lunes, 19 de febrero de 2007

SIN MUCHO QUE DECIR.

Había quedado con Jaime en escribir sobre la Educación Física, sobre el nuevo currículo aragonés y el perjuicio, la herida mortal, que supone para nuestra especialidad. Pero no tengo fuerzas. ¿Qué puedo decir?. Siento que las decisiones no se toman en base a ningún criterio racional ni razonable, sino que son fruto de pensamientos de vaivén, de política, de medida populares. ¿Para qué, entonces, intentar razonar algún argumento?.

En Fraga pude conocer hace poco, de primera mano, el modo en que el borrador de currículo aragonés de Educación Física se tiraba a la basura porque unos cuantos visionarios e ideólogos de la educación de no sé qué dirección general o departamento del Ministerio español correspondiente observaron tintes demasiado regionalistas.

Ese borrador era fruto del trabajo de toda una vida de una persona que es la primera referencia en cuanto a ilusión, trabajo, esfuerzo, brillantez, en Educación Física y en Educación. Ese borrador suponía un cambio radical en la concepción del currículo, y, por fin, establecía unos criterios de clasificación claros, suponía un punto de partida real, coherente, concienzudamente pensado, para lo que se haría después en la escuela. Paco Lagardera dijo allí: “pensad qué queréis conseguir en ese niño cuando planteáis esa actividad; ¿qué intención perseguís?; ¿por qué de esta manera y no de otra?”. En definitiva, ese embrión de currículo nos situaba ante la posibilidad de responder coherentemente, desde el soporte teórico que supone, a esta dimensión reflexiva que debe acompañar a nuestra labor en la escuela.

Su responsable, conocedor de la noticia hacía pocos días, estaba desolado. Y todos debiéramos estarlo. Muchas comunidades autónomas le requerían para colaborar en la redacción de sus currículos, nuestro modelo era copiado en toda España, y aquí se tiraba a la papelera. En su lugar, se aceptaba otra opción que no hacía sino continuar con el inútil modelo anterior (conservo la incomprensión desde primero de magisterio), y se relegaba la función de la Educación Física a un papel ridículo, de desarrollo de valores y estas cosas de moda actualmente.

Ahora que estamos aprendiendo a ser maestros, Jaime, veo que las asignaturas dependen del escándalo social, de los votos, de si el político ha dormido esa noche bien o mal. Si hay problemas sociales, pues asignatura de educación cívica que te casco. No pensemos en el origen real y primario del asunto, pongamos este parche, que los medios de comunicación busquen otra carroña, y las masas se contengan. Que la religión…, pues opción de hacer, de no hacer, o de marchar a casa a dormir. Que cambia el gobierno, pues espera, que te hago una ley orgánica nueva. Que el Heraldo publica la falta de villancicos, pues a cantar hasta el apuntador.

No Jaime, no puedo hablar del asunto, porque creo que ya he comprendido que para muchos la escuela no es nada especial, que no requiere cierto mimo y cariño, que puede cimbrearse según soplen, sin mayor miramiento, unos u otros. A mí ya casi me da igual. Yo sacaré a los niños al patio cuando me parezca oportuno, programaré cada curso la Educación física según el borrador de currículo que debiera estar aprobado, y cuando me toque impartir la asignatura de educación cívica, dedicaré la hora a leer, a escribir, a pasear por el campo o a contar chistes.

Y por otra parte, hace un par de años en la escuela de idiomas nos propusieron una actividad consistente en charlar por parejas sobre educación. Mi conversación se resume así: “What do you think about physical education?; I think that physical education is a loss of time”. Algo falla cuando gran parte de la comunidad educativa, desde padres a maestros, consideran que la Educación Física es una pérdida de tiempo.

¿Alguien cree que el aumentar la carga semanal de asignaturas como lengua o matemáticas, en detrimento de otras como conocimiento del medio o educación física, se habrá originado en un estudio crítico de la situación, en una reflexión sobre el concepto de escuela que queremos, en qué tipo de niños se pretende formar?. Yo estoy casi seguro que no.

Cambiando de tema. Ahora ARAMON se da cuenta que los estudios prevén el cierre de las estaciones por debajo de la cota de los 2000 metros. Y toman diferentes posturas. En primer lugar, hay algunas estaciones que dice no estar preocupadas porque los dramáticos efectos son para dentro de muchos años. Olé. Sigamos ordeñando la cabra, que cuando esté seca ya no estaremos por aquí. Y lo dicen con toda su caradura. Y lo escuchamos con toda nuestra pasividad. Otras estaciones prefieren confiar en la nieve artificial. No importa la alteración del ciclo natural del agua, ni las opiniones de los biólogos. No importa. Y hay otros, directamente incompetentes e irresponsables, como el director de la estación de Candanchú, que se ríe de los informes de los científicos de todo el mundo, que dedican cada día más rigor y seriedad que el que él invertirá en toda su vida, afirmando que no pasa nada, que no será para tanto. “Lo que hay que hacer es seguir, y si hay problemas ya los solucionaremos”; eso dice el Eduardo Roldán. Seguro que votaría a Bush. Me quedo muy tranquilo.

En el blog de Pepe Cerdá, pintor, se pueden leer cosas muy interesantes siempre. Hay un artículo que trata la diferencia entre el Pirineo a un lado y a otro de la frontera.

He dedicado la mañana a revisar archivadores viejos, donde guardo los apuntes de la carrera, temas de las oposiciones, etc. Aparte de sorprenderme, como siempre, de cosas que ni recordaba, he constatado la hipótesis que relaciona la calidad docente con el tiempo que guardas sus apuntes. Algunos los tiraba conforme el profesor me los daba. Otros duraron hasta final de curso. Los menos resistieron hasta las primeras revisiones. Y hay tres o cuatro que no soy incapaz de tirar. Sé que no los utilizaré ya nunca más, pero recuerdo a los profesores que me los dieron, recuerdo algunas clases, comprendo que su huella ya no está en esas hojas, sino en mi cabeza, en mi comportamiento, vuelvo a meter las hojas en las fundas y las guardo, de nuevo, en el armario.

Sigue quedando lo del tractor, o lo de la cueva. Cada vez más cerca.