy especiales.

miércoles, 3 de diciembre de 2008

EL MEDIO POLLICO.

Matarraña a la vista, con Jaime y Dália, claro.

La realidad es difusa, ambigua, subjetiva, sorprendente. Un simple espejo puede demostrarlo. Es absolutamente extraño que estemos acostumbrados a ella.

Hace ya unos cuantos años nació mi abuelo en Villarroya de los Pinares, Teruel. Con él y con mi abuela pasé muchos días de mi infancia en su casa situada en el campo, en las afueras de una ciudad aún habitable: el paraíso para perseguir lagartijas, buscar renacuajos, coger los huevos de las gallinas recién puestos, comer higos subido en el árbol, observar el sigilo de los gatos cazando ratones, descubrir los nidos de los abejarucos, o jugar con el maravilloso barro; la lista es interminable (qué lástima de placeres olvidados hoy por los niños…). La ciudad que todavía no había perdido el juicio por el crecimiento irracional y aberrante. Una de mis actividades preferidas consistía en escuchar los cuentos que él sabía. Cuentos que alimentaban cálidamente no sé qué parte de las entrañas y que tejían en mi memoria imágenes, pensamientos, e ilusiones llenas de una fantasía sugerida por la cadenciosa voz que entregaba un regalo inolvidable a su nieto. Cuentos repetidos una y un millón de veces, cuentos conocidos letra por letra, pero que conseguían sorprender, mantener en vilo, o hacer sonreír cada vez que eran contados.

Pasados los años, me ilusionaba la idea de grabar la voz de mi abuelo recitando estas historias. No recuerdo si por culpa del olvido o por qué razón, tuve dificultades para conseguirlo, pero afortunadamente Víctor Juan se me había adelantado recogiendo algunos de estos cuentos en 1985 (veintitrés años…, ay), por lo que pude recibirlos en papel unos cuantos años después, en 1998.

El primero se titula El Medio Pollico, y supongo será un cuento popular de amplia difusión puesto que también es conocido en lugares como el Matarraña (El Mig Pollet). De un cuento con profundas raíces rurales hasta las teclas de un tonto que sueña con poder echarlas. Estas son algunas de las palabras que sonaron en esa infancia:

“Esto era medio pollico que iba a confesarse a Roma. Se encuentra con un aguilica y le dijo:

- Medio Pollico, que…¿Adónde vas?.

- A confesarme a Roma.

- Yo voy contigo.

- No, no que te cansarás.

- No me cansaré, no.

- ¡Hala pues!, ven, ven.

Y al poquico rato…

- Medio Pollico, que yo me canso.

- Pues hazte un agujero en el mellizo y métete dentro.

Siguen andando y andando y se encuentran con un gatico (...)”.

Pronto seran contados en la escuela.

(Si alguien tiene interés en conocerlos íntegramente, hágase saber).

lunes, 1 de diciembre de 2008

DE PERTENECER A UN LUGAR.

Cabrita feliz y libre del Matarraña.

El sábado visité Peñarroya de Tastavins, mi anterior destino como maestro. Fue una tarde maravillosa. En las calles del pueblo se mezclaron los encuentros donde los niños mostraban sensaciones de indiferencia, de vergüenza, o de cálida bienvenida. La hospitalidad y amabilidad de algunas personas me hicieron sentir vivamente parte de ese lugar; a menudo, cuando recorro lugares que han pasado por mi vida, me siento como un extraño, como un turista estúpido que pasea por donde ya no le corresponde y que, desde la calle, mira atontado a través de las ventanas de una casa en la que un día vivió. Odio esa sensación, y por eso siempre me debato entre las ganas eternas de volver y la vergüenza de ya no pertenecer al lugar. Y el eterno alimento de la nostalgia: recorrer un espacio que encierra anécdotas, aventuras, sentimientos y emociones en cada uno de los milímetros que lo componen: una excursión con los niños, un recorrido con la bici, la emoción de un amanecer, una charla con un compañero, la soledad y el silencio de las tardes de invierno, las lecturas que me acompañaron,...

Me encantó leer en la entrada de Profesor en la Secundaria sobre África la cita del eminente economista Manfred Max Neef: "A partir de cierto umbral, el crecimiento económico genera un deterioro de la calidad de vida". La pena es que haya que ser eminente para darse cuenta. O, mejor dicho, que justamente las personas que deberían considerarlo miren para otro lado. Sensacional la entrada, y magnífica la entrevista enlazada en la cita. Por cierto, me pregunto continuamente qué pensará cualquier persona de los maltratados países pobres cuando oiga que en Occidente estamos en crisis. Qué injusticia, qué indecencia, y qué poco hacemos para no ser cómplices de semejante barbaridad.

El Azor Tundra ha recibido un premio del Ayuntamiento de Zaragoza por un trabajo realizado sobre el Galacho de Juslibol. Espero no me recrimine por la exclusiva. Le felicitamos con admiración por su dedicación y sensibilidad hacia los valores sencillos y auténticos que representa el mundo natural, en un momento en el que precisamente tantas influencias llevan nuestras vidas hacia necesidades banales artificialmente creadas.

(La entrada de “especial cariño” para otro día).