jueves, 6 de septiembre de 2007

VISIONES, ADOCTRINAMIENTOS VARIADOS, APARECEN SUS SONRISAS.

Tras las primeras comprobaciones, las primeras luces, los primeros olores y sonidos, ha aparecido la cortina. Una especie de visión me ha llevado hasta unas páginas cercanas (en el tiempo) que trataban el problema humano para entender tanto lo gigante (las distancias espaciales, las magnitudes planetarias, …), como lo pequeño (el caótico a nuestros ojos mundo cuántico); y a continuación el pensamiento de que no, que quizá nuestra vida esté incluida precisamente en lo más íntimo y minúsculo del espacio y el tiempo. Y ello ni nos damos cuenta. La filosofía oriental, he leído posteriormente, tiene alguna idea que representa algo similar, pero no sería capaz de explicarlo de momento. No se preocupen, era necesario escribir esta confusión, he de retenerla, yo me entiendo.

Algo me dice que acabará por parecerme todo bien. Por otra parte, por desgracia o fortuna, quién sabe, aún resta un tiempo para que suceda. Y hasta que ello ocurra, el relativismo moral, conductual, o vital que parece perseguirme me seguirá agrietando el estómago. Cada uno es como es; todo está bien, todo sirve.

Algunas veces surgen voces sobre los valores que se imparten en la escuela, el adoctrinamiento, la mención explícita en las clases de algunas ideas “no curriculares”. Estos días el debate en torno a cuestiones como las anteriores parte de la asignatura de educación para la ciudadanía. Sin entrar en este conflicto concreto, sí diré que me sorprenden profundamente las voces que piden una educación aséptica que considere exclusivamente los contenidos puramente curriculares. Eso de “que le enseñen matemáticas, que ya lo educaré yo”. Esta mañana, mientras permanecía sentado y en silencio en medio de clase, observaba algunos cuadros, algunas normas escritas en varias hojas, un par de figuras, pensaba en diferentes decisiones tomadas durante otros cursos, en maneras de ser y de hacer de diferentes cargos relacionados con la escuela, …, y…vaya con el que quiere la escuela de las matemáticas: lo tiene muy complicado. Por supuesto, Don Santiago ya está en la nueva clase. Su lugar estaba ocupado, pero ellos no han mostrado reparos en buscarse otro aposento (veo que Jaime se ha adelantado y ha lanzado alguna idea relacionada).

En el CRA no tenemos maestro de religión. No hay interesados. Corren rumores sobre el advenimiento de un cura para impartir la asignatura. Mientras, la escuela estará más cerca del laicismo real, y su horario se utilizará para otros menesteres más mundanos.

Los primeros días en la escuela tienen una cara muy agradable: la visita vergonzosa, tímida, gritona, alegre, emocionada, …, de muchos niños que se asoman a este nuevo y eterno comenzar. Algunos abrazos que me sorprenden. Me cuentan su verano, me enseñan sus “peñas” para las fiestas, e incluso me llevan a algunos huertos donde aparecen los espectaculares frutos que surgieron de las plantitas de melón, tomates, sandía,…, que cultivamos durante las últimas semanas del curso. La orgullosa mirada ante su huerto bien merece los kilos de tierra movidos esos días, o el continuo ir y venir de macetas.

Una nueva sensación para el alma (o las sinapsis del cerebro, o lo que sea): la de entrar a mi clase del año pasado sabiendo que no será la mía. Un espacio tan íntimo que, de repente, se ha convertido en ajeno. El olor de mi clase ansotana aún es sentido en algunas ocasiones.

Nuevos horizontes: si no es el monte, quizá pueda ser China (al monte chino, se entiende).