lunes, 1 de noviembre de 2010

OTRA VIDA EJEMPLAR.


La despedida esta vez sucedió bajo la centelleante caída de fina lluvia. No sucedió en ninguna ciudad americana de nombre sugerente. Se produjo en la oscuridad de la noche y sobre la carretera iluminada con luz amarillenta y mortecina. La carretera donde se estiraría el sentimiento que les unía hasta acabar rompiéndose una semana más. Y fue igual de dolorosa que todas las anteriores, aún con el recuerdo de los momentos mágicos donde sentían emociones difícilmente explicables.


Hoy he conocido a Lucio Urtubia (su vida y no a él, desafortunadamente) y me ha mostrado un buen ejemplo de vida utópica y luchadora (vidas dedicadas a pelear por un mundo mejor, por los desdichados; enfrentándose a los más poderosos y desalmados en el caso necesario). A medida que observaba nuevos datos, iba recordando otras vidas prodigiosas como las de los hermanos Carrasquer. Estas vidas, en un tiempo de opulencia, de acomodados, de apatía, son como bofetadas bien sonoras que nos obligan, al menos, a cuestionarnos nuestro compromiso ante las injusticias sociales.


En las últimas semanas he leído asuntos dispares sobre la primatóloga Jane Goodall, sobre algunas ideas filosóficas orientales, y sobre el citado Lucio Urtubia. En los tres casos, cada uno en su contexto, se exponen situaciones sociales, medio ambientales, humanas, …terribles, quizá ya irreversibles; pero, y esta es la coincidencia que me sorprende, todos coinciden en señalar la responsabilidad individual como la única posibilidad de cambio; todos apelan al cambio generado por conciencias individuales comprometidas. Pero quizá ahí radique la misma imposibilidad de luchar contra las injusticias y tragedias actuales, pues precisamente la inacción generalizada forma parte de la esencia misma del problema.


Realmente creo que hoy una actitud de compromiso y justicia hacia los demás y hacia la vida difícilmente puede acercarnos a un sentimiento utópico y positivo, pues conocer la actitud humana (relaciones entre poderosos y pobres; relaciones entre el hombre y el medio ambiente, ...) únicamente conduce a la desolación y la observación de una situación tan alarmante que probablemente ya no tiene solución. Hace tiempo que me llaman pesimista, pero es que sigo leyendo y leyendo, escuchando, y no consigo que nadie me ofrezca argumentos para lo contrario. Y por todo ello, además, sigo observando con admiración y perplejidad a las muchas personas brillantes que trabajan con empeño e ilusión cada día en busca de ese mundo más justo que buscaba Lucio Urtubia o los hermanos Carrasquer.


Que comiencen bien la semana.