miércoles, 30 de mayo de 2007

ESCRIBIRÉ, QUE SERÁ LO MEJOR.

Hallándome en el mayor embrollo informático de mi existencia, intentaré acertar a escribir cuatro palabras. Varias tardes viendo la vida pasar, encendiendo, abriendo, reiniciando, abriendo, control+alt+supr, control+alt+supr, reiniciando, apagando quitando y poniendo hasta la batería, rezando por momentos. Y así a las 16h, a las 17h, a las 18h, a las 19h, a las 20h, a las 21h, a las…; preciosos minutos estériles.

Hemos comenzado la jornada continua propia del comienzo y el final del curso. Significa que las cinco horas y media lectivas diarias (el miércoles sólo tres; cada clase de una hora) se reducen a cuatro horas (siendo ahora la duración de las clases de cuarenta y cinco minutos). Mi opinión no es favorable a esta organización temporal: las lentas dinámicas de los niños de primer ciclo (sacar libros, recoger, apuntar en la agenda, etc.) hacen inservibles, en mi caso, al 99% estas mini clases. Por ello mi recurrente sensación de ir dejando por el camino multitud de cabos sin atar se agrava terriblemente este mes.

El pobre gato nació a destiempo. Si se hubiera dado un poco de prisa hubiera tenido un gran hogar y una mejor educación. Una vez huérfano, con lombrices en las tripas, conjuntivitis, y unas pocas pulgas, merecía un poco de aprecio. Un par de visitas al veterinario, unos colirios, unas gotas, un poco de atún, sardillas, tortilla, y pienso. Otro par de visitas a Paula, que ya casi lo quiere como para convivir con él, algunos paseos campestres, una pelota y dos ratones de trapo, y el gato ya es un gato fuerte y feliz, con unos preciosos ojos azules, afiladas uñas, e incipientes dientes. Cada tarde algunos niños me lanzan un par de gritos (me encanta este sistema de llamar a una casa), me asomo al balcón y les bajo el gato. Ellos lo pasean, lo marean, lo cansan, y le permiten tomar un poco el sol y el viento. Al rato, según los planes que tengan para la tarde, me lo devuelven. En uno o dos días daré el gato a uno de estos niños, que ahora anda preocupado con las atenciones gatunas que habrá de proporcionarle. Ya ves Jaime, todos contentos.

Hablando de animales, puede leerse en este blog, vía Pablo, que cada día se extinguen en el planeta unas 150 especies animales a causa de la acción humana (a razón de unas 6 especies cada hora). El ritmo destructivo sólo es equiparable a la extinción que supuso el fin, entre otros, de los dinosaurios, hace ya unos cuantos millones de años. El que lea esto sin sentir un escalofrío, o sin sentir cierta repugnancia hacia la especie, o tiene un problema, o lo tengo yo.

Cada vez que paso por las inmediaciones de la Expo maldita me pregunto lo mismo: ¿cómo encuentra en la sostenibilidad, la armonía con el medio, el respeto a la naturaleza, …, sus grandes argumentos, si sólo observo bosques de ribera exterminados, cemento donde había hierba, arbolitos flacos clónicos, miles de farolas que ciegan, un río acogotado por las obras, cientos de plumas, miles de camiones, graveras a pleno rendimiento desinflando las montañas próximas, árboles importados con requerimientos hídricos imposibles (tilos…), …?. Ya se que las palabras políticas van a nada el kilo, pero hombre, algún límite en las palabras desvergonzadas, en las mentiras, en el valetodo, en…, quizá debiera haber. En todo caso, Aquí y aquí se expresan dos personas que, dada su formación, hablan con mejor criterio y conocimiento que yo sobre el entuerto.

Hace poco he volado con el Gurrión hasta la Peña Montañesa, en el Sobrarbe, la montaña y la tierra de José, el abuelo que dio nombre a este blog. Bien se agradece un pequeño aliento pirenaico.

Ctrl.+Alt+Supr. Formatearé el cerebro y reiniciaré el ánimo.