martes, 15 de abril de 2008

PLATÓN Y UN ORNITORRINCO ENTRAN EN UN BAR…

…Es el título de uno de los libros que componen el nuevo atracón bulímico que cada pocas semanas tiene lugar en la librería. Luego llega el cierto arrepentimiento al pensar que probablemente no podré leer todo lo comprado, pero, por otra parte, también supone un incentivo para dedicar más tiempo a tal actividad (que está resultando, con diferencia, la más satisfactoria de los últimos tiempos).

Este libro es uno de esos aperitivos filosóficos, al estilo de “Filosofía para Bufones”, que tan placenteros me resultan. Aquí los autores afirman que los mecanismos internos del humor, de los chistes, son los mismos de la filosofía. Más aún, que ambas cosas son finalmente lo mismo. Por ello, se traza un recorrido por las principales doctrinas, autores, etc, en base a dicha clave humorística (filochistes). Por ejemplo, a cuento de la esencia y los elementos accidentales de las cosas:

Cuando Thompson cumplió los setenta, decidió cambiar completamente su estilo de vida para vivir más años. Se sometió a una dieta muy severa, daba largas caminatas, nadaba y tomaba el sol. En tres meses, Thompson perdió cinco kilos, redujo quince centímetros el perímetro de su cintura y aumentó doce centímetros de pecho. Esbelto y bronceado, decidió dar el toque final a su aspecto con un corte de pelo deportivo. A la salida de la peluquería, le atropelló un autobús.
- ¡Dios mío! – gritó cuando yacía moribundo - ¿Cómo has podido hacerme esto?
- A decir verdad, Thompson – dijo una voz que procedía del cielo -, ¡no te he reconocido!

O éste, respecto al razonamiento por analogía:

Un anciano de noventa años va al médico y dice:
- Mi esposa, que tiene dieciocho años, está embarazada.
- Le voy a contar una historia – responde el médico -. Un hombre fue a cazar pero, en lugar de una escopeta se llevó un paraguas por error. Cuando, de pronto, le atacó un oso, el hombre blandió el paraguas, disparó y el oso cayó muerto.
- Eso es imposible – dice el anciano -. Al oso le debió de disparar otra persona.
- ¡Pues eso digo yo! – concluyó el médico.

O, a propósito del racionalismo optimista de Leibniz:

- El optimista piensa que éste es el mejor de los mundos posible. El pesimista teme que así sea.

Para la escuela un ingente cargamento también, fruto de la autofinanciación emprendida en clase. Además, se han juntado con un par de cajas donadas por una clienta de la tienda de mis padres (una madre que tan pronto consigue libros, como un par de bicis para alumnas inmigrantes recién llegadas, o información sobre una oposición), por lo que las dos primeras horas de clase han sido hoy una gran fiesta lectora. Y creo que este año ya he conseguido que la actitud general de los niños hacia los libros y la lectura sea de alegría, curiosidad, e interés; lo que siendo algo que se forja en un plazo no breve, me resulta enormemente satisfactorio. Mañana nombro los libros, por si hay interesados en conocerlos.

Antes del recreo también ha dado tiempo a continuar el torneo de ajedrez que tenemos en marcha (otra aventura para hablar buen rato; imaginen cinco partidas de ajedrez simultáneas, con dos jugadores y un juez en cada mesa, con un silencio sepulcral y todos los niños atentísimos y concentrados, …). Y después del recreo una clase de EF impresionante, con unas acciones de los niños magníficas, plenas de dificultad, belleza, originalidad … (…gimnasia rítmica), y un trabajo por parejas que implicaba observación, crítica, reflexión conjunta, …, y que han llevado a cabo de una manera digna de elogio.

Sí, ha sido una buena mañana. Por cierto, llevo varias semanas soñando andanzas que ocurren mientras vivo en Ansó. He de solucionar ésto pronto.