viernes, 15 de junio de 2007

QUE COMIENCE LA METAMORFOSIS. VIVA LOS TENEBRIOS.

Son días de los buenos, los de apurar hasta los últimos sorbos temporales.

Mañana viajaré a Jaca para celebrar la última reunión (la primera por mi vergonzosa parte) con el grupo de trabajo Pintacoda. Como el cable USB que acabo de emplear, trataré que los conocimientos me pasen al cráneo a 4x. Evidentemente les daré las gracias, y plantearé mi compromiso para el año próximo de asistir a las reuniones trimestralmente, al menos. Estos compañeros son un apoyo impagable, puesto que la Educación Física pasa a cierto olvido frecuentemente a causa de la tutoría. Mantener contacto con los maestros que más conocimientos, cariño, y dedicación reúnen en torno a la Educación Física es un privilegio.

El sábado, para los despistados, daré un paseo por mi tierra. Volveré a respirar profundamente y …aguantaré hasta que pueda.

En la escuela ya ha comenzado la orgía burocrática de informes, certificados, libros de escolaridad, informes de evaluación, etc. Más valdría, a mi juicio, hacer estas cosas en el ordenador. Así, cuando recuperáramos la cordura podríamos seleccionarlo rápidamente y mandarlo todo al carajo. Quizá algún inspector o jefe supremo sea amigo de “insectos bibliotecarios” y desee proveerles de comida abundante.

La primavera ofrece decenas de situaciones vivas a las que atender desde la escuela. Los pollos acaban de comer, las hojas están en la prensa, y los tenebrios andan en plena metamorfosis. Cosas de la vida. Mientras, los alumnos los miran.

Propondré ahora unas palabras que han caído por aquí. Son las palabras de uno de esos alumnos, en alguna de nuestras clases, en cualquiera de las escuelas…., dirigidas a su profesor a través de un trabajo más (para el curso que viene tengo algunas ideas que tratarán de dar voz a los niños de clase en el mundo virtual):

“En todas las opiniones personales que he hecho de este libro siempre pongo lo mismo, pero es que me encantó la cuestión de la piel del conejo, y cada día estoy más convencido de que esa metáfora me parece cierta, quizás porque me fijo más, no lo sé, pero cada día la veo reflejada a mi alrededor, y en la medida que puedo intento no acomodarme demasiado allí abajo.

También me ha gustado como se enreda el libro, el autor se las ingenia (por lo menos en mi caso) para tenerte enganchado al libro y querer leer más y más.

Por último, me ha sorprendido que ahora mientras acababa el trabajo pensaba en todas las preguntas que Alberto Knox propone a Sofía, todas esas preguntas...me parecen muy difíciles de contestar, pero a la vez sientes algo especial por quererlas responder, quiero decir que simplemente por el repaso que supone hacer el trabajo sientes la necesidad de pensar sobre esas cuestiones, piensas, creo que eso es lo más importante no dejar nunca de pensar, no dejar de sorprenderte nunca de las cosas, por qué... ¿Por qué estamos aquí?...”.

Sí, eso quiero saber yo. Quién (qué) soy, y qué demonios hago aquí.