lunes, 30 de abril de 2007

ESCUCHA ABUELICA.

Hola abuela. Todo sigue marchando bien. Con dudas, como siempre será, pero bien. Hay muchas cosas bonitas en marcha. Me hubiera gustado que esperases un poco y hubieras visto el pueblo donde vivo, lo que aún tardará en llegar, o la exposición próxima sobre escuelas abandonadas en las que he tenido la fortuna de participar. No hice gran cosa, pero seguro que te hubiera hecho feliz. Y otras muchas.

Hace unos días Jaime me regaló un libro de poesía. Te escribo una que me gusta. Se titula Canción 22, y es de Rafael Alberti. No te preocupes, que yo te la leo.

Yo no sé – dímelo, viento-
si al cabo de tantos años
el canto que sopla dentro
de mi corazón, la música
de mi corazón son algo
más que tú, que eres tan sólo
viento.

¿Qué he sido, viento?
Viento quizás, solo viento.
Solo, ahora, aquí contigo,
de cara a ti –dime, viento
cansado de estas barrancas-,
¿soy lo que tú, solo viento?.

Quise ser vario, diverso,
múltiple, tener un cántico
pleno.
yo quise
tener un cántico pleno.

Pero no sé, viento solo,
perdido de estas barrancas,
si seré al fin lo que tú:
viento.
Algo que tan sólo pasa
y en nadie deja recuerdo.

Viento quizás, solo viento.

A ver si un día te puedo leer una mía. Si te parece bien, de vez en cuando, te contaré algunas cosas de lo que ocurre por aquí. No te preocupes demasiado, que tenemos cuidado con las puertas, el gas, y esas cosas. Un beso.

Por si quieren poner música a esto, suena en mi cabeza Sad Eyes de Bruce Springsteen.

sábado, 28 de abril de 2007

SUEÑO ELECTRÓNICO.


Perdón, me había quedado dormido y creía que estaba

EL PLANTADOR DE DÁTILES.

Recojo el cuento de La Tierra Tiene Fiebre, un estupendo blog para los que sufren por el rumbo elegido por el hombre. Habría que echar también un vistazo a Desde el Sekano (incluido un vídeo enlazado desde Texto Casi Diario), y a Barracuda.

En un oasis escondido entre los más lejanos paisajes del desierto se encontraba el viejo Eliahu de rodillas, al lado de unas palmeras datileras.Su vecino Hakim, el acaudalado mercader, se detuvo en el oasis para que sus camellos abrevaran y vio a Eliahu sudando mientras parecía escarbar en la arena.

-¿Qué tal, anciano? La paz sea contigo.
-Y contigo- contestó Eliahu sin dejar su tarea.

-¿Qué haces aquí, con este calor y esa pala en las manos?-

Estoy sembrando- contestó el viejo.

-¿Qué siembras aquí, Eliahu?

-Dátiles- respondió Eliahu mientras señalaba el palmar a su alrededor.

-Dátiles- repitió el recién llegado. Y cerró los ojos como quien escucha la mayor estupidez del mundo con comprensión-. El calor te ha dañado el cerebro, querido amigo. Ven, deja esa tarea y vamos a la tienda a beber una copa de licor.

-No, debo terminar la siembra. Luego si quieres, beberemos…

-Dime, amigo. ¿Cuántos años tienes?

-No sé… Sesenta, setenta, ochenta… No sé… Lo he olvidado. Pero eso, ¿que importa?

-Mira amigo. Las datileras tardan más de cincuenta años en crecer, y sólo cuando se convierten en palmeras adultas están en condiciones de dar frutos. Yo no te estoy deseando el mal, y lo sabes. Ojalá vivas hasta los ciento un años, pero tú sabes que difícilmente podrás llegar a cosechar algo de lo que hoy estás sembrando. Deja eso y ven conmigo.

-Mira, Hakim. Yo he comido los dátiles que sembró otro, otro que tampoco soñó con comer esos dátiles. Yo siembro hoy para que otros puedan comer mañana los dátiles que estoy plantando… Y aunque sólo fuera en honor de aquel desconocido, vale la pena terminar mi tarea.

-Me has dado una gran lección, Eliahu. Déjame que te pague con una bolsa de monedas esta enseñanza que hoy me has dado- y, diciendo esto, Hakim puso en la mano del viejo una bolsa de cuero.

-Te agradezco tus monedas amigo. Ya ves, a veces pasa esto: tú me pronosticabas que no llegaría a cosechar lo que sembraría. Parecía cierto, y sin embargo, fíjate, todavía no he acabado de sembrar y ya he cosechado una bolsa de monedas y la gratitud de un amigo.

Del libro de Jorge Bucay Déjame que te cuente. A su vez, de un cuento sefardí de Leo Rothen's Jewish Treasury.

UN DOLOROSO ATARDECER.

No estaré orgulloso de esta semana. No la colocaré en la lista de méritos de las próximas oposiciones. Ni siquiera la nombraré en el blog. Esta semana he sido un extraño en la escuela.

También mi cabeza ha sufrido un retorcimiento brusco y terrible. Quizá nunca logre recuperarme. De hecho, ya sueño con el momento. Lo entreno cada día, lo siento, lo saboreo, lo imagino, lo huelo, y sigo, dolorosamente, sin comprender nada.

El Galacho de Juslibol me regaló esta imagen la semana pasada. Quizá sea lo mejor que puedo ofrecer.

viernes, 20 de abril de 2007

PAGA EXTRAORDINARIA.

He abierto la ventana del salón, y me he encontrado una carta. Ya ven que bestias somos aquí: las cartas se lanzan a las ventanas, nada de buzones de correo.

La envían tres zagales de mi clase. Además de la amable inscripción, en su interior incluyen sesenta céntimos de euro, a veinte por cabeza.

Este mes pasaré menos apreturas. Del corazón, claro.

jueves, 19 de abril de 2007

LOCOS, TOMATES, SATURNO, SUEÑOS.

Puede que esté un poco atontado, que últimamente las locuras predominen sobre las normalidades, y puede que esté extrañamente satisfecho por ello. Quizá algo falle, pero precisamente son estas acciones las que me hacen acostarme sonriente, las que me hacen despertar con un poco de brillo en los ojos.

Hoy he hecho una buena recolección. Como casi siempre, he recolectado en campo ajeno, pero obtendré buenas semillas para mi propio huerto. Y, cambiando de tema, espero que este sol sea propicio para que mis tomateras y otras hierbas den buenos frutos la próxima temporada.

Ayer llamé al CRIET para decir que finalmente no acudía, que ya era bastante con visitarles hoy. En cuatro palabras Ana me convenció, y para allí marché, rumbo Montalbán. Al llegar descubrí un entorno precioso, y un Centro de Observación Astronómica que un grupo de aficionados han conseguido gracias a insistir durante diez años al ayuntamiento (hasta que llegó un político que tuvo el interés por leer el proyecto…). Pude saludar a todos los niños, que me contaron cómo había ido el día: visita a Teruel, escalada en su rocódromo, visita al Museo Provincial, comida en el campo, y observación de las estrellas en Montalbán. El que aún reniegue del milagro que significa el CRIET que levante la mano.

Allí vimos un bonito documental sobre los satélites del Sistema Solar, nos enseñaron algunas constelaciones, me explicaron la maldita paradoja que representa ver siempre la misma cara de la luna, observamos Venus, Sirio, …, y con el telescopio pude alucinar contemplando Saturno. Volvimos a ser un poco conscientes del milagro del mundo, de nuestra propia existencia. Allí estaba, con sus anillos, ajeno a nuestras tribulaciones terrícolas. Las exclamaciones de sorpresa y fascinación de los niños bien valían cualquier esfuerzo.

Para colmo de envidia, los astrónomos resultaron también aficionados a la botánica, la ornitología, la fotografía. Ya casi tengo definido mi sueño, ahora sólo falta darle forma, y obrar el milagro para que Paula participe también en él. Es imposible, pero estoy tranquilo, porque la quiero lo suficiente para solucionarlo.

Esta noche vuelvo a ver a los niños. En este caso en Alcorisa. Muchos disfrutarán de su última noche allí, antesala de su paso al instituto, por lo que suelen mezclarse la alegría y la nostalgia en buenas dosis.

Y esta noche, igual que las demás, volveré a mirar al cielo, volveré a pensar en mis sueños, y, de nuevo, intentaré que las estrellas me anticipen una pequeña pista de nuestra verdadera medida.

martes, 17 de abril de 2007

UN BESO.

Por fin la lluvia nos regala un trocico de tiempo (al final debe ser sólo eso, un trozo de nosequé) y hemos podido realizar la primera excursión campestre primaveral.

Chovas, buitres, prismáticos, cabras, olores, cuervos, cornejas, enebros, pinos, huellas, sabinas, carreras, sonrisas, fotos, alegrías, enfados, silencios, brisa, sol, entre otras cosas, componen la recolección educativa de la tarde. Una buena tarde, como las de Simeón Omella en Plasencia del Monte (en mi humilde y personal versión, claro).

Al llegar al punto más distante de la excursión sí que he impuesto una necesaria actividad: cerrar durante treinta segundos los ojos, sentados en un lugar cómodo y tranquilo, y escuchar el silencio, los cantos, la brisa, sentir su suave caricia. Un momento de no escuchar gritos y voces, ruidos, sólo al planeta que sigue, a pesar de todo, su giro eterno. No sé qué edad es la oportuna para aprender esto, pero, por si las moscas, lo intento ya.

Ayer apuraba los últimos segundos de la tarde intentando indicar las tareas para apuntar en la agenda, dando las últimas indicaciones, mareado entre docenas de papeles, …, cuando se acercó, me dio un abrazo, después un beso, dijo adiós, y se fue a casa a merendar. Qué cosas.

sábado, 14 de abril de 2007

ASUNTOS SOBRE NUESTRA ESPECIE, RACIONAL, SUPERIOR, Y CIVILIZADA.

Ayer recibí en la escuela El LIBRO de los escolares de Plasencia del Monte, la primera publicación del Museo Pedagógico de Aragón. Aproveché para contar a los niños la historia del libro, y para leer algunas de las composiciones, como la de Zacarías el Caracolero. Escucharon atentos y sorprendidos, como hará cualquier lector que se acerque al libro.

La semana pasada, nuestra propuesta semanal para la escuela consistió en la realización de una escultura. Aproveché en mi clase para explicar en qué consiste esta modalidad artística, y para proyectar algunas muestras de distintas épocas. Conocieron esculturas, griegas, romanas, renacentistas, a Botero, e incluso el increíble trabajo del hiperrealista Ron Mueck. Han realizado grandes trabajos, participando, de nuevo, muchos niños de otras clases, y quedando nuestra aula con una interesante exposición de artesanía infantil (unido a los dibujos, los libros, las muestras naturales, …, la clase está ya repleta de los frutos de todo un curso).

En lengua, como ya señalé, trabajamos en torno a la filosofía, que no es sino trabajar en torno a la vida. Es decir, no hacemos nada especial. Los primeros días los niños estaban un poco apáticos. Es un trabajo de complicada puesta en escena. Pero poco a poco hemos modelado el asunto y, creo, el velero ya navega con viento a favor. Al propiciar muchos debates, relaciones con otros compañeros, preguntas a los familiares, etc., se establecen dinámicas sugerentes para ellos. Además, hemos creado el carné de periodista filosófico, con el que ya nadie se puede negar a responder a una pregunta, o responder un escueto “no sé” o “porque sí”. Lamentablemente, el carné no es tan poderoso, y no todos dedican unos pocos minutos y pensamientos a los niños.

El miércoles acudió a la escuela Pilar Sarto, que trabaja en el equipo de orientación pedagógica de Alcañiz. Vino a tratar el asunto del maltrato y el abuso escolar. Yo no tenía demasiado interés en el tema, puesto que en los entornos en los que me muevo, y espero moverme, no lo entendía como un contenido importante. Tras escucharle, reconsideré el asunto, entendiendo que nunca está mal escuchar cosas interesantes, puesto que la reflexión que puede suscitar seguro que aporta algo positivo. Al margen de lo tratado, unas palabras me quedaron grabadas. Unas palabras obvias y evidentes, pero en las que aún no había pensado de manera adecuada: “recordad que estáis trabajando con lo más importante del mundo para los padres, sus hijos”. Una idea de la que se desprenden muchas consecuencias trascendentes.

Desde el año pasado tengo la sana costumbre de utilizar como mantel (individual) hojas de periódico. No sé si en gastronomía esto tendrá algo que ver con enriquecer la comida, pero soy duramente criticado por ello. La cuestión es que, de este modo, a fuerza de leer las pequeñas noticias en las que no se suele reparar, he encontrado algunas valiosísimas que no hubiera observado de otro modo. Anoche, mientras cenaba una buena ensalada, me encontré con unas crónicas de Gervasio Sánchez, heroico y eterno corresponsal de mil guerras, ya nombrado como leyenda por Reverte en Territorio Comanche. Gervasio tiene su huequecico para la guerra de Iraq al lado de los anuncios de perfumes, unas páginas después de las que tratan el último y furibundo enfrentamiento político causado por si dije digo o Diego, y unas pocas páginas antes de las que anuncian el terrible dolor estomacal de Ronaldiño y su no asistencia a la presentación del último peine de Loreal París. Yo me fui a la cama triste. Seguimos ajenos al dolor, a las guerras, al espanto. Seguimos viviendo en nuestro mundo color rosa donde la tristeza reside en no poder comprar algún cacharro de última tecnología, donde nos emocionamos con la pantoja, con el fútbol, donde tomamos pastillas para dormir, para intentar ser felices, y para hacer la digestión de la última y opulenta comida. Los comedores escolares siguen tirando toneladas de comida cada curso a la basura, por ley.

Me gustaría transcribirlo todo, y me gustaría que Gervasio tuviera una charla con cada uno de nosotros cada semana para acercarnos a la realidad más allá de nuestro remanso de paz y consumo. Me conformaré con unas pocas frases.

“Espero mi primer hijo. Estoy en guerra desde 1980. Desde que tengo uso de razón no conozco otra situación. Ya me he acostumbrado”. Ishan.

“La angustia me persigue las 24 horas del día y me topo con el miedo hasta cuando estoy encerrado en mi casa”. Ahmed.

“Papá, es mejor que no vayamos al parque de atracciones porque puede explotar un coche bomba”. Hussein, seis años.

“He perdido la capacidad de sentir. Es como si mi corazón se hubiese muerto hace tiempo”. Mohamed, que ya no esconde de su mujer y sus dos hijos sus continuos lloros.

“El día de la gran explosión (a la salida de clase), vi cadáveres, cuerpos descuartizados, brazos cortados, imágenes que nunca podré olvidar”. Fadi, once años.

También nombra los aplausos a Clinton en Cartagena de Indias; aplausos que no llegaron a sonar en Bagdad. Y que la tasa de deserción escolar en Iraq afecta la 75% de los niños.

En la página siguiente, en unos catorce centímetros cuadrados, somos informados que “cientos de inmigrantes de Somalia y Etiopía que viajaban en un barco de traficantes fueron obligados a saltar al mar frente a las costas de Yemen”. Tal cual. Treinta muertos y cien desaparecidos.

Buen provecho.

miércoles, 11 de abril de 2007

PRÓLOGOS LUMINOSOS. EL MENÚ YA ESTÁ SERVIDO.

“En Aragón, Comunidad Autónoma en la que abundan los desiertos y estepas, los secanos áridos sedientos de agua, los árboles son un tesoro.

Cada vez que muere un árbol a causa de las epidemias ambientales o los cambios climáticos, o se queman los bosques por causas naturales o provocadas, o simplemente se talan por intereses económicos o caprichos particulares, es como si robaran algo valioso, como si rescataran un poco del pulmón de una tierra que, en muchas zonas, será ya incapaz de renacer”.

Esto es parte del prólogo del libro Árboles de Aragón (Guía de árboles monumentales y singulares de Aragón), y lo firma Ibercaja. Está claro, vivimos en el tiempo donde las palabras no valen nada, carecen de cualquier evidencia de honestidad, y apenas tiene importancia expresar algo temerario, falso, o descaradamente vergonzoso (y digo esto sin apenas pensar en políticos). En esas pocas líneas demuestran nulo interés en la documentación para hacer un prólogo adecuado técnicamente (terrible equiparar en un libro técnico la estepa con el desierto, contraponiéndolo a lo bello, a la vida representada por los árboles), se marcan la última frase con el verbo rescatar (o la RAE está desfasada, o no se comprende el dislate; ¿secuestrar?), y el clímax, la esencia del cinismo, lo de “o simplemente se talan por intereses económicos”. Ya me explicarán cómo quien promueve precisamente esas talas por intereses económicos tiene el atrevimiento de expresarse de tal modo. El prólogo continúa por similar camino, provocando exclamaciones atónitas cada dos líneas. Mala manera de empezar un libro; no se dejen prologar por Ibercaja.

Nos hemos vuelto a mirar. Todos estábamos un poco despistados, con el cerebro aún sin engrasar, los dedos un poco torpes, los oídos desentrenados. Con unos cuantos chistes, tres o cuatro olvidos, dos enfados, diez o doce sonrisas, bastantes peripecias y aventuras de campamentos silvestres, ríos y flores en el zurrón de los recuerdos, nos hemos colocado en disposición de abordar un trimestre que promete grandes cosas: luna, flores, filosofía, bicis, carreras por el pueblo, buitres, el Salt del Matarraña, herbario, paseos campestres, abuelos que cuentan historias, Brookei, microscopios, y tres o cuatro cosas más. Si el menú es de su agrado, ya saben donde estamos.

lunes, 9 de abril de 2007

DONDE EL VIENTO QUIERA.

viernes, 6 de abril de 2007

SOBRE MILAGROS Y ANGUSTIAS EXISTENCIALES.

Ya sé el nombre de mi enfermedad: angustia existencial. Me lo ha diagnosticado Sartre, ese gran hombre que tengo pendiente leer desde hace ya demasiado tiempo. Lo que no acierto a entender es el mecanismo de las personas para no sufrir este terrible mal.

"Mire a su alrededor: la Naturaleza demanda nuestra atención. Nos ruega que la exploremos, que la cuestionemos. La gente dice: debe haber más que este mundo, más que esta vida. ¿Cuánto más quiere usted?. Vamos a morir, y por eso tenemos suerte: la mayoría de la gente nunca va a morir porque nunca va a nacer. El número de eventos que tienen que suceder para que usted y yo podamos estar aquí es grotescamente grande. Y puesto que tenemos ese privilegio, debemos sacar el mayor partido de este mundo maravilloso que tenemos delante". Esto lo dice Richard Dawkins, eminente investigador, biólogo evolutivo y profesor de Oxford (el Espejismo de Dios, 2007).

Quizá deba hallar mínimo consuelo en que esta idea ronde por mi cabeza desde hace tiempo, pero no, al revés. Que todo sea tan desconcertante, casual, incierto, inexplicable, es una causa imperativa para buscar la felicidad y apurar el asunto hasta el último sorbo, el último aliento, pero esa misma casualidad, desconcierto, ..., son en sí mismas el motivo del dolor.

La búsqueda continúa, ya desesperada.

jueves, 5 de abril de 2007

RUMBO DESCONOCIDO, ALGUNAS TORMENTAS, …, NAVEGANDO SIN NOVEDAD.

Me despedí del pueblo, sin ganas y en contra de mi voluntad, el domingo por la noche. Lo hice rodeado de veinte niños que nos ayudaban a buscar las extraviadas llaves de casa. Entre mis acompañantes había sorpresa por la improvisada muchedumbre que nos esperaba en la calle, nos rodeaba, y despedía. Los niños siguen siendo las personas con las que mejor me comunico, y el principal motivo de las alegrías de cada día.

Participé este verano en algunas actividades de la página de Escuela de Escritores, una bonita iniciativa por la que merece la pena dar un paseo. Periódicamente ponen en marcha programas como el actual, consistente en la labor de apadrinamiento de palabras, ya realizada por ROLDE hace un tiempo (enronar es la mía, utilícenla), y tratada por Jaime hace pocos días. La idea es la de siempre: salvar del olvido un buen puñado de palabras, de modo que nuestro mundo no se estreche progresivamente al perderse los conceptos que designan a los habitantes de nuestro pensamiento. El año pasado pidieron colaboración para elegir la palabra más bonita del castellano, resultando ganadora “amor”. Prefiero otras: libélula, horizonte, estrella, amapola, atardecer, ocaso, caricia, suspiro, maestro, …; ¿alguien ofrece la suya?.

Ayer tomé la dosis. Me dejó más relajado, pero pronto comencé a necesitarla de nuevo. En la revista de siempre, página dieciocho, Antonio Muñoz Molina cada día me gusta más. Entre lo bien que lo hace y que casi siempre escribe sobre lo que quiero oír (leer en este caso), cada artículo mensual es una alegría, o un consuelo. Este mes los ingredientes tienen que ver con los campos de golf, las urbanizaciones maravillosas, la razón humana, actuaciones en Níger, …; pueden hacerse ligera idea del resultado. También un curioso capítulo central dedicado a las relaciones entre ciencia y religión. Aunque no es momento, estando en pleno éxtasis procesionario.

Respecto a la escuela, la semana pasada unas madres, siempre madres, me dijeron que hace bastantes años en Peñarroya hubo unos maestros que gestionaron con gran esfuerzo y dedicación una biblioteca escolar. Compraron, ordenaron, cuidaron los libros, y dieron su tiempo para promover esta iniciativa. Al marchar estos maestros la actividad bibliotecaria murió. Varias personas hablaban con cariño de estos maestros. Desconozco el esfuerzo necesario para impulsar algo así, desconozco las colaboraciones e ilusiones compartidas necesarias, los posibles obstáculos. Espero algún día conocerlo de primera mano.

martes, 3 de abril de 2007

LÁGRIMAS QUE EL TÉ VERDE RECUPERA. LABORES ESCOLARES. MUSEO PEDAGÓGICO DE ARAGÓN.

Mientras escribo, huelo el jabón para manos con aroma de té verde. Y cada vez que lo hago confundo las teclas y he de apañar el desorden mental que se crea. Miles de imágenes y sentimientos acuden a la memoria con esta fragancia, que se convirtió en la triste antesala de una avalancha de desastres.

Creo que ya he nombrado varias veces unos estupendos libros que el año pasado nos recomendó Alfredo Larraz: ¿Qué es el Bien y el Mal?, ¿Qué es la Vida?, ¿Qué son los sentimientos?. Forman parte de una colección centrada en la iniciación a la filosofía para niños, y están realizados a partir de un trabajo en una escuela (¿rural?) francesa. Ya hice algunas cosas con ellos el año pasado, e incluso envié uno a una niña que mostraba sorprendentes inquietudes vitales. Estos días intentaré dar forma a algunas ideas para poder trabajar durante el trimestre en torno a este asunto. Principalmente he de considerar cómo lo presento, qué dinámica de trabajo seguiremos, de modo que se ajuste a las posibilidades e intereses de los jóvenes alumnos.

También trabajo en el asunto de las plantas. En este caso es sencillo, ya que sólo he de aprender y recordar algunos conocimientos, y mostrar a los niños los milagros y maravillas que encierran, de igual modo que los demás, estos fascinantes seres vivos. Bueno, y desenfadar a Paula porque tengo la casa llena de cacharros que he comprado para la causa: cincuenta kilos de tierra estándar, quince kilos de sustrato especial para cactus, varias macetas con distintos experimentos en marcha, algunos cactus, hojas secando bajo pesadas columnas de libros; además, tenemos invitadas a clase a algunas personas que nos ayudarán en algunos momentos, y esperamos poder realizar buena parte de las clases en el monte, al lado de los árboles que debemos conocer y apreciar.

Y claro, también la pobre educación física, maltratada este año. En primer lugar, por las medidas que llegarán desde la nueva ley de educación, que supondrán su mutilación. En segundo lugar, por mis desastrosas clases. Hace unos días Quico (ya puede denominarse oficialmente Quico el Añorado) me envió la parte de trabajo que la sección Pirenaica de Pintacoda había realizado en torno al atletismo, el tema de trabajo de este curso. Automáticamente me sonrojé y me avergoncé de estar este año tan lejos de mis compañeros en cuanto a calidad del trabajo se refiere. Me pareció indigno recibir semejante muestra de implicación, esfuerzo, y compromiso, aunque, a la vez, sentí el privilegio de poder aprender de su trabajo. Este trimestre debe ser mejor. Gimnasia rítmica (el asunto de estudio de Pintacoda el curso pasado, y una preciosa experiencia con mis alumnos ansotanos), orientación, y bicicleta, son buenos argumentos para enderezar el rumbo.

El Museo Pedagógico de Aragón ya ha presentado su primera publicación: el Libro de los Escolares de Plasencia del Monte, en edición facsímil. Hay muchas personas felices con este libro. Incluso hay alumnos de primaria que ya tienen opinión formada sobre su lectura. El libro que Simeón Omella ya soñó hace setenta años, y que muchos aún intentamos dar forma hoy. El libro de sus alumnos, sus preocupaciones y sus pensamientos. En Palabras Sencillas agradecemos el trabajo a las personas que han invertido su esfuerzo e ilusión en esta obra (un poco más de luz para los que tan oscuro miramos) y les felicitamos por el resultado.

Esperamos ansiosos la segunda publicación.