jueves, 26 de octubre de 2006

¿A CUÁNTO VAN LAS GRACIAS?

Son las cosas en las que más ilusión pones las que te arrean la cornada más profunda. Y hombre, no reviste demasiada gravedad pero casi mejor hubiera preferido unas simples gracias. Gracias, gracias, gracias. No parece difícil.

La semana del CRIET se acaba. Ayer visitamos Zaragoza, donde vimos una bonita obra de teatro. Por la tarde nos guiaron a través de los rincones del precioso Monasterio de Rueda. Toda la vida pasando cerca para pescar un pez sucio y feo y tardo 26 años en ver semejante obra. Fue maravillosa la actitud de los niños preguntando al guía sobre las cuestiones más curiosas y variadas.
Pensamos que sería buena idea crear una escuela en un monasterio de ese tipo. Lecturas en el claustro, juegos en los jardines, etc. Si me toca la lotería (aunque es complicado sin jugar, pero...) o ahorro cierta cantidad de dinero, pienso montar uno. Y una librería a la entrada.
Hoy hemos escuchado una charla de un saxofonista. Para los ignorantes musicales como yo ha sido pura ciencia ficción, y un deleite escuchar su música. Para los niños, casi todos estudiantes de música en sus pueblos, una nueva experiencia que contar sobre esta semana tan especial.
Y especial para mí es conocer de primera mano qué tienen los niños en sus cabezas en una experiencia que suele suponer en casi todos los casos la primera vez en la que salen del nido familiar: los variados miedos, temores, angustias, de esa primera salida; la necesidad de unas palabras de ánimo y tranquilidad, y los esfuerzos de todos por ir superando estos primeros obstáculos. Cuando una niña llora desconsoladamente a la hora de comer porque, sencillamente, siente miedo, sin saber siquiera las causas.
Este año se ha introducido en los CRIET la figura de angloparlante: un nativo inglés, Margaret, que tiene como misión incentivar el uso del idioma (actividades del lectura, charlas informales, traducción de menús y demás cartelería, etc.). Otro lujo más que añadir a la semana.
Por cierto, si no lo han hecho, no duden en visitar el blog de Mariano Coronas (ver enlaces, el hipervínculo está imposible), ya que es un lugar mágico donde un escritor de prestigio como Gonzalo Mouré puede aparecer y dedicar unas preciosas palabras a unos cuantos niños que tienen la sensibilidad y el maestro suficiente para emocionarse con sus libros.
Y gracias por la lectura. Tan fácil como esto.
(Siento lo de los párrafos apretados, pero aquí hace frío y se juntan para darse calor).