
Las últimas semanas han sido ricas en actividades especiales, como las sesiones de Educación Física por las calles del pueblo, el viaje con toda primaria a Santander, la salida al CRIET de Calamocha con los alumnos de tercer ciclo, y todas ellas no han hecho sino contribuir a crear un clima aún más cercano con mis alumnos, a estrechar esos lazos emocionales que tanto me atan como maestro novato que soy, nada acostumbrado al “volver a empezar”. Mantengo mis nulas ganas de volver a conocer a otro grupo.
Estos días algunas personas más o menos ajenas a la escuela me han transmitido de distinto modo que los alumnos (algunos, claro) estaban muy contentos con su maestro, y la certeza de no poder continuar el camino emprendido con este grupo es algo que me angustia. Además, si considero el problema de un nuevo destino a una distancia trágica de una novia, querida y añorada novia, las dudas sobre los próximos años,…, el futuro me parece bastante desagradable. Y por supuesto que sigo recordando que soy afortunado y privilegiado.
Mañana en la escuela volverán a faltar dos profesores (de cuatro), por lo que continuamos en un trimestre en el que todo parecido con la continuidad y la rutina es pura ilusión. Aunque esto importa ya bien poco.
Sí Jaime, artículo sentimental. Es lo que hay.