martes, 6 de diciembre de 2005

Estoy pensando en el blog. Como veo que llevamos unos días de pocas visitas estoy dándome cuenta que los fines de semana, fiestas, etc., hacen que bajen mucho las visitas. Porque los visitantes hacen otras cosas mejores y porque nosotros no actualizamos como debiéramos la página.
Y al hilo de lo anterior también pienso y me doy cuenta de la cantidad de fiestas que tenemos. Llevo unos cuantos años con un ritmo frenético (eso creo) de trabajo y de estudio, diciendo que sí a todas cuantas oportunidades de avanzar, aprender, progresar, se presentaban, no teniendo 5' de descanso físico o mental, porque sabía que debía aprovecharlos en algo productivo, en estudiar.
Y ahora, de repente, tanta libertad de horarios, ausencia de exigencias ajenas a las personales, fiestas, hacen que me cueste mucho trabajar como se debe. Quiero pensar que es una consecuencia lógica de lo pasado y que poco a poco iré recobrando el ritmo normal en el trabajo y en mi cabeza.
Hace poco Jaime me dijo que en una charla impartida por un alto cargo de la administración educativa catalana, en un curso para los nuevos maestros, éste comentó la necesidad de un sistema de control y evaluación del profesorado a lo largo de su vida laboral. Lo señaló como algo ya muy presente en otros países europeos, que entendían como increíble una situación como la española donde uno aprueba su oposición y ya apenas tiene que rendir cuentas a nadie de lo que hace en su trabajo a lo largo de su vida.
En relación a estos sistemas de control y evaluación, algo el año pasado, en mi primer año como maestro me llamó varias veces la atención: cuando venía la inspección educativa, el equipo directivo se ponía bastante nervioso por todos los papeles, exigencias, etc., pero todo estaba muy apartado de lo estrictamente curricular, y creo adivinar que la inspección se ceñía a asuntos formales y económicos, que tendrán su gran importancia pero...
Por otro lado, el asunto de las fiestas, evidentemente también repercute en el alumnado. No hace falta pensar mucho para entender que el ritmo de aprendizaje, los hábitos de atención, orden, disciplina, trabajo, etc., quedan muy maltrechos tras un mes como el de diciembre donde vamos a tener escasos 10 días de clase.
Hoy he vuelto a escuchar cosas de Federico. Menos mal que la radio puede apagarse.