jueves, 28 de septiembre de 2006

DESPIERTA Y LEE.

Tomo prestado el título del libro de Fernando Savater. Y lo utilizo porque espero que sea una voz que resuene mucho tiempo en mi cabeza. También en la mis alumnos.

Debiera contar cosas sobre la escuela, sobre cómo hoy hubiera dado una patada en el culo a algún niño exaltado, y de las Jornadas de Educación Física de Fraga que comienzan mañana. No puede ser. Mi cabeza está ahora en otro sitio.

El trabajo ya estaba hecho, mi rodilla sigue maltrecha, así que la tarde invitaba a la lectura. He continuado con El Convoy de los 927.

Hace unas semanas preparé unas fichitas para incluir en cada libro leído con el fin de rescatar esas ideas que sorprenden y emocionan, de guardarlas y mantenerlas a la vista. Esta tarde he agotado la ficha de este libro. Cada página ha sido un sobresalto, un lamento, un suspiro, y, ante todo, una gigantesca pregunta, un por qué.

No sé qué decir. Ha habido páginas que han invitado a asomarse y saltar a alguna que otra lágrima. Varias escenas y momentos cuya sola evocación me producía un torbellino, o tormento, en la cabeza. Viajes a ninguna parte; familias separadas que ven alejarse al otro para siempre, hacia la muerte; tratos infames; muertes lentas; agonías; sufrimiento cruel y despiadado; diez años peleando con unos y huyendo de otros, sufriendo a cada uno; fascismos de todo tipo; hambre, sed, enfermedad, miseria; miedo, mucho miedo.

Sólo puedo añadir que desde mi humilde posición y condición invito a cada persona a que lo lea. Quizá por los testimonios en primera persona, quizá simplemente por los crudos hechos, o tal vez por mi falta de experiencia en la vida y por la fascinación que ejercen esos acontecimientos tan cercanos en el tiempo, la cuestión es que el libro no supone un rato de esos que invitan a pensar y a decir ay qué pena, sino que directamente sitúa al lector ante algo que provoca un desbarajuste en la cabeza, que reordena algunas escalas morales y prioridades, y presenta, tal cual, lo más ruin, miserable, y despiadado que conozco sobre el ser humano.

Juzguen ustedes.

martes, 26 de septiembre de 2006

MONTAÑAS E INMIGRANTES DESGRACIADOS.

En la página de la Plataforma en Defensa de las Montañas de Aragón leo esta opinión: “Soy ganadero de montaña, uno de los que no somos "la totalidad de ganaderos en contra del oso", como comentan los que dicen representarnos en la absurda "Mesa del Oso". En mi valle hay oso y yo estoy orgulloso de ello (…). Escribo estas líneas porque lo del otro día colmó el vaso de la ignorancia. Una osa y su osezno han sido vistos por Castanesa y Montanuy. Y leo con estupor el titular: “El ganado y el oso son incompatibles”. Lo he oído muchas veces, pero lo que diga gente dispuesta a que destrocen su precioso valle, ampliando Cerler, y construyendo todo lo que se pueda... es una pena. Eso sí que es incompatible con la ganadería. Pero, por lo visto, les da igual. Pueden estar tranquilos con el oso porque, por desgracia, nunca podrá vivir allí”.

Respecto a la inmigración, ayer me quedé con las ganas de comentar la posición suiza; no lo hice porque el artículo ya era demasiado largo. En referéndum, los suizos han aprobado unas nuevas leyes relacionadas con la inmigración. Seré breve. La ONU la considera “racista y xenófoba”, y, además, la ley limita la inmigración de ciudadanos extracomunitarios a personas altamente cualificadas y que demuestren que su actividad “servirá a los intereses económicos de Suiza”. Considero inconcebible señalar de forma tan manifiesta estas dos categorías de inmigrantes, y prohibir, tal cual, la entrada al grupo de los desgraciados.

Se agrava ese sentimiento que tuve el año pasado de ser el protagonista de ese número de circo consistente en mantener girando simultáneamente varios platillos sobre unas picas, o palos. Con criaturas tan pequeñas, mi labor en período lectivo se resume en girar un platillo con suficiente fuerza para que dure un buen rato, y, corriendo, volver a girar los otros platillos que están a punto de pararse. La cuestión es que estos platillos duran muy poco tiempo girando, comparados con los más mayores del año pasado, y, de momento, algunas clases están acabando con tales platillos todos rotos por el suelo.

Las actividades duran mucho menos de lo que tengo previsto a priori, y a ello se suma que los ritmos y grado de comprensión de los alumnos son extremadamente diferentes. Esto implica que me resulta muy complicado atender lo que cada alumno demanda en cada momento, plantear tareas apropiadas, ajustarme a sus niveles de atención, etc.

El jueves acudo a Fraga a las Jornadas provinciales de educación física. Tengo una gran ilusión de reencontrarme con compañeros del año pasado, y disfrutar un par de días de ese placer consistente en escuchar a otros en vez de hablar y hablar uno mismo sin parar.

lunes, 25 de septiembre de 2006

LA VIDA EN LA CARRETERA… O EN EL MAR.

El año pasado llegaba sin darme cuenta hasta Huesca, y a partir de Ayerbe, especialmente en la Foz de Biniés, circulaba muy despacio, esperando la salida de un corzo, un jabalí, una gineta, una marta, un tejón, un erizo, o cualquier bicho. Disfrutaba el trayecto.

Ahora ya sé que debo estar dos años sorteando los peligros de la carretera de Castellón. De los camiones que van y vienen, y, sobre todo, de los abundantes coches que el domingo vuelven a la capital después de haber salido el viernes apresuradamente para dejar parte de su estrés en la playa o el pueblo. Estos suelen volver ya nerviosos, fastidiados por las prisas y la semana de trabajo que comienza, por lo que la vida de los demás conductores con los que comparten vía pierde, en ocasiones, parte de su importancia (hordas bárbaras del interior, que decía Koldo).

Cuando uno hace el concurso de traslados, además de su trabajo, su siguiente lugar para vivir, etc., también pone en juego su vida. Y es que en esa carretera que tantas veces recorrerás en todos los sentidos posibles deberás ser afortunado cada día, y que no resulte que tu coche esté donde no debe en el instante inoportuno. Cada fin de semana, diez o doce personas en vilo, pendientes del “he llegado ya, un beso y hasta mañana, que duermas bien”.

El viernes hicimos una clase bien maja. Bajaron los mayores de quinto y sexto y repasamos muchas cosas del cuerpo humano, comparando lo que conocíamos de libros y láminas con los órganos de animales que pudimos traer a clase. Comprobando que sí, que parece que algunas de las cosas que cuentan los profesores ocurren realmente.

Lo más bonito de hoy se refiere a la contraseña poética. Hemos elegido una de Bécquer y todos se partían de risa y se apresuraban a aprenderla al darse cuenta que era una poesía de amor, bien aprovechable para una posible novia, o para alegrar la comida a una madre o un padre. Hemos quedado en eso, en que, sólo los más atrevidos, la recitarán a mitad de comida para comprobar qué efecto de sorpresa genera en la familia.

Leo en “El Convoy de los 927” cosas de pura ciencia ficción. Es la historia de muchos españoles refugiados en Francia tras el avance y éxito del bando nacional en la guerra civil, y de cómo muchos de ellos acaban siendo maltratados, tratados como delincuentes o esclavos, y son deportados al campo de concentración de Mathausen, donde casi todos acaban sus días.

No acabo de creer. En España gente con bigote y puro elucubra sobre la ley más oportuna anti-inmigrantes negros y moros, sucios y pobres. La oposición también aporta su sesudo argumento: ley demasiado blanda. Hace falta más alambrada, con más pinchos. Mientras, a los sucios y pobres negros y moros todo les importa un carajo. Les da igual morir en el mar, porque la otra opción consiste en morir en su tierra y ver morir a toda su gente. Así que si me cogen, ya lo volveré a intentar. Y mientras, los del puro se vuelven a reunir, esta vez en Bruselas, todos juntos, y siguen reflexionando sobre el sexo de los ángeles.

Los testimonios de los republicanos, anarquistas, comunistas,…, españoles refugiados en Francia son terriblemente aplicables a nuestros días. Tal repetición de la jugada parece una broma, tan cerca en el tiempo, con distintos protagonistas. Los testimonios españoles narran su lucha por vivir, el desprecio del país de acogida, las terribles condiciones en los campos de refugiados, la humillación continua cada día. Y hoy todo es igual. Sólo que ahora nuestro país es el que prepara leyes que le protejan de los inmigrantes indeseables (personas de tercera división), y nosotros somos los que miramos para otro lado, refugiados en nuestro feliz día a día, sintiéndonos, en el mejor de los casos, unos filántropos al ver que un empresario permite a esos desgraciados recoger su fruta por cuatro pesetas durante 14 horas al día.

La pena que me da esto ya es suficiente. Creo que lo de Aznar y el perdón que le deben los musulmanes por invadir su España lo dejaremos para otro rato.

(foto de David Alfaro Sequeiros en http://marx.org/subject/art/visual_arts/painting/exhibits/muralists.htm)

jueves, 21 de septiembre de 2006

OJALÁ SUPIERA CÓMO TITULAR ESTO. VARIEDADES, QUIZÁ.

Creo que hace ya casi un año que comenzamos a escribir el blog.

En este tiempo, aún hay ocasiones en las que dudo si algún tipo de idea es propia o no de este lugar.

Me sorprende que alguien lea todas estas desbarajustadas palabras que se van amontonando, y siento cierta vergüenza, que supongo tendrá que ver con el pudor de mostrar los interiores del cerebro.

El objeto inicial se refería a nuestro día a día escolar, a sus inquilinos, a nuestros problemas y avatares. Pero ahora siento que este día a día es tan desconcertante que ya no sé si estoy hablando de la escuela, de mí, o de nada.

Al margen de sentimentalismos, me parece muy curioso pensar que mi estado de ánimo el año pasado era totalmente distinto al de este año. Pienso en las razones. No sé si tiene que ver con la escuela, simplemente con el paso del tiempo, únicamente con mi cabeza,…; realmente lo desconozco. Lo que sí sé es que afecta a mi manera de dar las clases, e intento evitarlo por todos los medios.

En clase, me veo incapaz e inútil con un niño que necesita una atención exclusiva que únicamente llega en forma de ocho horas semanales con la maestra de educación especial. Veo que cada mañana únicamente he podido atenderle unos cuantos minutos, y sus potenciales progresos se evaporan cada día. El resto de niños aún no tienen la madurez y autonomía suficiente para trabajar solos un pequeño rato y permitirme así atender preferentemente a su compañero.

Hoy he vuelto a oír eso de “deben escuchar a los de abajo”, a cuento de la ley de educación de Aragón que se está tramitando. Supongo que la expresión tiene su lógica, pero odio semejante construcción. Esa especie de entramado social tipo esclavos egipcios moviendo piedras o colonia de hormigas recogiendo comida del suelo que evoco al oírla y que me produce mala gana.

He pasado la tarde intentando organizar las asignaturas para el curso. Retomo actividades del año pasado, copio propuestas (los niños ya recitan esta semana su primera contraseña poética, y tengo en mente algo relacionado con la lectura y los padres…), surgen posibilidades por todas partes (mañana me guardan en la carnicería corazones y pulmones de vaca, riñones, hígado, e intestinos variados; espero la participación en la clase de personas para temas de fauna, flora, tradición, universo,…). En educación física ya espero ansioso poder retomar algunas cosas tan bonitas y productivas como las aprendidas el año pasado con mis compañeros. Ya tengo mil carpetas creadas, mil quinientos archivos variados, directorios con una profundidad de esas que atascan el ordenador.

El consuelo de poder refugiarme en la parte más personal de mi trabajo, en su dimensión creativa e íntima, es lo que me va suministrando mis dosis de felicidad.

martes, 19 de septiembre de 2006

ESTO QUE VAN UN ESPAÑOL, UN INGLÉS Y UN FRANCÉS …

No siempre voy a ser serio, pesimista, alarmista, agorero, como critica mi compadre Jaime. Hay ratos en los que un chistecillo no hace mal, ni siquiera a un alma negra como la mía.

Ayer oí a uno de esos tipos encorbatados capaces de hablar desde energía nuclear a protozoos abisales, pasando por economía, fauna, y, por supuesto, enseñanza. Hablaba de la moda de los abusos en la escuela. Uno de cada cuatro niños son acosados, dicen. La peor etapa, tercero de primaria, afirman. El mozo este, en un arrebato de genialidad, indicó que hay que dirigir las miradas hacia los maestros, que alientan muchas veces la creación de la figura del alumno débil, flojo, tonto. Vamos, la diana perfecta para los matones.

No siento demasiado de eso que llaman sentimiento corporativo. Realmente pienso que casi todos los males del maestro actual (consideración y reconocimiento social, etc.) tienen su origen en nosotros mismos, que desde nuestra formación hasta nuestra implicación profesional tenemos demasiadas cosas que mejorar. Y dicho esto, asumo y acepto todo lo que tenga que ver con calificativos de incompetencia, pero de allí a consentir que se considere al maestro el origen de una situación tan fea, que puede ser incluso constitutiva de delito, o que depara casos tan graves como los que suelen aparecer de vez en cuando, hay cierto trecho.

En todo caso, esta sociedad estúpida, cuya mirada y pensamiento únicamente son guiadas por los programas de moda en la televisión, podría preguntarse qué motiva que los problemas de comportamiento en la escuela, fiel reflejo de la sociedad, aumenten en número y gravedad con gran velocidad. Qué motiva que la juventud que más recursos tiene en España desde hace 5.000 años sea una juventud adormecida, violenta, y alcoholizada. Quizá podrían encontrarse razones un pelo más profundas que las que atribuyen gran culpa al, ya de por si, desgraciado maestro.

Después de tanta risa, ahora uno de concejales. Esto van unos cuantos concejales de un pueblecito del Pirineo y se apuntan a clases de urbanismo en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo. Me imagino las asignaturas, y las preguntas del examen final (¿cuál cree que es la manera más rápida de arrasar un pueblo con gran riqueza natural sacando todo el dinero posible?, …). Cada cual que estudie lo que le parezca oportuno, pero preferiría una noticia que comentase que se apuntan a clases de filosofía, o de historia, o algo similar, indicando que lo hacen en su eterno afán de servir a sus ciudadanos con acierto, ética, y justicia.

Y acabamos con humor local: “el mayor proyecto de la Comunidad es la Educación” (Marcelino Iglesia, presidente del Gobierno de Aragón, hoy mismo). Si la educación supone un proyecto de mayor calado e importancia que los cientos de grúas que se agolpan en torno a Zaragoza en víspera de la Expo, mayor que las decenas de proyectos de urbanizaciones en zonas naturales, mayor que las ampliaciones de pistas de esquí como Cerler, mayor que los indicadores económicos que rigen la vida política, pues olé. No puedo decir otra cosa. Sólo esperar a que empiecen a llegar recursos, ayudas, materiales, a las escuelas. Por ejemplo, para no tener que estar, como ahora, esperando 30 minutos a que se imprimar 4 hojas con pésima calidad en la única impresora del centro.

viernes, 15 de septiembre de 2006

VIAJEROS, Y OTRAS COSAS.

Ayer cuando salía de la escuela me encontré con un tipo en la plaza comiéndose un bocadillo de una par de kilos. A su vez, llevaba una bici que rondaría los cuarenta o cuarenta y cinco. Barba, cierta carencia de higiene, …, no cabía duda: había que hablar con él.

Era de Cullera, había estado en Irlanda un año, y desde allí emprendió viaje a Rusia y Mongolia, recorrida en su bici durante tres meses. A la vuelta, en Milán, como vio que tampoco había tanto, volvió a coger la bici para volver. Y en esas estaba cuando le encontré.

Amenazaba lluvia y hacía frío, así que le invité a comer a cambio de que me contara unas cuantas historias. Por supuesto, el mensaje es el mismo de siempre: creemos que vivimos en un mundo de valores y verdades absolutas, y al salir comprendes lo tontos y egocéntricos que podemos ser: conceptos de vida totalmente diferentes. Lugares donde la vida no consiste en acumular objetos y posesiones. Personas que viven inviernos a cuarenta bajo cero, no tienen luz, agua a kilómetros de distancia, casa construida por toda la familia como puede …y son felices.

A la tarde le acompañé un rato en su ruta. En la cima de Torremiró, como se le hacía tarde, bajó y comenzó a montar su tienda y su hornillo. En medio de una tormenta. Su rutina de los últimos meses. Allí lo dejé.

En la escuela intento adaptarme a los zagales de seis y siete años. A su nivel de comprensión, a su ritmo de trabajo, a su necesidad de mear cada siete minutos. De cualquier modo, hoy he conocido al grupo de tercero y cuarto y he encontrado consuelo al poder mantener una comunicación más fluida y más natural.

Una norma de este centro consiste en que todos los maestros deben salir al recreo a vigilar, o a lo que sea. Esto responde a una especie de norma emitida por un inspector a algo así, y que tiene que ver con las responsabilidades en caso de accidente de algún alumno. He consultado la posibilidad de hacer turnos o algo similar, para poder aprovechar ese tiempo en múltiples tareas: programar, hacer alguna tarea con algún niño en clase, estar con algunos alumnos que desean leer, etc.

En ese debate y en similares suele salir la idea de que somos un CRA, que hay que tener uniformidad en todos los municipios del CRA, que luego los padres…, que los agravios con otros compañeros (en la unitaria de al lado, ¿con quién se turna el maestro?; (ave maría purísima…)), etc. Yo lo veo por la otra cara. Entiendo esta uniformidad como un limitante, una manera de frenar iniciativas, un modo de igualar, pero tendiendo a hacerlo considerando como referencia el nivel más bien bajo, el de no buscar problemas. Pienso que algunos niveles de uniformidad rayan el absurdo. Y puesto a homogeneizar, podíamos preocuparnos de buscar un referente ejemplar y hacer que todos los maestros no pareciéramos un poco al mismo. Seguro que así tampoco protestaban ni padres, ni inspectores, ni Rita la Cantaora. Y si protestaban, pues todos tranquilos hombre, estaríamos avalados por una forma de proceder ética y profesional. Y, por favor, de momento, quizá inocentemente, se me permita considerar que esto último es lo único que me importa en última instancia.

jueves, 14 de septiembre de 2006

PRÓXIMA ESTACIÓN

CAMBIANDO NOMBRES, ELIMINANDO PERSONAS. BURBUJAS

Se suceden días, momentos, tareas, …, llenas de simbolismo, perfectas muestras para comparar con los días, momentos, tareas, …, emprendidos el año pasado. Estoy comenzando a experimentar el aroma que va a tener mi vida como maestro. Un aroma, una sensación, que tiene que ver con el repetir, con el volver a empezar que tanto me han explicado, con el recopilar y adaptar a una situación. Volver a conocer, volver a preguntar, y volver a volver. Quizá ser maestro signifique la condena a un fatal y eterno déjà vu.

Hay una tarea que me ha resultado particularmente ardua: recoger listados de la carpeta “2005-2006 - CRA Río Aragón”, copiarlos, pegarlos en la carpeta “2006-2007 - CRA Tastavins”, y comenzar a cambiar nombres de alumnos. Sustituir nombres de niños con cara, niños que fueron mi compañía durante todo un curso, por nombres de niños fantasma todavía. Eliminar unos nombres, poner otros, y sabiendo que estos también serán mandados a la papelera de reciclaje tarde o temprano. Qué ingrata tarea.

Estoy comenzando a construir una burbuja. Me temo que debe ser una burbuja fuerte y duradera. Además, debe estar conectada a grandes depósitos de ilusión, de esfuerzo y de trabajo (¡deben durar dos años!), y también tendrá que poder combatir los ataques de los virus de la desgana, la pasividad, y la falta de ética.

miércoles, 13 de septiembre de 2006

MAESTRO BUSCA NIÑOS PARA PODER TRABAJAR

Son las 9:10 del que debería ser mi primer día de clase con niños. Pero no los veo. Si las fiestas dieron lugar a una prórroga de dos días a las ya largas vacaciones de verano, el merecido descanso post-fiesta local concluye hoy con los niños plácidamente en sus camas.

No entiendo. Recuerdo toda mi vida yendo con mis padres a ver los fuegos artificiales el domingo que se cerraban las fiestas del Pilar en Zaragoza. Suponía llegar a casa rondando la una de la madrugada, y el día siguiente tener un poco de sueño añadido, pero de ahí a que el APA comunique oficialmente la ausencia de los niños…; es un desplante grande, sí, pero oficial. Por ahí que no quede.

Estoy incrédulo, porque, sin conocer aún bien el asunto, me parece el colmo que los niños deban guardan un día extra a sus vacaciones en el pueblo. Me parece como si ya desde niños les lanzáramos un mensaje en el que pone que tranquilos, que aunque las fiestas son para cometer excesos (supongo que para eso deben ser), no pasa nada, se duerme un día más y santas pascuas. Llegar dispuesto a dar clase y “no, que no vienen hoy tampoco los niños”. Suena muy mal.

No sé quién tendrá la resaca: si los niños, los padres, o el APA.

En cuanto a las cosas de este mundo, en el largo puente aproveché para visitar a un compañero del año pasado que me enseñó a manejar unas cuantas herramientas para mi trabajo como maestro. Creo que ya expresé mi lamento por lo que dejaré de aprender junto a muchos de mis compañeros del año pasado.

Además, acercarme otra vez al Pirineo, de donde sigo diciendo que soy aunque siente mal a Jaime, a Paula, y a mis padres (uno es de donde se siente), me permite recordar paisajes, olores, personas, que han quedado ya marcadas para siempre tras un año tan importante.

martes, 12 de septiembre de 2006

Mari, Acher, y no sé si alguno más: disculpas por mi falta de respuesta.

Normalmente cuando hay un comentario a algún artículo me llegan a mi correo electrónico, pero, extrañándome el tiempo transcurrido desde que no me llegaba comentario alguno, he dado una vuelta por el blog y he comprobado que sí los había y, de modo poco educado, no los he respondido aún.

Aceptadas las sugerencias sobre el color (ya sois varios, pero mi mente oscura...), agradezco la coincidencia sobre ARAMÓN (y rollo nunca, cuanto más largo, mejor), agradezco a Javier su amabilidad, y me emociona que alguien recuerde mi ausencia en Puente la Reina (lo que siento no estar...).

Del mismo modo, caigo en la cuenta de que probablemente los correos electrónicos que he enviado últimamente no han sido respondidos por el mismo problema.

Dicho esto, me dispongo a intentar solucionar el asunto. Al menos aquí no me tiene que ayudar telefónica, porque iríamos buenos...

Y parece que mañana ya empezaré a trabajar.

lunes, 11 de septiembre de 2006

VARIEDADES

"Modesto funcionario del Estado, soltero, católico, de 43 años, con derecho a pensión, quiere contraer matrimonio con una muchacha católica, que sepa cocinar y a ser posible coser". Esto dice el Periódico que escribió el padre del actual Papa Benedicto Nosécuánto para encontrar a su mujer.

Esta noticia me hace pensar casi tanto como cuando intenté leer este verano, sin éxito, el libro de S. Hawking sobre el universo y sus teorías. Cada vez me parece más acertado eso que hace poco me dijo uno sobre la comunicación y la comprensión entre las personas: que es pura ficción y que la realidad que cada uno vive es tan distinta de la que los demás aprecian, o de la que los demás poseen, que resulta inútil intentar entender o modificar algunos hechos o comportamientos, por muy obvios o equivocados que se nos antojen. Algo así como que cada uno construye su propio mundo.

En cualquier caso no sé si a la Iglesia le parecerá adecuada semejante actitud lasciva para encontrar una esposa, sin esperar que fuera el amor quien uniera las almas. Quizá, de igual modo que con el preservativo, el aborto, el no rezar en latín, la homosexualidad, las relaciones prematrimoniales pecaminosas, etc., el Papa deba condenar la actitud de su propio padre.

Y yo sigo marcando festivos. Mañana y pasado sigo sin trabajar por culpa de las fiestas locales. Supongo que el patio estará ya con sus vinos y vasos rotos.

jueves, 7 de septiembre de 2006

INFORMÁTICA, ARAGÓN, BOTELLÓN.



Hoy tenía pendiente probar la sofisticada máquina informática de la que disponía en mi clase, regalo hace años de la secretaría de no sé qué cargo del Gobierno de Aragón (sí, sí, ejemplar el proceso por el que los niños pasan a disponer de la tecnología propia de su tiempo).

Su mensaje ha sido claro: 404 sistem error. Tres intentos y a la basura (al punto limpio más cercano que parece estar en Zaragoza). Este año mi clase funcionará con el ábaco, y los cedés que aparezcan en clase los utilizaremos de posavasos.

Y las botellas. Hace dos meses en Orihuela del Tremedal contemplaba un patio de escuela asolado por las fiestas del pueblo recién sufridas, incluso con cristales de la escuela rotos. He visto estampas similares en cada escuela visitada este verano. Como colofón, en mi visita a Ansó a finales de agosto observé lo mismo, pero con el sufrimiento añadido de que el lugar lleno de orina, cristales rotos, vasos con veneno a medio consumir, barras de servir aún llenas de botellas de todo tipo, y cajas de Don Simón, había sido el lugar en el que había trabajado todo un año y que con todo el cariño posible había tratado de cuidar cada día: el patio, las escaleras, el parque anexo, …

Incluso lo comenté con el alcalde, pero parece que todo se diluye en el nopasanadaesnormaldelajventudyyalolimpiarán. Yo creo que si ese estado asqueroso, roto, maloliente, es el precio que han de pagar las escuelas a causa de permitir las gamberradas y falta de civismo de las personas en las fiestas, pienso que no habría de permitirse. Parece que la diversión, la fiesta, que sean muchos (ni a los niños se permite una justificación basada en el número de seguidores!), o ser menor de 30 años, otorga vía libre absoluta para un comportamiento inadmisible en ese espacio, mi lugar de trabajo, la escuela. Estas ideas que confusamente acierto a explicar recomiendo leerlas expresadas con claridad y calidad en el artículo del mes pasado de Antonio Muñoz Molina (escritor, y director del Instituto Cervantes de Nueva York) en la revista Muy Interesante.

miércoles, 6 de septiembre de 2006

En el colegio Doctor Azúa y, por extensión, en otros tantos lugares urbanos, había niños que atribuían al supermercado la capacidad de autogenerar huevos y cajas de leche, restando importancia al humilde papel de las gallinas y las vacas. Ignorando, incluso, los finos lazos que relacionan las viandas con su productor.

Por mi parte, cuando pasaba por un pueblo en fiestas, me sorprendía al ver sus calles adornadas con banderas y otros cacharros. De igual forma, a los días, las calles volvían a lucir con normalidad. Pues bien, ayer comprendí que los adornos no crecer por generación espontánea, ni los pone el ayuntamiento, sino que los vecinos de la calle, a golpe de escalera y de tiempo, se encargan de ello. Ayudé a colocarlos, y, a mi manera (versión incultura adulta de tipo urbana), comprendí la relación entre la leche y la vaca.

Dioni decía que sus viajes como interina le habían permitido apreciar notables diferencias entre formas de ser personas de unos y otros pueblos.
Ayer, tras colocar los adornos de la calle, se organizó una cena espontánea en una bodega de un vecino, donde cada uno llevó algo de comer, y donde pasamos un rato de hablar y reír de los que deberían ir más caros que el metro cuadrado urbanizable.
Me sorprendí de este carácter amable y hospitalario de los vecinos. Uno no está acostumbrado a este tipo de costumbres que tienen que ver con la convivencia.
Sigo descubriendo placeres de los pueblos.

Hoy he saludado a los primeros niños que, al verme por la calle, ya han sospechado que tengo oscuras intenciones de enseñar algunas cosas.

martes, 5 de septiembre de 2006

ESTADOS DE ÁNIMO.

Me resulta asombroso como un estado de ánimo cuyo origen no entiendo consigue impregnar y condicionar cada una de las horas del día.

En la escuela está comenzando un mes que supongo será caótico, puesto que no tengo todavía horarios definitivos, no conozco con seguridad a qué grupos daré clase, no tengo los libros de texto, no…

Además, cuento en la clase con un niño con importantes problemas de comportamiento y con un ACNEE con una discapacidad psíquica importante. Esto me permitirá aprender mucho, seguro, pero, de momento, añade un poco más de intensidad al desbarajuste.

Algo que sí sé es que dispondré de 3 horas semanales para dedicar a trabajo personal. Y como ya hice el año pasado me vuelvo a preguntar: ¿cómo existe la desvergüenza de aceptar, me incluyo el primero, que con tres horas sea capaz de planificar con mínimo decoro las veinticinco horas lectivas semanales?. No entiendo. De hecho, voy a contar con dos o tres días, en el mejor de los casos, para trazar las líneas generales del curso antes de comenzar las clases.

Por otra parte, creo intuir un horario bien cargado de comisiones pedagógicas, comisiones de coordinación interciclos e internoséqué. Y esto no me gusta. Mi breve experiencia me dice que suele ser un tiempo no demasiado útil, del que podría sacar muchísimo mayor rendimiento y eficacia trabajando de manera individual (más aún considerando la escasez de este tiempo individual).

Ha sido curioso estos días leer en El Profesor, de Frank McCourt, una idea que también me acompaña, y desde que soy maestro: me refiero a un sentimiento de ser un farsante, de no saber nada de mi trabajo, y de ir tirando, con más o menos éxito, porque la gente no se da cuenta de tal, y gran, incompetencia.

Y un anticipo, una premonición, una visión, o lo que sea: igual que el año pasado, allá por marzo, ya comencé a sentir y sufrir por el momento en el que tuviera que marchar de Ansó (y ahora me doy cuenta que del CRA), ahora mismo ya estoy comenzando a temer el día, dentro de dos años, en el que se acabe mi estancia obligatoria aquí y, entonces, aparezca un dilema vital de solución improbable. Intento refugiarme en que si un problema no tiene solución deja de ser un problema, pero no acaba de tranquilizarme.

lunes, 4 de septiembre de 2006

UNO DE SEPTIEMBRE.

Supongo que esta fecha será ya siempre especial el resto de mi vida.

Cuando era joven no estaba atento a lo que iba a pasar. A posteriori, meditabas y comprendías lo vivido (si lo comprendías). Ahora, siendo ya mayor, eso ha cambiado, y, al comenzar un asunto como el de este nuevo curso y vida diferente, los sistemas de percepción ya están alertas en previsión de sorpresas, imprevistos; teniendo ya claro que seguro que pasan cosas muy especiales.

Me molesta no poder expresarme con total claridad en algunos aspectos, pero, de momento, debo guardar formas y respeto ante ciertos formalismos. Cosa que odio infinitamente. Diré que las sensaciones el año pasado, en la primera reunión de Puente la Reina, fueron distintas.

Desconozco los mecanismos de la creatividad, por lo que me resulta curioso que ayer mismo barajaba mil asuntos que deseaba comentar y hoy apenas sé qué puedo contar. En todo caso, durante este curso resultará dificultoso escribir aún cuando haya ideas abundantes, puesto que el ADSL de mi amada telefónica (ya sé, pero es que no creo que merezca la mayúscula) no es rentable por aquí, y la conexión vía satélite de la escuela te permite rezar quince padresnuestros mientras se carga cada página.

Ahora quedan por delante unas semanas de sacar cachivaches de las cajas, conocer niños, padres, comenzar las expediciones silvestres, aprender cada cuesta y cada curva sobre dos ruedas sin motor, remendar de vez en cuando alguna pequeña grieta en el corazón, que comenzaba a ablandarse y hacerse bueno otra vez, si antes lo fue, tras dos meses con la gente que me quiere. El comedor casi oscuro, solitario y silencioso, tratando de acertar a escribir 4 cosas sobre lo que siento.