miércoles, 30 de mayo de 2012

TODOS DUERMEN.


Una de las opciones para evitar el suicidio cuando lanzamos una mirada crítica alrededor consiste en involucrarse en un sinfín de actividades que ocupen plenamente las energías y la atención. Otra se refiere a vivir de los pequeños detalles, a ser feliz con cada uno de ellos. Así vamos pasando.

Estamos a punto de celebrar el asunto escolar más difícil que he manejado. Los niños lo esperan con enormes ganas. Esperamos estar al nivel merecido. La escuela está contenta.

sábado, 26 de mayo de 2012

MÁS DE PUEBLO QUE LA REMOLACHA FORRAJERA.


El título es una frase repetida con frecuencia por un buen hombre al que queremos mucho.

Quedan un puñado de días para concluir otro capítulo de la vida. Cada capítulo concluido nos aporta una satisfacción, pero nos acerca al final de libro. ¿Cómo sonará nuestro libro cuando se acabe y sea cerrado por última vez? ¿qué cara tendrá el lector al finalizarlo?

Bien sea colgado de la rama de un haya, paseando con el perro filósofo o hablando con los muchos niños que en las largas tardes de mayo se acercan a casa para hablar, intento aclarar qué he hecho bien en mi trabajo y qué me deparará lo que comenzará en unos pocos meses.

No siento excesiva preocupación por trabajar en un gran centro urbano, con cientos de alumnos, decenas de profesores, burocracia supervitaminada, paisajes circundantes grises y feos, niños que comienzan la jornada en un atasco. No son asuntos que me hacen saltar de alegría, pero quedan empequeñecidos por el que se está mostrando en el pensamiento como el principal obstáculo: creo que solo sé ser maestro de pueblo. Incluso en educación especial fui un maestro de pueblo (la cercanía a los niños y las familias, las dosis necesaria de cariño y afecto… eran aspectos muy cercanos a la escuela rural). Siento enorme pena al pensar que dejaré de ser el afortunado personaje que pasa muchas horas al día durante un año con unos cuantos niños en un tiempo maravilloso de sus vidas. Siento tristeza por las lecturas que dejaremos de compartir, por los paseos improvisados al bosque, por la poesía que ya no sonará en el ambiente, por la complicidad ganada en el día a día. El llegar a mayo, mirar a mis alumnos al comenzar la mañana y saber muy bien cómo están, qué sienten y piensan.

Tal como va nuestro mundo desarrollado, es fácil que mi jubilación, en caso de estar entonces vivo (sería otro milagro que añadir), se produzca a los setenta u ochenta años, lo cual me permite más posibilidades de hacer entender a las personas necesarias mi sentimiento y necesidad rural en torno a este oficio.

Hace unos días tuve la enorme suerte de conocer al maestro Miguel Calvo. Como otras veces, salí con las ganas de que llegara el día siguiente para reencontrarme con los niños e intentar ser mejor maestro. Algo parecido al maestro que este señor nos mostró: apasionado por su trabajo y por la vida, sorprendente, generoso, sensible hacia cada detalle de la escuela.

martes, 22 de mayo de 2012

LA ESCUELA EN MEDIO DE LA TEMPESTAD. RUIDOS Y SILENCIOS.


Vivimos en la era del ruido. Ruido e interferencias que nos rodean y nos aturden cada uno de los sentidos. El silencio es, cada vez más, un acto de rebeldía. Dada la agitación que nos rodea es difícil no dejarse llevar, no ser arrastrado por una bronca, una polémica, una reivindicación más o menos justa.

El curso pasado tuvimos una magnífica experiencia cuando visitamos la escuela Jean Piaget de Zaragoza. Este curso hemos seguido manteniendo la colaboración y en unos días vamos a poner la guinda final recibiéndoles en nuestro pueblo. Vendrán los niños del aula con la que hemos mantenido el contacto más fluido: cartas, videoconferencias, etc.

Si el año pasado nos resultó muy sencillo coger el autobús regular desde Jaca, esta vez no es tan sencillo para una clase donde varios alumnos utilizan silla de ruedas. Así, acudirán con sus familias en coches particulares cuando acaben las clases del viernes. Aquí surgen dos consecuencias: la necesidad de reconocer el esfuerzo y la colaboración de las familias y, por otra parte, la posibilidad que se genera para implicar a los padres en las actividades.

La tarde del viernes estará dedicada a realizar actividades diversas. Tenemos la suerte de la coincidencia con el festival de final de curso de música (extraescolar), donde participan casi todos los alumnos de la escuela, por lo que aprovecharemos para invitar a los compañeros piagetenses al acto y a la cena posterior. Por la noche dormiremos, o lo que sea, todos juntos en la escuela. Seguro que será una noche memorable. Para el sábado los alumnos de secundaria se han ofrecido para preparar las actividades de la mañana. Mientras, las familias del pueblo guiarán a las de Zaragoza en un recorrido para mostrarles nuestro entorno y poder hablar tranquilamente. La convivencia finalizará con una gran comida para nada más y nada menos que setenta personas, que son justamente las que hacen posible todo este lío.

La organización de los dos días me está provocando no pocos problemas, pero finalmente aparece la idea de que será uno de esos acontecimientos que quedarán grabados en la memoria de los niños. Una experiencia que evocarán con una sonrisa al recordar sus días escolares y que también les generará un buen número de reflexiones y experiencias para, como he leído hace unos minutos en un hermoso texto, avanzar en su principal proyecto: el de persona.

martes, 15 de mayo de 2012

OTRA ETERNA PROMESA DEL REGRESO.

Ellas, mientras escribimos y leemos, seguirán buscando entre la arena

Seguimos con vida. Es asombroso.

El maestro de primavera tiene connotaciones muy especiales. Cada tarde, al acabar las clases y el trabajo posterior, hay grupos de niños esperando. Esperando para, esencialmente, compartir un poco de tiempo. Así, pueden darse las nueve de la noche levantando piedras para buscar luciones y reptiles variados, pueden acompañarte al río, o un tramo de carrera o de bici. A mí me encanta esta parte de la relación con los niños. Por eso tengo este oficio, porque me gusta compartir el tiempo, o la vida, con ellos. Además, algunos de estos niños expresan en este tiempo extraescolar dudas y sentimientos que no comentan en clase y que me permiten el privilegio de ser testigo y poder colaborar en momentos importantes de sus vidas. Después de comprobar que el maestro que intenté ser hace siete años tenía diversas virtudes que el intento de maestro actual ya no tiene, me alegra observar que las rasgos esenciales del maestro primaveral sí se mantienen.

Miro por la ventana y veo un paisaje que el año que viene seguirá estando pero ya no será contemplado. La vida sigue sucediendo aunque no la miremos. En el estado indio de Orissa, en el centro médico de Panchabati, habrá quizá ahora un par de familias con sus hijos enfermos de malaria y en los poblados los habitantes seguirán mirando el horizonte esperando simplemente la llegada de otro día; en Peñarroya los niños estarán tomando una casqueta de calabaza mojada en la leche, pensando quizá en las clases que tienen en media hora. Incluso mis alumnos estarán ya desperezándose para comenzar el día. Ustedes estarán ahora ocupados en labores diversas. Casi todo sucede al margen de nuestra mirada, lo cual es insólito y sorprendente. El próximo curso ya no estaré en este pequeño pueblo, sino que trabajaré en un centro urbano. Son las cosas del amor, que a veces duelen. De ese modo obtendré una completa visión de la escuela aragonesa, pues habré trabajado en escuelas de todos los tamaños posibles, en las tres provincias e incluso en educación especial. Es la contrapartida a no poder conseguir nunca resultados a medio y largo plazo. Al eterno comienzo. Maestro migratorio, como las queridas grullas. La eterna promesa del regreso.

Hace unos días, tras una actividad de clase relacionada, regalé a los niños una hoja con las normas que regían la vida familiar de Harpo Marx. La puse aquí hace algún tiempo. Eran normas llenas de ingenio, humor, respeto y amor. Las entregué porque intento en la medida de lo posible favorecer los lazos entre la escuela y las familias, plantear actividades sencillas que las conecten. Un niño al día siguiente comentó que las empezó a leer a sus padres, pero le dijeron que se callara y que no molestara. Es una simple anécdota, pero también una enorme pena.

La visita que el año pasado realizamos a la escuela Jean Piaget de Zaragoza, y que fue un acontecimiento memorable en nuestras vidas, tendrá su continuación en la visita que en unas semanas harán ellos a nuestro pueblo. El asunto presenta un importante grado de complejidad e incertidumbre, pero será otra de las actividades que todos recordaremos cuando con sesenta o setenta años dirijamos la vista al pasado. Y de esto vivimos.

Ahora, a clase.

lunes, 7 de mayo de 2012

EL ORDEÑO MACROECONÓMICO

Rodrigo Rato llevando ramas a su banco

Definitivamente el mundo se está poniendo muy difícil de entender. Más aún de explicar. Igual lo mejor sería no pretender ni una cosa ni otra. Mi abuela murió sin saber leer ni escribir, su comprensión del mundo se limitó a trabajar y a querer a los que tenía cerca. Y creo que tuvo una gran vida. Quizá sirva con eso y el problema radica en que lo complicamos demasiado.

A grandes rasgos el mundo lo diseñó un ganadero. El concepto clave en el día a día del planeta es el de ordeñar. El entramado macroeconómico es una gran máquina succionadora que extrae el líquido aprovechable al despistado que pasa cerca. Por eso es también importante despistar. Ordeña en la mayor medida posible, pues el ganadero suele tener prisa por ordeñar en otros lugares y a otras personas. El sistema muestra su perfección cuando el ordeñado debe pagar con su esfuerzo, una vez más, las reparaciones de la máquina succionadora. Es el gran circuito cerrado y perfecto del ordeño. Además la máquina puede succionar de modos inverosímiles: igual le da exprimir una teta, que cobrar dos veces por lo mismo, que pagarte cada vez menos por hacer cada día un poco más.

Si se añade un poco de aletargamiento general, miedo, fútbol y televisión variada, un campo de golf o un casino, información ingente de efecto despiste, el organismo ordeñado casi acabará dando gracias por su suerte o se enzarzará en ardua pelea con los ordeñados por otras máquinas.

Hoy nuestro presidente ha dicho que está mintiendo, pero que y qué; en Grecia el partido neonazi avanza, da una rueda de prensa llena de gritos y miedo y anuncia que sus medidas para el control de la inmigración pasan por minar las fronteras. He comprobado la afirmación en varios lugares porque no podía creerlo. Minar, tal cual, poner minas en el suelo.

No sé qué añadir. Los que nos creemos con un poco de dignidad deberíamos hacer algo. Digo yo.

sábado, 5 de mayo de 2012

SOBRE LOS FINALES Y LOS INICIOS A LOS QUE APUNTAN.

Es fácil vivir con la sensación de que el Mundo es fascinante...

El séptimo final está en marcha. Puedo recordar con nitidez cada una de las sensaciones al finalizar los cursos precedentes. Reúnen buena parte de los momentos especiales del año.

En unos pocos días me dirán qué nueva escuela pisaré el año próximo. Es llamativo cambiar constantemente de destino cuando no soy especialmente bueno adaptándome a las nuevas situaciones. Tengo una gran cuenta pendiente con el trabajo a medio y largo plazo, que nunca puedo desarrollar, aunque, por otra parte, tengo la suerte de tener ya experiencia en casi todas las opciones que permite mi profesión.

La sensación con la que acabo el curso no es buena, pues siento que estoy con el grupo con el que menos complicidad he alcanzado. Con complicidad me refiero a todo: al rendimiento escolar, a las relaciones con los niños, a las relaciones entre ellos, etc. Este hecho me preocupa, pues albergo dudas sobre mi parte de responsabilidad, sobre qué ha sido y qué he hecho diferente a otros cursos. Al releer este diario desde el año 2005, me doy cuenta que he cambiado de un modo que había pasado desapercibido en la continuidad del día a día y me planteo qué consecuencias genera en el grupo el maestro distinto que soy respecto al que comenzó a trabajar.

Observo iniciativas de hace unos cuantos años que entusiasmaban a los alumnos y que repetidas en el presente apenas consiguen una exigua motivación ¿Cuánto hay de saturación de estímulos en los alumnos y cuánto de responsabilidad propia en la pérdida de energía y entusiasmo? Hace unos días estuvo mi hermano en clase. Compartió con nosotros algunos de sus conocimientos sobre biología y nos acompañó en una salida al monte. En años anteriores este acontecimiento significó una revolución en los niños. Este año no percibí el ambiente especial que esperaba. No sé si puedo generalizar este tipo de situaciones y sacar conclusiones o simplemente será un curso con un carácter especial. Casi todas las semanas hacemos actividades con el microscopio. Uno nos lo prestó la familia de un niño y el otro nos lo cedió mi hermano. Hace unos años escribía líneas sobre esta actividad donde me refería a la fascinación por lo minúsculo, por la ventana a una realidad desconocida que representaba ese momento de clase,…, mientras que este curso ya casi se ha convertido en una actividad rutinaria y aburrida. Estoy sintiendo la dificultad de fabricar una escuela viva, con alegría, con emoción por aprender y descubrir ¿es esto difícil con unos alumnos hipersaturados de emociones y acontecimientos especiales en su vida diaria o simplemente estoy perdiendo facultades?

Hace unos días acabamos nuestro último libro en voz alta. Al acabar nos juntamos con la clase de los mayores e hicimos un pequeño debate sobre temas tratados en el libro. Una actividad consistió en aportar ingredientes para fabricar al padre perfecto. No se si es representativo de algo, si es preocupante: tras treinta intervenciones, treinta ingredientes, ni uno sólo se refería a aspectos emocionales como pasar tiempo juntos y compartir actividades, cariño, amor, etc. Quizá simplemente sea una anécdota. En todo caso, este tipo de actividades se están revelando como momentos inigualables para conocer en profundidad a los alumnos. Lo malo es que, con frecuencia, obtenemos información que no sabemos cómo manejar, o peor, que no se puede manejar.