martes, 20 de diciembre de 2005

Normalmente, tras las horas lectivas me voy a casa a cumplir con mi hora complementaria de trabajo. En realidad, la hora complementaria suele ser "horas complementarias", y en casa trabajo mejor y más tranquilo.

Hoy he comenzado algo que espero sea costumbre durante el resto del curso. He propuesto a mis alumnos que los lunes se queden en la clase después de las 17h haciendo sus deberes, haciendo sus trabajos de grupo, con el ordenador, con los libros, con una película, etc.

Con esta medida, si consigo implantarla, espero conseguir un recurso más para que los niños sigan entendiendo la escuela como un lugar agradable, un lugar en el que estar por voluntad propia, un espacio donde se hacen cosas ... "de las que gustan". Hoy se han quedado 5 niños. Confío en ver a todos en enero.

En mi prueba oral de la oposición defendí algunas ideas como esta, relacionadas con la utilización de los espacios escolares fuera del espacio lectivo, o con la participación de otros elementos normalmente ajenos a la escuela, como pueden ser los abuelos de los niños. Aunque creo que no calaron demasiado en el tribunal (especialmente en el señor de la derecha, el que estaba dormido).

Por otra parte, llevo ya más de dos meses intentando aplicar medidas para favorecer la integración de un alumno con una situación muy especial (no con demasiado éxito, y sé que debería haberme esforzado mucho más). Tras este esfuerzo hoy todo se ha convertido en inutil cuando hemos conocido que tan especial situación ha llevado a este alumno a otros parajes. Lo realmente malo es que han sido dos meses donde me han demostrado ilusión, interés, esfuerzo por encajar...; buena suerte.

Ayer a las 21h (domingo por la noche) miles de familias apuraban los últimos minutos de la semana en Grancasa, tras pasar casi todo el día en ese megacentro de ocio-consumo. Me preguntaba qué idea de fin de semana tienen estas familias para sus hijos.

La navidad no me gusta. Alimenta mis sospechas de que este mundo está a punto de estropearse para siempre.

Por cierto, me permito una licencia: propongo un nombre para la mascota de la Expo:
"Malditosímbolodelcaosdecementoruidotráficomillonesparaconstructor esenqueseconvertiráZaragoza". Quizá por su largura no tenga demasiado gancho, ahora que en el diseño y esas cosas se lleva lo minimalista.