lunes, 30 de octubre de 2006

ALBORECA, COMPRAS, LIBROS.

Venía muy contento del CRIET de Alcorisa, casi sintiéndome ya del Matarraña, pero siempre hay un tonto dispuesto a cruzarse en el camino.

Quizá todo sea teatro, que no es poco. En un momento de la obra “Ojalá estuvierais todos muertos”:

- Agresivo ejecutivo ejerciendo de turista (AEEDT) (pongamos por caso a cualquier visionario de ARAMÓN): “¿Qué haces siempre parado?. Yo pescaría sin descanso todo lo que pudiese.
- Habitante de la isla (HDLI): ¿Y para qué?.”
- AEEDT: “Pues para pescar toneladas y toneladas, y con eso comprar un barco.”
- HDLI: “¿Y para qué?.”
- AEEDT: “Para pescar más peces, y con el beneficio comprar más barcos, y con mi propia flota pescar aún más.”
- HDLI: “Pero…, y después qué?.”
- AEEDT: “Estúpido isleño ignorante, con los millones ganados montaría mi propio astillero, y sería multimillonario, y cientos de personas dependerían de mí, y ganaría más y más dinero.”
- HDLI: “¡Sí!, pero…¿después qué?.”
- AEEDT: “¡Arrrgggg!...pues (¡rrrggggg!),..., ¡ya habría conseguido todo!, y me sentaría y descansaría.”
- HDLI: “¡Pero hombre!, ¡si eso es justo lo que hago yo!: ¡me siento y descanso. ¿Para qué todo lo anterior?.”

Marcelino, la luz que nos guía, seguro que pensaría que el isleño infeliz no sabría hacer ni mermelada.

Para mí ilustra fielmente la desmesurada estupidez humana orientada hacia ninguna parte: el ganar dinero como meta en sí misma, el acaparar poder, construir y crecer, construir …y crecer. Y todo sin saber aún quiénes somos.

Emilio es tío de mi novia Paula. Y le guardo respeto por diferentes razones:

En primer lugar, por el mero hecho de haber vivido cincuenta años más que yo. En segundo lugar, por ser una de esas personas de las que nunca sale nada malo: ni una protesta, ni una queja, ni un lamento. Nunca una mala cara y siempre dispuesto a ayudar y agradar. En tercer lugar, y esto me provoca admiración y nostalgia a partes iguales, ha vivido gran parte de su vida en el campo. Un campo duro, donde trabajo se escribía con mayúsculas. Y, por último, compartimos una visión muy similar de la vida.

Emilio suele afirmar que ahora todo es mentira. Y esta frase para mí supone un auténtico y exhaustivo tratado sobre la vida y las cosas que la adornan. Recuerda cuando dormían en el monte varias noches con la cosecha para que no la robaran, cuando comer pan suponía viaje va y viaje viene con la harina a cuestas, o cuando, simplemente, pasar el invierno era un importante reto. Esta vida le hace evocar sentimientos puros, nobles, reales y auténticos. Para bien o para mal, pero auténticos. Sin embargo, la vida parece que ha llegado a un punto en el que nada es lo que parece (ya no te puedes fiar ni de los tomates) y donde esa vida del pueblo, tan cercana, es a menudo caricaturizada. “Ahora es todo mentira”. Este blog nació cuando en mi cabeza rondaban muy vivamente estas ideas, tras leer a José de la Mula, en el libro de Severino Pallaruelo.

El sábado me intentaron engañar. Intentaron llevarme a comprar a Grancasa. Estoy seguro que el demonio vive allí. Me senté en un banco con unos abuelos (pobres, ahora no les dejan ni tomar el sol en un parque) y observé como entraban las oleadas de compradores a las tiendas. Cogían un cinturón, lo miraban desde distintos ángulos, lo ajustaban a su ropa, meditaban la trascendente decisión, …etc. Me preguntaba cuánto de lo que compraban necesitaban realmente, y me costaba quitarme de la cabeza la idea de una ciudad personificada, una especie de troll gigante, que generaba los mecanismos adecuados para hacer que sus inquilinos se moviesen al ritmo que ella marcaba. Los ritmos del cerebro en off, del tiempo de usar y tirar, de comprar y gastar. Amo el silencio que ahora mismo siento.

Para mis ya queridos alumnos de Peñarroya compré siete libros en un rastrillo benéfico de Zaragoza por once euros. Hará falta una poca de cola de carpintero, pero seguro que sus fotos y textos sobre animales nos ayudarán mucho y provocarán frecuentes exclamaciones de sorpresa. También he traído El Árbol Sabio. Don Gustavo, mi maestro de 3º, 4º, y 5º de EGB, nos leía un trocito cada día hace ya casi veinte años (madre mía…). Me gustaron tanto que los compré (mi madre los compró, claro) y los leí mil veces cada uno. Hace poco los encontré y me quedé paralizado. Ahora yo los recogía. Viajarían conmigo a Peñarroya e intentaría sembrar la misma semilla que Don Gustavo ya cultivaba hace tantos años. Cada día de escuela recuerdo a muchos de mis maestros.

(¡Viva Alboreca!).

jueves, 26 de octubre de 2006

¿A CUÁNTO VAN LAS GRACIAS?

Son las cosas en las que más ilusión pones las que te arrean la cornada más profunda. Y hombre, no reviste demasiada gravedad pero casi mejor hubiera preferido unas simples gracias. Gracias, gracias, gracias. No parece difícil.

La semana del CRIET se acaba. Ayer visitamos Zaragoza, donde vimos una bonita obra de teatro. Por la tarde nos guiaron a través de los rincones del precioso Monasterio de Rueda. Toda la vida pasando cerca para pescar un pez sucio y feo y tardo 26 años en ver semejante obra. Fue maravillosa la actitud de los niños preguntando al guía sobre las cuestiones más curiosas y variadas.
Pensamos que sería buena idea crear una escuela en un monasterio de ese tipo. Lecturas en el claustro, juegos en los jardines, etc. Si me toca la lotería (aunque es complicado sin jugar, pero...) o ahorro cierta cantidad de dinero, pienso montar uno. Y una librería a la entrada.
Hoy hemos escuchado una charla de un saxofonista. Para los ignorantes musicales como yo ha sido pura ciencia ficción, y un deleite escuchar su música. Para los niños, casi todos estudiantes de música en sus pueblos, una nueva experiencia que contar sobre esta semana tan especial.
Y especial para mí es conocer de primera mano qué tienen los niños en sus cabezas en una experiencia que suele suponer en casi todos los casos la primera vez en la que salen del nido familiar: los variados miedos, temores, angustias, de esa primera salida; la necesidad de unas palabras de ánimo y tranquilidad, y los esfuerzos de todos por ir superando estos primeros obstáculos. Cuando una niña llora desconsoladamente a la hora de comer porque, sencillamente, siente miedo, sin saber siquiera las causas.
Este año se ha introducido en los CRIET la figura de angloparlante: un nativo inglés, Margaret, que tiene como misión incentivar el uso del idioma (actividades del lectura, charlas informales, traducción de menús y demás cartelería, etc.). Otro lujo más que añadir a la semana.
Por cierto, si no lo han hecho, no duden en visitar el blog de Mariano Coronas (ver enlaces, el hipervínculo está imposible), ya que es un lugar mágico donde un escritor de prestigio como Gonzalo Mouré puede aparecer y dedicar unas preciosas palabras a unos cuantos niños que tienen la sensibilidad y el maestro suficiente para emocionarse con sus libros.
Y gracias por la lectura. Tan fácil como esto.
(Siento lo de los párrafos apretados, pero aquí hace frío y se juntan para darse calor).

martes, 24 de octubre de 2006

QUE NO, QUE NO PUEDE SER.

Visité mi tierra, y traté de respirar todas las veces que pude para coger fuerzas y aguantar hasta la próxima vez.

Creo que estoy en Alcorisa, en el CRIET. En tres días he estado en el Pirineo, en Guadalajara, en Zaragoza, en Peñarroya, en Alcorisa.

Como el año pasado, pienso que estas semanas tienen un valor incalculable para los alumnos. En cinco días van a ir a Zaragoza, al Monasterio de rueda, al teatro, al cine, van a conocer a muchos compañeros y maestros, van a llorar por la primera ausencia de los padres, harán sus camas, comerán solos, …; en definitiva, creo que es un lujo en su formación y aprendizaje para ser mejores personas. Miro los pasillos y me imagino a Jaimecito (Sorolleta) corriendo, casi cuando todo estaba aún en blanco y negro.

Las conexiones este año son muy pobrecicas; por eso hay días que no puedo colgar el artículo. Como pierde vigencia y, además, me parece que mis palabras caducan muy pronto (me disgusta leerme al día siguiente; no mejora de un día para otro como el cocido, sino que creo que el artículo se pudre rápidamente como las letras del libro de J.J. Millás), casi siempre elimino ese artículo no colgado inmediatamente. Hago una excepción con algo que escribí el viernes: aunque no estoy contento con el enfado con que fue escrito, es tal el enfado que necesito expresarlo:
El año pasado me quejaba amargamente por la imposibilidad de tener cerca un maestro experimentado del que aprender diariamente. Sigo pensándolo, pero he comprendido ya que son muchas las oportunidades que se brindan para recoger ideas, fórmulas, formas de hacer y de ser. Tantas que lo anterior ya no me preocupa demasiado.

A través de blogs, cursos, jornadas, familiares, casualidades, …, he podido sacar tanto provecho que no queda sino intentar ser un digno destinatario y aprovechar los regalos ofrecidos. Y claro, estar en eterna deuda con mucha gente.

Me permitan el brusco cambio de tercio.

Como aperitivo: desconozco la credibilidad que merece una fuente rusa, pero hombre, lo que me faltaba por oír. Perfecta síntesis mis odios predilectos: un vividor, un oso muerto, maltrato animal. Optimistas del mundo, ¿no debo lamentar vivir en este mundo cruel y estúpido?. Además, no dan explicación alguna porque la santa figura del rey no está sujeta a control por parte del pueblo llano.

Leo en Cazarabet- Mas de las Matas los planes para el desarrollo turístico de la Ribagorza Norte y no doy crédito, me caigo de culo, me echo a llorar: carreteras, hoteles de cinco estrellas, tres campos de golf, miles de apartamentos, ampliaciones de la estación de Cerler por todas partes, …, increíble. No entiendo cómo puedo estar aquí parado y no hacer otra cosa que lamentarme.
Cito textualmente la postura de la Plataforma por la Defensa de las Montañas de Aragón, en la citada Cazarabet (La Defensa, nº21):

“Si semejante proyecto fuera presentado sin decir donde se ubicaba, solamente sus características (construcción de campos de golf, pantanos, canalización de cauces, recalificaciones urbanísticas salvajes y alegales, miles de nuevas residencias, nuevas carreteras, multiplicación de las viviendas actuales por cien, operaciones de miles de millones de pesetas...), cualquiera pensaría que estábamos hablando de un proyecto de los promovidos recientemente en Marbella o Benidorm, por su desmesura y dilapidación del territorio.

Pero es que este megalómano proyecto, se ubica no en una zona urbana saturada, sino en una zona de alta montaña, de alto valor ecológico y cultural. Por ello, es un proyecto fuera de todo raciocinio, ajeno al más mínimo respeto por el territorio y donde sólo prima la obtención de dinero rápido aprovechando una especulación galopante que arrasará con toda la estructura social existente y con todo el paisaje secular.”

Se me fueron las ganas de seguir escribiendo. Por favor, difundid esta barbaridad, escribidlo en los blogs, hablad de ello a vuestros hijos, a padres, a vecinos, a amigos y a enemigos. Que cuenten con nuestra desidia, pero, al menos, no con nuestra ignorancia. ¡No estemos parados contemplando semejante disparate!.

Estos días se están celebrando precisamente las II Jornadas en Defensa de las Montañas, en Zaragoza. Siento terriblemente no poder ir, aunque me temo que con palabras no se soluciona nada. Si me dejaran ocuparme por un par de días de las cabezas pensantes de un par de departamentos del Gobierno de Aragón…no tendrían ganas de volver a jugar al golf. Y que nadie piense en violencia: les daría un viaje por lo más bonito de nuestra tierra (Marcelino, los montañeses no sólo hacen mermelada), y les haría leer algún libro. Desgraciados.

jueves, 19 de octubre de 2006

SOBRE DUDAS, NAUFRAGIOS, Y LIBROS

Hace 9 días la lenta y miserable conexión parabólica a internet cogió la baja. Y es raro, porque ya se sabe que estas cosas son más propias del tercer trimestre.

El asunto es que no era grave y en unos días ya se ha recuperado. Por ello, puedo volver a realizar esta tarea que me libera momentáneamente de la soledad y del silencio continuo. Paso bruscamente del bullicio y el hablar ininterrumpido durante 5 horas, al silencio absoluto sólo perturbado cuando, con bastante frecuencia, me hablo a mí mismo en voz alta.

El miércoles pasado estuvimos en Teruel visitando la exposición itinerante sobre Atapuerca y la propia ciudad. Es un problema delicado encontrar actividades adecuadas para los alumnos, que discurran en el registro idóneo. A veces, la salida se adapta mejor a los profesores que a los mismos niños.

Sigo pensando en qué enseñar, y por qué enseño. Hace poco se acercó un maestro de la escuela para pedirme los cuadernillos que yo trabajaba de refuerzo de lengua y matemáticas. Ya se sabe, repetir y repetir secuencias, letras, …; cuando le dije que no tenía nada de eso, que ni lo conocía, me miró extrañado y se fue. Yo me quedé pensando. Nadie me ha dicho qué demonios debo enseñar a estas criaturas casi recién nacidas, qué importancia conceder a cada aspecto. Seré más concreto: llevo un mes y medio haciendo juegos, escribiendo historias, leyendo libros y mil revistas, recitando poesías, repasando y comentando cada mañana las mejores noticias de la prensa, pero no hemos dedicado más de treinta minutos a lo que creo se considera lo normal: página 15; ejercicio 3; escribe trescientas veces las letras R y S, luego haz un dibujo y píntalo. Como no tengo un buen catalejo, al alejarme de la orilla me da miedo perderme y naufragar.

En cualquier caso, veo cosas en el mundo, en personas pobres y ricas, cultos o no, que me hacen pensar en este momento que lo único que importa en la escuela es que los niños que de allí salgan sean buenos: buenos con las personas, con la naturaleza, con el mundo entero. Y todo lo demás me parece un pretexto para conseguirlo.

Además, también me consuela pensar que si yo no dedico dos semanas a hablar a niños de 6 años sobre la polisemia, tampoco es grave. Les quedan unos 10 años en los que les repetirán hasta la amargura esta y otras palabras.

El alumno discapacitado sigue generando un auténtico agujero negro en mi labor diaria. Me resisto a aceptar como normal que un niño pase más del cincuenta por ciento del horario lectivo totalmente desatendido y malgastando los mejores momentos de su vida para aprender y progresar. Es una terrible pena comprobar cada día, cuando marchan a casa, cómo apenas he podido atenderle unos minutos.

En torno al año 2007, en un laboratorio en la frontera entre Francia y Suiza, físicos como la americana Lisa Randall esperan demostrar y confirmar la existencia de una quinta dimensión. Ya es frecuente oír decir que vivimos en la época en la que es gigante el abismo entre la tecnología utilizada y la comprensión de la misma. Pero a mí, leer a personas como la arriba nombrada, o avances en robótica, genética, …, y compararlo después con las preocupaciones en las que solemos (o suelo) emplear el tiempo el pueblo llano me deja perplejo y desorientado, sin saber muy bien en qué mundo vivo.

Pronto Juan José Millás publicará un nuevo libro, tras cuatro años. Me encanta escucharle y me fascinan sus juegos y fantasías con el lenguaje, que al final acaba confundiéndose con las propias personas y con la vida. Como cuando los libros empezaron a perder letras y, en consecuencia, el mundo fue perdiendo sustancia y empequeñeciéndose poco a poco. Hasta el punto que la gente traficaba en el mercado negro con preposiciones y adverbios, a fin de poder construir artesanalmente algún sustantivo o verbo, intentando así poder nombrar y no perder una pequeña parte del mundo. Recuerdo a mis queridos alumnos ansotanos reír cuando les conté que en ese mercado negro algunas formas gramaticales, ya inservibles, olían a intestinos de vaca a punto de pudrirse.

sábado, 7 de octubre de 2006

DESCANSO, AÑORANZAS, FAMILIAS, IMÁGENES.

Se aproxima el primer descanso del curso. Justo cuando empieza a haber algo de complicidad y cuando todos vamos haciéndonos a las nuevas vistas, olores, y sabores, zas!, a descansar.

Los pequeños detalles son lo que más añoro: el olor a Ansó, el edificio de la escuela, abrir yo mismo mi clase y entrar con todos lo alumnos a la vez, gestionar personalmente mis espacios (mi clase, mi cuarto de material, la biblioteca,...), etc. Este curso, al haber una puerta única para entrar a la escuela y al estar en la cabecera del CRA, es todo diferente.

El jueves tuve la primera reunión de padres. Es un momento muy curioso. Para empezar las familias (madres 100%) te observan preguntándose qué tipo de persona habrá detrás de ese tipo, qué narices les habrá deparado este año el azar. Y uno intenta captar algún mensaje de aprobación tras una mueca o una media sonrisa. Algún mensaje que diga “vale, te damos el visto bueno, ya puedes empezar a trabajar con nuestros hijos”. No es el objetivo de la reunión, claro, pero, tras hablar de agenda, horarios, hábitos, formas de trabajo en cada área, etc., queda esa sensación de duda acerca de lo que pensarán sobre uno esas personas con las que tienes una responsabilidad tan enorme.

Por otra parte, también quedan dudas sobre el calado del mensaje que se intenta transmitir: ¿habrán captado como tal aquello que me parece más importante?, ¿estaremos de acuerdo en la manera de entender algunos puntos trascendentes en la educación del niño?, …; quizá algún padre o madre pudiera contar como se ve el asunto desde el otro lado, qué sensaciones se suelen recoger estando sentado frente al maestro.

Paseando por la feria de muestras, varias imágenes:
- De repente, el alcalde Belloch, Atarés, y el séquito de militares y gente importante. Faltaba sólo monseñor, que igual iba camuflado. A su paso emanaba el aroma del poder, de la gente que acapara miradas y que elige el futuro de casi todos, de esa especie de élite social, seleccionada ya no por su sabiduría, y que es protegida a su paso por decenas de policías y guardaespaldas en un intento de preservar a esos seres vitales para el mundo.

- Pabellón de ciencia: queda confirmado, es cierto que hay unas veintiuna dimensiones y que el espacio-tiempo se curva en presencia de un agujero negro. Un físico nos ha dicho que no nos preocupemos, que en las fórmulas todo cuadra y se constata, pero que ellos tampoco entienden el concepto.

- Pabellón de las fuerzas armadas, sus misiles de todo tipo, y otras armas para matar humanitariamente (ahora se mata así): ¿esto se expone?, ¿es un orgullo un cartel donde pone qué tipo de objetivos son capaces de destruir? (yo no me quiero liar con sentimientos y esas cosas, pero no acabo de entender lo de crear para destruir).

- Pabellón de arte: espacio minúsculo y algunas obras de agárrate y no te menees (véase composición de 3x3 metros a base de fotos de un tipo gordo y peludo tirado en el suelo desnudo, o ramas secas de árbol desparramadas en el suelo).

- Exposición de reptiles: pitón reticulada de nueve metros, pitón albina, cobra africana, cocodrilo marino, cobra africana, tortuga gigante de las Sheychelles, etc. Los animales, aunque malamente encerrados, siguen siendo un motivo para amar la vida.

- Stand de ARAMON. Qué lástima que las azafatas no tuvieran ni idea de qué era eso a lo que ponían imagen, porque en ese caso hubiera podido tirarles algún huevo o algún otro cacharro a la cabeza. Qué terrible pena ver sus carteles llenos de montañas sin plantas, sin vida, inundados de personas con su ropa y material de último modelo figurando en un espacio originariamente tan ajeno a esa estupidez humana.

jueves, 5 de octubre de 2006

¿QUÉ SIGNIFICA LA ESCUELA?.

Hoy han ocurrido algunas cosas que me sirven para ilustrar algo de lo que entiendo, y no entiendo, por escuela.

Tengo presente la relatividad de mis palabras, y mi más que posible equivocación, fruto de percepciones contaminadas por los sentimientos o por mi inexperiencia. En todo caso, tan sólo puedo hablar desde la volatilidad del presente, aún a riesgo de sonrojarme dentro de un tiempo al leer mis ideas.

El asunto tiene dos episodios: el primero trata sobre el claustro o comisión, que no sé qué ha sido, de cada miércoles (día asociado al dolor pedagógico desde que hace tres años comencé a impartir lengua en 3º de ESO a adolescentes peleones). El asunto a tratar era el reglamento de régimen interno del CRA. Tal como yo entiendo esto, el equipo directivo explica el documento, se da el visto bueno y posteriormente se establecen los cauces para que los padres lo conozcan (consejo escolar, APA, …). Algo así. Además, en lo que me atañe, se me antoja como un documento de talante meramente burocrático, puesto que en mi clase el reglamento de régimen interno intento que se denomine sentido común.

La reunión ha transcurrido rizando cada rizo posible, elucubrando sobre casos y situaciones particulares, y con gran disparidad de criterios sobre el camino a tomar a la hora de abordar el documento. Unos abogaban por presentarlo detalladamente en la reunión de padres de cada clase, otros por exponerlo en el tablón de anuncios, y había algunos que pretendían extraer algunas ideas concretas y exponerlas en clase a los alumnos junto a las sanciones correspondientes a cada infracción. Se hablaba incluso de que ese documento debía sentar las bases para el respeto al maestro, para que no se le tome por el pito del sereno.

Y mi cerebro, erre que erre, que ese documento será necesario e importante para el centro, pero yo en mi clase no necesito hacer un decálogo de normas y sanciones, sino que necesito sentido común y un día a día que me permita desarrollar algunos hábitos de diálogo, resolución de problemas, etc. El movimiento andando, ya saben. Me recordaba esto al Florido Pénsil, cuando el pobre zagal debía decir que sí, que el espíritu santo era maravilloso porque, aunque no lo veía, lo sentía. Comenzar las clases por las normas y sanciones me parece toda una declaración de intenciones y motivaciones. Y hombre, el respeto entiendo que lo deberíamos pelear por otros cauces. En resumen, he intentado intervenir en una ocasión para expresar mi pensamiento pero lo he debido hacer muy mal o el mensaje era muy malo, porque el discurso ha calado poco. Así pues, dos horas de sueño con mi cabeza esperando a que tocara un imaginario timbre de recreo.

Segundo capítulo: ringggg!, ringggg!, risas y gritos. Y pienso: ya está, comienzan las visitas. Me asomo a la ventana y allí estaban. Esperad que bajo. Cinco o seis niños con un par de botellas llenas de saltamontes, mantis, y otros insectos. Mira!, mira!, lo que hemos cogido, te lo traemos para que lo lleves a clase mañana y lo enseñes, y también hemos visto un bicho como ese que nos enseñaste en un libro. He bajado ese libro y hemos tratado de localizar algunas especies.

Que unos niños se acuerden por la tarde de algunas cosas de la escuela, que vayan a ver al maestro para enseñarle hallazgos, que recuerden libros, que tengan ilusión y entiendan en alguna medida el tiempo del colegio como un momento emocionante para descubrir y explorar el mundo es lo que entiendo por escuela. Lo poquito que hago intento que vaya en esa dirección. Lo otro me parece teatro del absurdo.

martes, 3 de octubre de 2006

ESPÍRITU CIENTÍFICO Y FILOSÓFICO.

¿Quién dijo que el halago debilita?. Escuchar unas palabras agradables y bonitas ha sido hace 5’ toda un empujón para mantener la ilusión, y darme cuenta que, efectivamente, los niños son niños en todas partes.

En una conversación rápida con una madre de un niño me ha comentado que están sorprendidos en casa con las veces que nombra la escuela al cabo del día: lo que ha hecho, lo que ha descubierto, lo que ha aprendido, lo que ha leído, los juegos, las bromas, las…

Leo en el prólogo de “Cómo Clonar a la Rubia Perfecta” (panorámica de la situación científica actual), a cargo de Manuel Toharia, que el espíritu científico, la curiosidad, el interés, la alegría y el gusto por descubrir, tiene su semilla en la infancia, y que los filtros de la escuela, la familia, el entorno general (véase TV, playstation, …) se encargan de pisotearlo y tirarlo a la basura. Eso mismo leí sobre el espíritu filosófico, que al final es lo mismo que el anterior, en “El Mundo de Sofía”: la sociedad va haciendo que nos conformemos con vivir en nuestro mundo, y ya nadie se arriesga a subir trepando por el pelo del conejo y asomarse al universo…; estamos demasiado acomodados.

Pues en este punto me hace enormemente feliz encontrar signos, indicios, huellas y señales (ya sabes Jaime…) de que, en alguna medida, consigo cierta tendencia a que alguno intente trepar por dicho pelito y asomarse al universo. Vivir la emoción de sus descubrimientos, de las bocas abiertas cuando se produce la conexión en esa tarea que consigue el milagro, …, paga sobradamente las demás, abundantes por otra parte, tonterías que le tocan a uno vivir en el día a día.

Por cierto, ayer volví a tener una de esas ilusiones mentales que me dejan maltrecho. Vivir con la incertidumbre constante de no saber qué soy ni por qué estoy aquí me resulta agotador. Es un zumbido constante en el cerebro, y hasta en las tripas. Busco respuestas que no existen.

lunes, 2 de octubre de 2006

BUENAS SENSACIONES.

¡Ya está la foto!. Con tres meses de retraso…

Era mi intención escribir sosegado, con calma, con tiempo, puesto que pretendía escribir un buen artículo. Un artículo a la altura de las circunstancias. Finalmente escribo cansado y con prisa.

Hoy el día ha sido agotador. El primer día de clase por la tarde no ha permitido un respiro. Cada vez las despedidas son más amargas, por lo que he tenido que emprender viaje desde Zaragoza esta mañana, y no ayer por la noche. Ya hemos empezado con el pie cambiado.

Al acabar las clases a la una, me he reunido con la maestra encargada de apoyarme con el niño discapacitado. Lo haremos así cada lunes tratando de preparar las tareas que realizaré con él cuando no recibo su apoyo, es decir, durante doce horas semanales.

Me vuelvo a quejar por enésima vez: si de las cinco horas de las que dispongo para planificar mi trabajo, dos son para claustros, comisiones de noséqué, coordinaciones de esto y lo otro (trabajo que entiendo como secundario y generalmente poco aprovechado), y una es para preparar el trabajo semanal del niño con discapacidad, ¿se puede entender y aceptar que en dos horas deba preparar veinticinco clases?, ¿da igual prepararlas mal, o improvisar, porque son niños y no se enteran?, ¿soy muy raro, me quejo de puro vicio, y sólo tengo yo este problema?.

Las jornadas provinciales de educación física de Fraga han sido un tremendo placer.

En primer lugar, reencontrarme con mis compañeros del año pasado fue una gran alegría. He dicho mil veces que el año pasado fui un privilegiado: quizá principalmente en lo relacionado con los compañeros de trabajo.

En segundo lugar, conocí a un maestro. Uno de esos a los que uno mira, admira, lee, e intentar seguir en el día a día de la escuela. Ya tenía la suerte de recibir sus consejos electrónicos y postales de vez en cuando. Ahora la suerte ha sido conocerle personalmente.

Y, como colofón, disfruté de las palabras de Paco Lagardera, uno de esos nombres que sueles leer en artículos y libros varios. Escuchar a una persona ya con cierta edad hablar con semejante entusiasmo e ilusión, incitando constantemente a leer, aprender, luchar y mejorar, hizo que saliera de la ponencia con ganas de ponerme a trabajar inmediatamente, con ganas de ser mejor.

Fruto de esta charla acudí a la librería de turno y compré dos libros recomendados por el señor Lagardera: Léxico de Praxiología Motriz, de Pierre Parlebas (que creo será, ya lo es un poco, la referencia que guiará la educación física que daré en los próximos años), y La Naturaleza Humana, de Jesús Mosterín (qué narices vamos a enseñar si no sabemos siquiera qué somos). Puestos a gastar los últimos euros supervivientes a un duro mes, compré también dos libros de Eduardo Punset y otros dos de Alex Grijelmo. Del primero siento grandes ganas de leerle y conocerle, a pesar de la extraña situación de apadrinar un programa en TVE (pseudorealityshow creo) donde se utilizan niños con algún estúpido pretexto. Del segundo, presidente de la Agencia EFE, escuché hace años La Seducción de las palabras e intenté comprarlo, pero perdí su pista.

Seré sincero y diré que la auténtica guinda del pastel fue conocer un poco mejor y poder compartir muchas palabras con la mejor referencia en educación física. Un lujo poder disfrutar de su inmensa generosidad al compartir sus cosas, su conocimiento. Una maravilla también observar muestras de su trabajo diario en clase (“…hay que hablar de teoría desde la práctica…”), donde sorprende la dimensión que pueden adquirir algunas situaciones y propuestas hechas en la escuela por personas como él. Y, además, mientras tanto, es capaz de hacerte sentir necesario y útil, mostrarse él agradecido, mientras lo único que uno buenamente hace, siendo tan poca cosa, es intentar poner la oreja cerca y aprender. Por ello, Alfredo, muchas gracias.