martes, 20 de junio de 2006

Los detalles, un roce, una entonación, una mala palabra, un estado de ánimo, una curva. El equilibrio entre lo estable y lo incierto.

Me doy cuenta que Jaime ya dijo hace unos días que había comenzado a despedirse de grupos. Pienso, de nuevo, en la suerte que tengo de ver a todos mis alumnos hasta el último minuto de clase del curso; incluso ya han avisado casi todos que vendrán los días siguientes a jugar a ping-pong, a leer, o simplemente a dar un poco de mal.

Cuando comenzamos con el Blog partíamos con la idea de intentar dejar patentes las diferencias que pudieran existir entre su escuela y la mía. Lo decíamos con total inocencia, la de aquellos que no saben qué se van a encontrar en el camino. Pero creo que finalmente ha quedado muy definida la diferencia entre ambos centros, y en niveles tan diversos como organización y gestión, trato entre compañeros, relación con los alumnos, posibilidades de acción del profesor, etc.

Para este final de curso tenía preparada una sorpresa para mis alumnos. Había preparado una especie de regalo para cada uno, pero por un fallo técnico probablemente no lo pueda entregar. Habían sido varias noches preparándolo y, sobre todo, una gran ilusión en dárselo. Estoy intentando solucionarlo, pero pinta mal el asunto. Si hay cerca algún técnico en fotografía, o alguien tiene un amigo...

También hay otra cosa curiosa estos días: durante el curso he vivido y aprendido tantas cosas nuevas que estoy ahora intentando hacerme con todas ellas, bien sean materiales o ideas, porque sentiría mucho no poder apoyarme en ellas para poder hacerlo un poco mejor en próximos cursos. Son libros que han marcado momentos magníficos, temas que han generado buenos trabajos, actividades de lengua regaladas por Mariano Coronas, o de Educación Física aportadas por mis compañeros Quico, Ibón, Nuria o Mari, cosas que los alumnos, queriendo o sin querer, me han mostrado, etc; espero poder echar todo al baúl.

Tras las sucesivas fases de incredulidad, enfado, resignación, ..., ahora comienzo a sentir cierta curiosidad e interés en mis alumnos de curso próximo. Incluso a veces me sorprendo imaginando ya algunas caras y algunas situaciones.