jueves, 31 de mayo de 2018

VIDA FICCIÓN I. CARTA DE AMOR A UN POLÍTICO.

Típico patio de escuela zombi. Gritos, muerte y destrucción entre los escombros.

Hace unos días, en uno de los últimos revuelos de la infame muchedumbre política, creo que fue alrededor de la toma de posesión del presidente catalán, el moderador de la sesión indicó a los presentes que se comportaran de una vez porque "aquello estaba pareciendo el patio de un colegio". Lo escuché mientras conducía y recuerdo con claridad cómo la ira me nublo el pensamiento. Malditos ineptos e hijos del demonio, pensé. Igual es el patio del colegio en el que ellos piensan cuando hostigan a la escuela con sus tsunamis burocráticos o recortan los presupuestos escolares y ahogan los intentos de programas pedagógicos necesarios y eficaces.

Deberían saber que ocurre al contrario: con frecuencia, ¡a diario y desde hace años!, pienso que los modelos de comportamiento y de comunicación característicos de nuestros representantes políticos no serían admisibles en un centro escolar del Primaria. Más aún, habitualmente pienso que ni a los niños de infantil les permito buena parte de los comportamientos que ellos exhiben. Queridos políticos, la mentira, el tú más, la falta de asunción de responsabilidades individuales, la descalificación, los gritos, la falta de escucha... no son elementos habituales en los patios de las escuelas; más aún, en ningunas de sus dependencias. En concreto, como maestro de EF, me preocupo con especial preocupación de que el patio de la escuela sea justamente el lugar donde aparezcan aquellos atributos de los que, según lo que vemos cada día, las estrellas de la política nacional adolecen: diálogo, responsabilidad, dignidad y coherencia, respeto escrupuloso.

miércoles, 9 de mayo de 2018

MEDITADO DESEO PARA LA DESAPARICIÓN DEL EJÉRCITO Y OTRAS PRÁCTICAS HUMANAS TAN ESTÚPIDAS.


Vida real sin likes ni dislikes.

Eran apenas las 9:30 y me disponía a realizar una humilde clase de maestrico con unos cuantos niños. Estábamos en el frontón del pueblo y ya había barrido los restos del suelo roto para evitar tropezones y heridas de los pequeños. Estábamos en un pequeño corro, pues les ayudaba con los últimos ajustes de los patines y les daba las últimas indicaciones antes de empezar. En estos asuntos andábamos cuando han pasado dos aviones de guerra sobre nuestras cabezas, muy bajitos y a unos cuantos miles de kilómetros por hora. El estruendo ha sido atronador, terrible, todos nos hemos agachado instintivamente para protegernos… y esa imagen se ha quedado en mi memoria… agachado y rodeado de ocho niños en el suelo con cara de susto. Extraña estampa en el año 2018 y en un avanzado pseudo país como España… realmente tan solo quería maldecir al ejército español, y por extensión a todos los demás, desear que desaparezca, que se diluya o desintegre, que deje de hacer el ridículo en estúpidos juegos de guerra en espacios naturales soberbios como son las Bardenas Reales, que ceda el gasto de uno de esos aviones terribles para poder atender a los niños con los que la escuela se siente impotente y sin recursos y a los que simplemente puede observar resignada mientras van cavando un profundo pozo del que les resultará muy difícil, quizá imposible, salir.

Entre estas peripecias fluye y se abre paso la vida. También con niños que a los diez años andan enganchados a videojuegos instructivos como Fortnite, donde idolatran a personajes de muy dudosos valores formativos. Igual que idolatran y siguen a diario a youtubers profesionalizados en la venta de escoria y mala educación. Es muy posible que me haya quedado repentina e instantáneamente fuera de onda generacional. O eso o lo cutre, hueco y maleducado se está instalando como un tapiz que calladamente cubre nuestra vida social.

A saber.

miércoles, 25 de abril de 2018

LA EXTRAÑEZA NO MENGUA, PERO LA MODERNIDAD LA CAMUFLA.

Escribir es un bien preciado, así que vuelvo a intentar instaurar el hábito perdido. Que pensar y teclear robaran tiempo a los pasatiempos basura de la vida moderna sería fantástico.

Durante todo el periodo sin escribir, he pensado también menos. Si generalmente solían no gustarme las cosas que yo mismo escribía e incluso sentía pudor al releerlas, ahora me ocurre lo contrario (¡en ocasiones!): releo algunos textos y me sorprendo por haber hilado algunas buenas ideas que ahora mismo no sería capaz de generar y enlazar. El cerebro está fuera de forma.

A punto de acabar un nuevo curso, me he convertido definitivamente en un maestro grisáceo, con los maestros viejos y descreídos que se mueven más por la evitación de problemas que por las férreas convicciones éticas profesionales. Algunas carencias dolorosas han ido horadando ese canal. En general, creo que nos damos mucha más importancia de la que tenemos, que casi nada es demasiado grave y que gastamos una parte muy valiosa del tiempo en asuntos muy poco importantes. Al final será todo muy sencillo y la dificultad real radicará en darse cuenta de ello. 

Intentaré volver a escribir sobre montañas, lunas, arrendajos y perros, escuelas e incluso políticos españoles, por incluir alguna pizca de humor. Hasta el próximo texto!