miércoles, 16 de abril de 2014

TSUNAMIS Y OTRAS CATÁSTROFES.


Muchas semanas después de la última entrada, vuelvo a teclear por estos lugares virtuales y extraños, o extraños por virtuales.

En este tiempo ha ocurrido una buena cantidad de cosas muy especiales. Asuntos que pasan una o dos veces en la vida se han concentrado en un período muy corto y han provocado un efecto similar al de un tsunami que sucediera en el cerebro, en las emociones y en las pocas certezas con las que me mantenía vivo. Todo está tirado ahora. Las actividades que me han mantenido activo en los últimos años: ejercicio, leer, escribir, subir montañas... son justamente las que no deseo realizar, por lo que el desconcierto es mayor.

Una de las lecciones más interesantes tiene que ver con el poder de las emociones. Unos entes de naturaleza indescifrable, especialmente si no eres neuroquímico, que son capaces de hacerte olvidar la necesidad de comer, de dormir, e incluso de mantener el trabajo. Respecto a este último, se han sucedido las anécdotas terribles propias de un lugar y de un tiempo donde reina la sinrazón educativa, donde lo último a considerar son los niños, pero no me ha importado especialmente. Incluso vivo una relación dura y difícilmente comprensible con un cargo directivo de mi centro, pero igualmente poco me ha afectado. Las emociones son capaces de establecer un velo mágico alrededor del cuerpo en el que chocan y se resbalan algunos problemas que en otro momento hubieran provocado honda amargura.

Colecciono otro destino más en mi colección de escuelas en las que he trabajado, pero esto será materia de otro escrito y de un buen puñado de sentimientos de complicada gestión.

Retomamos, al menos, la escritura.