viernes, 21 de julio de 2006

Me gustaría escribir con mayor asiduidad, pero cada escrito requiere ahora una incursión sorpresa en territorio comanche (buen libro para conocer mejor el -gran- lado miserable del hombre).
Dice Jostein Gaarner en el Mundo de Sofía que la filosofía debería ser asignatura en las escuelas. Y yo diría que en todas partes. Creo que los políticos, como el cura que coge agua bendita cada mañana para preparar su espíritu, deberían coger unos párrafos y leerlos despacio cada mañana al despertar, incluso preguntando, si es que algo no entienden.
Aumenta mi sentimiento de no entender casi nada del mundo que me rodea. Cada día soy más sensible ante muchos hechos, más escéptico ante soluciones, creo en ya pocas cosas.
Cada día es más evidente el deterioro del planeta, sus montañas, glaciares, mares, animales, plantas, ...; el clima nos avisa; los pueblos, sus gentes y tradiciones están muriendo, o, peor aún, están siendo vendidos por gente cobarde y desgraciada a cambio de dinero o cemento; la vida en la ciudad camina cada vez más rápido hacia lo superficial, el consumo, lo fácil, lo impersonal. Me da la sensación que todo el mundo vive ajeno a los grandes y auténticos problemas o preocupaciones. La herencia para los próximos habitantes del planeta no es un regalo, es una condena.
Por este asunto que ocupa el 80% de mis pensamientos he decidido intentar apartarme. Me salgo del camino. Dedicaré el resto de mis días a mis pequeñas cosas y a estar lo más alejado posible del mundo moderno.
Mariano Rajoy dijo el otro día una frase brillante, de las que proyectan a uno al estrellato. Preguntado por asuntos de la guerra civil respondió que eso eran tonterías, que "...la historia, para los historiadores". Supongo (espero) que este hombre no pensará esto, y, por tanto, me reafirmo en que vivimos en una época en la que lo importante es hablar, a cualquier precio, incluso con independencia de si se cree o no en lo dicho, siendo lo de menos el tamaño de la sandez o barbaridad que se diga.
Me da pena mi limitada memoria, ya que estoy leyendo algunas cosas tan importantes que me gustaría me acompañasen en cada momento en que tengo que tomar una decisión. El asunto es que se escapan tan rápido como crecen los pisos en esta maldita ciudad.